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» La Capital
Fecha: 13/05/2025 04:23
Trump retrocedió en su guerra de aranceles y acordó con su rival geopolítico un sustancial retroceso en las subas aplicadas a las tasas que gravan importaciones. Fuerte impacto en las Bolsas El representante de Comercio de EEUU, Jamieson Greer, y el secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, tras la cumbre de dos días que mantuvieron con representantes chinos en Ginebra. Estados Unidos y China anunciaron una rebaja temporal y recíproca de aranceles durante un período de 90 días, mientras continúan negociando un acuerdo comercial más amplio. La medida, que busca aliviar las tensiones entre las dos principales economías del mundo, incluye una drástica reducción de los aranceles actuales. Según el comunicado conjunto, los aranceles combinados del 145% que aplica Estados Unidos a la mayoría de las importaciones procedentes de China se reducirán al 30% antes del 14 de mayo. Por su parte, China disminuirá sus aranceles del 125% sobre bienes estadounidenses al 10%. Ambas naciones subrayaron “la importancia de una relación económica y comercial bilateral sostenible, a largo plazo y mutuamente beneficiosa”, destacando su voluntad de avanzar “en un espíritu de apertura, cooperación y respeto mutuo”. Como parte del acuerdo, se establecerá un mecanismo de diálogo económico y comercial liderado por He Lifeng (viceprimer ministro del Consejo de Estado de China), Scott Bessent (secretario del Tesoro de EEUU) y Jamieson Greer (representante comercial estadounidense). Estas conversaciones se celebrarán alternativamente en China, Estados Unidos o en un tercer país, según acuerden las partes, y podrán complementarse con reuniones técnicas según sea necesario. En una conferencia de prensa ofrecida el lunes, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, calificó el encuentro celebrado el fin de semana en Suiza como “muy productivo” y confirmó el acuerdo para una “pausa de 90 días y una reducción sustancial de los aranceles recíprocos en un 115%”. El anuncio fue bien recibido por los mercados. Dilin Wu, estratega de investigación de Pepperstone, destacó que “el apetito por el riesgo repuntó drásticamente” gracias al avance inesperado en las negociaciones, lo cual alivió la preocupación sobre la rentabilidad de las empresas y la incertidumbre comercial. Chris Beauchamp, analista jefe de mercado en IG, señaló que si bien no se trata de un acuerdo definitivo, “marca el inicio de nuevas conversaciones que, por ahora, mantendrán tranquilos a los inversores”. Euforia Wall Street Wall Street recibió con euforia la capitulación de Trump. Las Bolsas repuntaron y el dólar se fortaleció, lo mismo que el petróleo. El oro, en cambio, se desplomó y las monedas globales se reacomodaron tras el anuncio del acuerdo comercial alcanzado entre Washington y Pekín. El presidente de Estados Unidos tuvo que firmar la paz de los aranceles para evitar la debacle del comercio y un impacto adverso devastador en la actividad, el empleo y los precios. Washington no puede paralizar el comercio por mucho tiempo sin provocar una colosal factura de daños. La administración consideró que llegó el tiempo de administrar el deshielo y así fue como se anunció que se alcanzó un acuerdo con China. En esencia, Washington se da por satisfecho con aplicar el arancel universal de 10% que instituyó el Día de la Liberación, y olvidarse de todo lo demás. La negociación con China, de todos modos, es parte de algo más grande y pesado. El tablero geopolítico De cada dólar que el consumidor estadounidense gasta en importaciones de China, apenas una fracción menor retribuye los costos directos de producción del fabricante asiático. La parte del león se canaliza a los bolsillos de las compañías de EEUU en concepto de gastos de diseño, marketing y comercialización, entre otros servicios, y utilidades. Cortar abruptamente ese circuito -sin contar con un trazado alternativo- es arriesgar un colapso de la actividad económica y del empleo. Si bien las importaciones se anticiparon en el primer trimestre, creando un colchón de inventarios, el reloj corre y mete presión. De ahí que Trump apure una descompresión. China necesita el acuerdo, pero lleva menos prisa que Trump. Sus exportaciones crecieron 8% en abril y mientras el 70% de los dueños de firmas pequeñas en EEUU teme una recesión, y 51% reprueba la gestión del presidente, el Banco del Pueblo de China lanzó un paquete monetario de estímulo para navegar mejor la transición. Wall Street confía en que habrá acuerdo y que volverá la paz comercial. Y ya recuperó todo lo perdido desde los pisos de pánico de abril. La FED prefiere ver para creerlo. Pero espera cómoda de brazos cruzados porque la economía todavía resiste, y el presidente ya retrocede.
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