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  • Un intento de robo que derivó en el doble crimen de Picada Vasca

    » Elterritorio

    Fecha: 11/05/2025 11:31

    El dueño de un secadero, de 82 años, fue abatido a golpes junto a una de sus clientas tras el brutal ataque de un joven de 19 años domingo 11 de mayo de 2025 | 6:05hs. La esposa del Hultgren recibió un escopetazo por parte del homicida al intentar defender al dueño de la propiedad. Durante la mañana del 28 de octubre de 1972, en un paraje ubicado a 5 kilómetros del centro de Oberá, dos ancianos fallecieron y un tercero resultó herido de gravedad en un hecho en el cual un joven de 19 años fue detenido como responsable del atroz ataque. En una finca de Picada Vasca, en cercanías a la Cárcel Modelo, César Augusto Díaz Franco (19) atacó con un mojón de madera a un hombre de apellido Hultgren, de 82 años, quien en ese momento se encontraba cumpliendo sus labores diarias en el tambo que atendía junto a su esposa, al igual que un secadero de yerba mate. Con evidentes intenciones de robo, el agresor hirió a la víctima en la cabeza y le produjo gravísimas lesiones en el cráneo. Acto seguido, el joven atacó a su segunda víctima; una ocacional clienta del lugar, identificada como Cecilia Núñez de Acosta (65) quien había llegado a esa hora al lugar para comprar leche y murió horas después mientras era llevada a un hospital de la zona. Luego de esto, el doble homicida se apoderó de la billetera del octogenario de las llaves del secadero y de una caja fuerte que había en la propiedad. Pero al llegar al secadero, se encontró con la esposa de Hultgren, quien portaba una escopeta, pero en un forcejeo el joven logró disparar el arma e hirió a la dueña de casa, quien cayó gravemente herida en la cabeza. Díaz Franco escapó, pero minutos más tarde fue detenido por la Policía obereña. Los Asesinos de Itaembé Miní y un cruento raid delictivo Los homicidas se hacían pasar por gendarmes. Foto: El Territorio/Archivo A principios de la década del 80, el populoso barrio posadeño de Itaembé Miní fue escenario de una serie de crímenes cometidos por un peligroso dúo que generó miedo y terror en la memoria de sus habitantes, y que perduró poco más de tres años. Los criminales que personificaron esa dupla que perpetró cruentas escenas y que mostraron la brutalidad que pueden tener los asesinos fueron Ramón Daniel Domínguez -quien a todo su entorno juraba ser parte de GNA- y Adolfo Luis “Lauchín” Rodríguez -que regresó a Misiones luego de fugarse en 1977 tras asesinar a su esposa-. Ambos, justamente vestidos de gendarmes abusaron, robaron y asesinaron a más de cinco personas entre 1980 y 1983. Durante los primeros años de los 80, este dúo sembró el terror, especialmente entre las parejas jóvenes que visitaban zonas apartadas de Posadas en busca de intimidad -mayormente en la zona de lo que hoy es Villa Cariño-. El modus operandi de los “asesinos de Itaembé Miní” era tan meticuloso como cruel: simulaban operativos nocturnos para interceptar a sus víctimas y luego las sometían a abusos físicos y psicológicos antes de asesinarlos sin remordimiento y de forma brutal. El primer doble crimen en el cual se pudo comprobar que la responsabilidad recaía en Domínguez y Rodríguez fue cometido el 23 de julio de 1980, cuando Wilfrida Noemí Lenguaza (21) y Gustavo Omar Bolano (20) fueron brutalmente asesinados a martillazos y puñaladas tras ser emboscados en inmediaciones del centro posadeño y llevados a un descampado. Luego, ultimaron a Ricardo Marcelino Núñez, cuyo cuerpo fue encontrado en una laguna -lo que en la actualidad es la cascada de la Costanera de Posadas-. Este fue cómplice del dúo, pero fue asesinado cuando intentó delatar a los homicidas. Finalmente, un día después de la muerte de Núñez -el 15 de enero de 1983- Domínguez y Rodríguez cometieron su último doble homicidio conocido. Las víctimas fueron Laura Silvana Sirimarco (17) y Fernando Aníbal Marín (20), jóvenes pertenecientes a familias tradicionales de Posadas, cuyos cuerpos fueron hallados por una mujer en un camino terrado, en cercanías al arroyo Itaembé Miní, con lesiones cortantes y disparos. La Bestia Misionera y su historial que lo sigue teniendo tras las rejas Domingo Jesús Penteado (69) purga actualmente una condena en la cárcel de Oberá por asesinar de forma cruenta a Norma Esther Sequeira de 16 años, en Colonia Río Victoria -jurisdicción de San Vicente-, en abril de 1995. Sin embargo, su prontuario inició 11 años antes, cuando mató a su madre de un hachazo en el paraje Machadiño, en Arroyo del Medio, a unos diez kilómetros del municipio de Cerro Azul. Su nombre se repite en los archivos judiciales de la provincia de Misiones y es llamado en el común de los misioneros, y entre los profesionales de la Justicia que debieron trabajar en sus causas, como la Bestia Misionera. Convertido a la religión cristiana, Penteado reconoció la gravedad de sus actos y anheló -en una entrevista que dio en exclusiva a El Territorio- una oportunidad para volver a reinsertarse en la sociedad. “Todos los días rezo por el perdón de mis pecados”, compartió en una charla que dio tiempo atrás. Si bien ya cumplió la pena de 25 años de prisión por el asesinato de Sequeira (16), Penteado sigue recluido en un pabellón de la Unidad Penal II de Oberá. Primer crimen En 1984, el homicida tenía 28 años cuando atacó de un hachazo en la cabeza a su mamá, Vergelina Medina (60), con quien vivía en el paraje Machadiño. Quiso deshacerse de ella ocultando el cuerpo en un pozo. El ataque ocurrió en octubre de ese año. Recién cinco meses después, en marzo de 1985, confesó lo que había hecho. Esto luego de que se iniciara una investigación a raíz de una denuncia por la desaparición de la mujer. Ante las autoridades, argumentó que todo fue consecuencia de una discusión con su progenitora, porque ella no quería vender la chacra familiar. Estuvo pocos meses en prisión cuando una junta médica lo declaró inimputable -es decir, que no comprendía la gravedad de sus actos-, por lo que fue traslado a la Unidad Penal de Loreto. Allí pasó siete años hasta que, por orden del juez José Domingo Rotela fue excarcelado. Pero el delito por el que la Bestia pasó poco más de la mitad de su vida en prisión fue por la muerte de Norma Esther Sequeira, una chica de 16 años que vivía en una chacra en Colonia Río Victoria, en San Vicente. La joven salió de su casa a visitar a su hermana mayor Elva Rosa, pero nunca llegó. La encontraron sin vida y de la peor manera, el 25 de abril de 1995. Tenía puñaladas y signos de haber sido abusada. Compartí esta nota:

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