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  • Odiar al periodismo

    Parana » Bicameral

    Fecha: 10/05/2025 12:40

    Por Mariana García (*) El presidente Javier Milei denunció este viernes a los periodista Carlos Pagni, Ari Lijalad, y Viviana Canosa. Los acusa por “calumnias e injurias”. Fuentes judiciales dijeron a elDiarioAR que las denuncias tiene mínimas chances de prosperar. Con cierto hartazgo, agregaron que ese tipo de presentaciónes suelen llegar a los Tribunales sin demasiado sustento legal. Una primera lectura indica que el Presidente optó por el atajo más fácil de quienes tienen recursos y poca tolerancia a la crítica. Esto es recurrir a la justicia para que defienda lo que ellos mismos no pueden defender, sumando una cuota de trabajo extra a Tribunales ya bastante abarrotados de causas con una denuncia que llega floja de papeles. Periodistas habemus de todo tipo, brillantes y mediocres, malos, malísimos, excelentes, rápidos y lentos, honestos y corruptos. De todo se consigue en esta profesión. Y por eso es admisible –y también necesario– que nuestro trabajo sea escrutado. Nos obliga a ser más profesionales, a pensar mejor lo que vamos a decir o escribir. Es parte del juego de la democracia. Pero aquí no está en discusión la tensión natural que hay entre periodismo y poder. Al confirmarse su presencia en el canal, el Gordo Dan –cuyo nombre es Daniel Parisini– y el resto de personajes que lo acompañan en el programa denominado “La Misa” festejaron al grito de “la tienen adentro” mientras que con sus manos simulaban gestos de fornicar vaya a saber qué cosa. Ante esos interlocutores se sentó el Presidente de la Nación el jueves pasado. Estuvo sentado allí casi 6 horas, desde las 20 hasta casi las 2 de la mañana. Apenas arrancó su exposición –no podríamos llamar “entrevista” a lo que ocurrió allí– el Presidente le dijo a Parisini: “¿Tenés la libreta con los periodistas que tengo que meter en cana? ¿Y los funcionarios que tengo que echar? Son tan rudimentarios… y están enfermos de literalidad, no entienden la ironía”. “Mierdas”, “prostitutas”, “mandriles”, “soretes”, “infradotados”, son algunos de los términos con los que el Presidente se refiere a los periodistas. Lo hizo también el jueves donde repartió insultos a una docena de periodistas a los que les cambiaba el nombre de tal manera que el resultado era siempre denigrante. Por las risotadas de sus interlocutores debieran resultar ser graciosos. Vistos desde la pantalla se asemejaban más a las picardías de los niños pequeños cuando descubren una grosería. Así, entre insultos, palabrotas y risotadas de una mesa que desbordaba testosterona, el Presidente dijo que los periodistas “son las prostitutas de los políticos”. “Si odias al político, al periodista odialo más porque cobran para hacer lo que el político no hace”, sostuvo. Y una vez más volvió a decir que “no odiamos lo suficiente a los periodistas”. Esto no pretende ser una defensa corporativa ni mucho menos, porque, como se dijo más arriba, los periodistas no somos quienes para creernos ajenos a las críticas y los enojos. Pero si es una defensa de lo distinto, de los que piensan diferente al Presidente, al periodista que ven en la pantalla o leen en un diario, de los que no comparten la opinión del vecino, el amigo, la tía o el que está detrás en la fila del supermercado. Las denuncias que este viernes hizo contra tres periodistas –más allá de que prosperen o no– representan un paso más en su avanzada no contra el periodismo sino contra los que opinan distinto. Pero además, Milei arrremete contra un gremio devastado por los salarios por debajo de la línea de pobreza, el pluriempleo y trabajos sin relación de dependencia. La gran mayoría de este gremio no cuenta con recursos para pagar un abogado en caso de que al Presidente se le ocurra revolear una denuncia por un comentario que no le gustó. En ese contexto, las denuncias presentadas este viernes deberían encender una señal de alarma en el sistema democrático que, nunca está demás volver a recordarlo, garantiza la libertad de expresión en uno de los artículos más imporantes de su Constitución, el 14. El miércoles, durante la reunión de sumario de elDiarioAR discutimos sí debíamos darle cobertura a la presentación del Presidente en el streaming libertario Carajo. En el año y medio que Javier Milei lleva en el Gobierno dejó de sorprendernos las palabrotas y los gestos obsenos de quien tiene a su cargo la Presidencia de la Nación. No es una buena práctica dejar de sorprenderse ante la agresión. Y por más que sus insultos resulten recurrentes y trillados deberíamos seguir dando cuenta de ellos y por eso decidimos dar cuenta de lo que allí ocurrió Este jueves, en un país donde llegar a fin de mes sigue siendo una odisea para más de la mitad de la población, el Presidente de la Nación repartió a lo largo de seis horas, en un programa que también hace del insulto un culto, y acompñado por dos miembros de su Gobierno. No debería resultarnos indiferente. (*) Publicado en ElDiarioAR

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