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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 10/05/2025 05:04
El Papa León XIV, en su primera aparición (REUTERS/Yara Nardi) El nuevo obispo de Roma enfrenta una ardua misión: timonear la nave de Pedro. Esta expresión alude a su papel como sucesor del apóstol Pedro en la cátedra romana —y no a su predecesor inmediato—. León XIV, nombre elegido por el cardenal Robert Francis Prevost Martínez, no solo deberá ejercer el gobierno pastoral de la Arquidiócesis de Roma desde la catedral de San Juan de Letrán —la iglesia madre y cabeza de todas las iglesias, como lo proclama la inscripción en su fachada: “Sacrosancta Lateranensis ecclesia omnium urbis et orbis ecclesiarum mater et caput”—, sino también asumir el rol de jefe de Estado de la Santa Sede. Pero, ¿conocemos realmente cuál es la función del Papa de Roma? El Papa es una figura central en la historia de la cristiandad y la geopolítica mundial. Como obispo de Roma es el sucesor del apóstol Pedro y lidera espiritualmente a más de 1.300 millones de católicos, los cuales se encuentran en las 24 Iglesias autónomas que unidas conforman a la Iglesia católica bajo la autoridad del obispo de Roma, y en plena comunión entre todas. El papa Francisco fue el último en ocupar el sitial de Pedro (AFP) Esas iglesias comparten la misma doctrina, sacramentos y magisterio, pero se distinguen por sus ritos litúrgicos, tradiciones espirituales, disciplinas canónicas y estructuras organizativas. La Iglesia latina, también conocida como Iglesia occidental utiliza el rito romano, predominante en Europa, América y gran parte de África y Asia. Su estructura incluye diócesis y arquidiócesis bajo la autoridad de obispos locales. Las otras 23 son las Iglesias católicas orientales, que siguen tradiciones litúrgicas de las cinco familias históricas: alejandrina, antioquena, armenia, bizantina y caldea. Esas Iglesias, como la greco-católica ucraniana, la maronita, la siro-malabar y la copta católica, tienen sus propios patriarcas, arzobispos mayores o metropolitanos, pero reconocen el primado papal. Surgieron de comunidades cristianas orientales que, entre los siglos V y XIX, se reconciliaron con Roma tras cismas históricos, como el de 1054 entre Occidente y Oriente. La Capilla Sixtina, en el Vaticano (REUTERS) La tradición católica fundamenta el papado en el Evangelio de Mateo (16, 18-19), donde Jesús declara a Pedro “piedra” de su Iglesia y le otorga las “llaves del Reino”. Pedro, pescador de Galilea, se convirtió en el primer obispo de Roma tras establecerse en la ciudad, donde fue martirizado alrededor del año 64 d.C. durante el mandato del emperador Nerón. Desde entonces, los obispos de Roma han sido considerados sus sucesores, una tradición que evolucionó desde una primacía honorífica hasta una autoridad universal. En los primeros siglos, el obispo de Roma era uno entre varios patriarcas (junto a Constantinopla, Antioquía, Alejandría y Jerusalén), pero su conexión con Pedro y la capital imperial le otorgó preeminencia. Durante el siglo IV, con el Edicto de Milán (313) y la legalización del cristianismo, el Papa adquirió mayor influencia. Papas como Dámaso I (366-384) y León I (440-461) consolidaron la primacía romana, argumentando la sucesión petrina frente a las Iglesias orientales. El Concilio Vaticano I (1870) definió el dogma del primado papal y la infalibilidad, afirmando que el Papa tiene jurisdicción universal y que sus definiciones ex cathedra en fe y moral son irreformables. Como sucesor de Pedro, el Papa preside el Colegio episcopal, nombra obispos, canoniza santos, convoca concilios y promulga doctrina. Su rol pastoral incluye fomentar la unidad, evangelizar y abordar cuestiones modernas, como la pobreza o el cambio climático, un legado visible en pontificados como el de Juan XXIII (1958-1963), quien convocó el Concilio Vaticano II, o Francisco (2013-2025). El papa Juan Pablo II (EFE) El Papa no solo es un líder espiritual, sino también un monarca absoluto del Estado de la Ciudad del Vaticano, creado el 11 de febrero de 1929 mediante los Pactos de Letrán entre Pío XI y el gobierno italiano de Benito Mussolini. Ese acuerdo resolvió la “Cuestión Romana”, originada en 1870 cuando la unificación italiana anexó los Estados Pontificios, dejando a los papas como “prisioneros del Vaticano”. Los Estados Pontificios, surgidos en el siglo VIII, abarcaban vastos territorios en Italia central bajo control papal. Durante más de un milenio, los papas fueron soberanos temporales, ejerciendo poder político y militar. Sin embargo, la pérdida de esos territorios en 1870 obligó a los papas, desde Pío IX, a recluirse en el Vaticano hasta la creación del microestado en 1929. El Estado del Vaticano, con 44 hectáreas y menos de 800 habitantes, garantiza la independencia de la Santa Sede, la entidad jurídica que representa a la Iglesia en el derecho internacional. Como soberano, el Papa delega la administración al Gobernatorato y la Secretaría de Estado, pero retiene la autoridad legislativa, ejecutiva y judicial. La Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas con más de 170 países, y el Papa actúa como mediador en conflictos, como hizo Juan Pablo II durante los últimos años de la Guerra Fría o el diferendo por el Canal de Beagle y Francisco cuando propició el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos en 2014. Los títulos que posee el Papa son solo símbolos de autoridad, pero en torno al servicio. Uno de ellos es Obispo de Roma: es un título primigenio, que lo vincula a la sede de Pedro y la diócesis romana. Otro es Sucesor del Príncipe de los Apóstoles: subraya la herencia petrina. El de Sumo Pontífice de la Iglesia Universal, expresa su jurisdicción sobre todos los católicos, formalizada en el siglo V. También ostenta desde 1929 el de Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano: que refleja su poder temporal. Y además el de Siervo de los Siervos de Dios: fu introducido por Gregorio I (590-604) y simboliza humildad. Otra de sus denominaciones es Santo Padre: término afectivo usado desde la Edad Media. Es por otra parte Primado de Italia y Arzobispo Metropolitano de la Provincia Romana: que son títulos administrativos en Italia. Se lo conoce también como Patriarca de Occidente: fue usado hasta 2006, cuando Benedicto XVI lo suprimió para favorecer el diálogo con las Iglesias orientales. La plaza de San Pedro en el Vaticano, sede del papado (REUTERS/Remo Casilli) Asimismo, su vestidura blanca talar es una tradición que se remonta al siglo XVI, específicamente al pontificado de Pío V (1566-1572). Pío V, miembro de la Orden de los Dominicos, continuó usando la sotana blanca propia de su orden tras ser elegido Papa, en lugar de adoptar los colores papales tradicionales, que incluían rojo y púrpura, asociados con la autoridad imperial y eclesiástica de la época. Los dominicos, fundados en el siglo XIII, usaban el blanco como símbolo de penitencia y pureza, y Pío V decidió mantener esa vestimenta como señal de su compromiso espiritual. Desde entonces, los papas han adoptado la sotana blanca como norma, complementada con el solideo blanco (casquete) y el palio, una banda de lana que simboliza su autoridad pastoral. La tradición se consolidó en los siglos siguientes, y hoy es un distintivo universal del papado. Una excepción notable fue Juan Pablo II, quien ocasionalmente usó otros colores en eventos específicos, pero el blanco sigue siendo la norma. Desde San Pedro hasta el Papa León XIV la Iglesia ha tenido 265 papas. Ese conteo incluye 264 individuos, ya que Benedicto IX (1032-1048) ocupó el cargo tres veces, y hay debates sobre figuras como Esteban II, que murió antes de ser consagrado. La lista abarca mártires, reformadores y controversiales, cada uno marcado por su contexto histórico. Los primeros papas, hasta el siglo IV, enfrentaron persecuciones. Algunos como Clemente I y Calixto I, fueron mártires. Con Constantino, el papado adquirió poder político, especialmente bajo Silvestre I (314-335). En la Edad Media, papas como Gregorio VII (1073-1085) impulsaron la Reforma Gregoriana, fortaleciendo la autoridad papal frente a los emperadores, mientras Inocencio III (1198-1216) marcó el apogeo del poder temporal. El papado enfrentó crisis como el Cisma de Occidente (1378-1417), con papas y antipapas rivales, y el exilio de Aviñón (1309-1377), cuando siete papas residieron en Francia bajo influencia de la monarquía francesa. La Reforma Protestante y la Contrarreforma, liderada por papas como Pío V (1566-1572), redefinieron el catolicismo. En los siglos XIX y XX, el papado se enfocó en lo espiritual tras perder los Estados Pontificios, con figuras como León XIII (1878-1903), pionero en la doctrina social, y Pío XII (1939-1958), cuya actuación durante la Segunda Guerra Mundial sigue siendo debatida. En el siglo XX, Juan Pablo II (1978-2005) globalizó el papado con sus viajes y su oposición al comunismo, mientras Benedicto XVI (2005-2013) se destacó por su teología y también su renuncia, la primera en casi 600 años. Francisco (2013-2025) marcó un hito con su énfasis en la simplicidad y la inclusión. De los 266 papas, 83 son santos, la mayoría de los primeros siglos, y ocho han sido beatificados. El papa Pío XII (AFP) La Santa Sede, como institución espiritual y jurídica, existe desde el siglo I, cuando Pedro estableció la comunidad cristiana en Roma. Sin embargo, su ubicación en el Vaticano es más reciente. En los primeros siglos, los papas residían en el Palacio de Letrán, donado por Constantino, o en otras residencias romanas. La Colina Vaticana, un antiguo cementerio, ganó relevancia tras la construcción de la Basílica de San Pedro (326-333) sobre la tumba del apóstol. Durante la Edad Media, los papas alternaron residencias, especialmente durante el período de Aviñón y tras el regreso a Roma en 1377. La construcción de la actual Basílica de San Pedro (1506-1626) y el desarrollo del Palacio Apostólico consolidaron el Vaticano como centro papal. Tras la pérdida de los Estados Pontificios en 1870, los papas se confinaron al Vaticano, y los Pactos de Letrán de 1929 formalizaron su soberanía sobre el microestado, asegurando la independencia de la Santa Sede. La Basílica de San Pedro es el principal lugar de entierro de los papas. Según los registros vaticanos 91 de los 266 papas sepultados allí. Las Grutas Vaticanas, creadas tras la reconstrucción de la basílica en el siglo XVI, albergan tumbas de papas como Inocencio VIII, Pío XII, Juan Pablo II y Benedicto XVI. La tumba de Pedro, descubierta en excavaciones de 1940-1957, es el núcleo espiritual del sitio. Sin embargo, más de 170 papas descansan fuera de San Pedro, reflejando la movilidad histórica del papado. En la Basílica de San Juan de Letrán están enterrados 22 papas, incluido León XIII. En la Basílica de Santa María la Mayor: hay siete papas, como Clemente VIII. Francisco expresó su deseo de ser sepultado allí. En la Basílica de San Lorenzo Extramuros: descansan cinco papas, incluido Pío IX. También otros papas fueron enterrados en diferentes sitios: Clemente II (Bamberg, Alemania), Adriano IV (Nápoles) y los de Aviñón (Francia) reposan en catedrales o abadías. Algunos, como Esteban VI, fueron exhumados y sus restos perdidos. Hasta el siglo V, los entierros en San Pedro eran raros: los papas se sepultaban en catacumbas o iglesias romanas. La tradición de enterrar en San Pedro se consolidó en la Edad Media, pero no es obligatoria, y las elecciones personales o el exilio influyeron en otros destinos. El papa Francisco está enterrado en basílica de Santa María Mayor (REUTERS/Claudia Greco) El papado es una de las instituciones más longevas de la historia. Ha superado persecuciones, cismas, guerras y revoluciones, adaptándose a cada era. Desde los mártires de los primeros siglos hasta los papas modernos, que abogan por la paz y el diálogo interreligioso, el obispo de Roma ha sido un símbolo de continuidad y renovación. El papa León XIV heredará la misión de guiar a la Iglesia católica en un mundo complejo. Como sucesor de Pedro y soberano del Vaticano, el nuevo pontífice continuará una tradición que combina fe, diplomacia y servicio, demostrando que el papado, arraigado en la historia, sigue siendo relevante en el siglo XXI.
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