09/05/2025 12:03
09/05/2025 12:01
09/05/2025 12:01
09/05/2025 12:01
09/05/2025 12:01
09/05/2025 12:01
09/05/2025 12:00
09/05/2025 12:00
09/05/2025 12:00
09/05/2025 12:00
» TN corrientes
Fecha: 09/05/2025 03:30
Crisis deportiva preocupante Unión pasó de correr al rival “hasta abajo de la cama”, a quedar “de cama” Jueves, 8 de mayo de 2025 De aquel equipo intenso del 2024, pasó a este que no tiene gol, que es endeble defensivamente, que no es molesto para el rival y que se cae física y anímicamente. Madelón sabe que vino a sacarlo de una preocupante zona peligrosa. Unión ha quedado prácticamente eliminado de la Copa Sudamericana, sumando una nueva frustración a esta primera mitad de temporada identificada por un fracaso que no condice con la idea original de invertir y potenciar el plantel que el Kily González había llevado a tener un año sin sobresaltos (el 2024) y una clasificación para volver a jugar el torneo internacional. Ni se potenció y ni siquiera se logró mantener aquella identidad que convirtió a Unión en un equipo molesto, complicado para cualquiera, intenso, dinámico, al que le faltaba pausa y fútbol pero que era capaz de “correr al rival hasta abajo de la cama”. Hoy, Unión es un equipo que está “de cama”. Perdió esa intensidad, observa una clara merma física y hay un problema anímico producto de los malos resultados y de ese estado generalizado de decepción, que seguramente involucrará a los mismos jugadores. De Unión se fueron jugadores clave en el funcionamiento del equipo como Mosqueira, Rivero, Orsini y Balboa, que no se reemplazaron. La equivocada lectura del Kily lo llevó a no traer un volante central (hoy el “5” de marca de Unión es Profini, otrora marcador central), a no reemplazar a los tres delanteros (a Orsini y a Balboa hay que sumar el aporte que hizo Morales) y a traer jugadores a los que les costó amoldarse a su esquema de juego o directamente no encajaban, como pasó con Mauricio Martínez. De los 4,5 millones de dólares invertidos, la mitad se gastó en comprar a Estigarribia y a Colazo. El primero, con orfandad de gol casi absoluta; el segundo, ni siquiera integrando el banco de suplentes. Y llegaron jugadores que gravitaron muy poco y no se amoldaron al ritmo del fútbol argentino, como Franco Fragapane. Entre los tres mencionados, se llevaron buena parte de la inversión, sin ningún resultado. Y a eso deben sumarse Arturia (no jugó un solo minuto), Angulo (más partidos afuera que a disposición), Palacios (generalmente suplente hasta que logró notoriedad en los últimos partidos), Tagliamonte, Ham (discreto desempeño) y Diego Díaz (el que despertó mayores expectativas por su pasado humilde y amateur, pero al que naturalmente le está faltando más roce con el enmarañado fútbol profesional). Un mercado de pases que no aportó soluciones; un técnico que se las arregló bien cuando no podía sumar refuerzos porque el club estaba inhibido y despotricaba contra la situación (recordar aquellas frases del Kily luego de los partidos, cuando presionaba y amenazaba con el portazo), pero que desentonó y se desenfocó por completo cuando pudo incorporar futbolistas para lograr el mentado salto de calidad, y como tercer aspecto, la preparación que no resultó adecuada y dejó mucho que desear, manifestada en el rendimiento del equipo. Todo eso desembocó en que el aspecto defensivo, que había sido bueno el año pasado, se cayera por completo y Unión se convierta en un equipo débil y con fallas en el fondo; y en el área de enfrente, la anemia de gol casi exasperante que, claramente, reflejó Leo Madelón en sus declaraciones: “Nosotros necesitamos crear 7 u 8 situaciones para convertir una” y “si no movés la red del arco de enfrente, te la mueve el rival en la propia”. Es posible que haya cuestiones puntuales, yendo al partido del miércoles, sobre las que se deba poner la lupa. Por ejemplo, que los cambios de Bovaglio le dieron muy buen resultado a un equipo -Palestino - que arriesgó poco en el primer tiempo y que se despertó y atacó cuando iba perdiendo. Y también sobre la postura de Unión, que ganando el partido decidió plantearlo más de contragolpe que atacando. ¿Fue por decisión propia o también incidió la recuperación del rival? Puede que las dos cosas hayan confluido para que el resultado final sea el que fue, con un Unión que no supo aguantar la diferencia ni tampoco consolidarla. Es inevitable entender que la merma física de este equipo se hizo notoria en esta veintena de partidos que ha jugado en el año (o algo más). Quizás haya que remontarse, sin dudas, a la pretemporada. Allí hubo mucho fútbol (partidos amistosos) y posiblemente faltó la vuelta de tuerca en lo físico que significó un aspecto distintivo – y distinguido – del equipo del 2024. Además de las salidas y llegadas, también habrá que sumarle el nivel futbolístico de los que se quedaron. Pardo, Corvalán, Vargas (que repuntó en los últimos partidos) y los hermanos Pittón, bajaron su rendimiento. Es cierto que apareció Del Blanco como una brisa de aire fresco dentro de un clima bastante “contaminado” por ese bajo nivel de muchos jugadores. En fin, un panorama de decadencia futbolística que no pudo frenar a tiempo el Kily y terminó con su salida y que ahora le quedó como “herencia” a Madelón, que sabe que tiene que preparar el equipo para jugar 16 finales (el Clausura de la Liga Profesional) para que el club se mantenga en Primera. Cuesta decirlo pero debe ser admitido de esa manera. El pretendido “salto de calidad” se convirtió en un desesperante momento deportivo de profunda crisis, que deberá ser tomado con muchísima seriedad luego de terminada la participación en la Sudamericana, para salvar al club del descenso y no volver a estar en una situación límite como la que se vivió en 2023. Difícil de creer, pero realidad al fin. Jueves, 8 de mayo de 2025
Ver noticia original