08/05/2025 01:08
08/05/2025 01:05
08/05/2025 01:04
08/05/2025 01:04
08/05/2025 01:04
08/05/2025 01:03
08/05/2025 01:03
08/05/2025 01:03
08/05/2025 01:03
08/05/2025 01:02
Parana » Ahora
Fecha: 07/05/2025 09:04
* Abelito vivía con sus padres que eran ancianos como él. Abelito parecía un niño viejo y los padres un par de muñecos de arcilla seca, dos estatuillas ajadas, dos viejos que se desarmaban como el borde arcilloso de un río al que nadie quiere entrar a bañarse. Ponían al costado del hijo tullido la palangana en la que escupía Abelito. La palangana apoyada en los caños de un sillón de playa en la que lo sentaban sostenido en su carne, como si algo dentro estuviera desvencijado, igual que una bolsa de arena, el torso del hijo otra parte perdida de los padres. La mirada de Abelito caía en una cascada que se desarmaba en azules. Azul el borde de sus ojos, azules las ojeras, azul violeta las comisuras de la boca, azul la frente atravesada por venas altas como cañerías. Lo movían tres veces por día, primero para sacarlo y dejarlo en la puerta, al mediodía lo entraban y volvía a su puesto de guardia a la tarde hasta esperar que la noche se volviera azul marino. Como un barco el cuerpo quieto de Abelito en el frente de una casa vieja. La casa como un océano de tan antigua, con sus movimientos casi quietos igual al agua con el agua, igual al hijo bobo con los padres viejos como marineros en un cuadro, igual a las cosas que no se terminan nunca. *
Ver noticia original