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» Diario Cordoba
Fecha: 02/05/2025 12:45
Como no sé cambiar un enchufe, se prefiere en estas líneas guardar un provechoso respeto siguiendo el ejemplo del presidente Azaña, que dijo que, si en España se hablase solamente de lo que se sabe, se generaría un silencio nacional que podríamos aprovechar para estudiar. Los heraldos del poder, no obstante, están felicitándose de lo bien que han salido las cosas a raíz de la caída catastrófica del sistema eléctrico que, en su conjunto, es un coto regulado hasta sus extremos, donde no se pela un cable sin que lo diga el Gobierno. La izquierda verdadera ha decretado que, en tanto no ha habido saqueos como en las pelis yanquis, todo ha sido ejemplar, así como la derecha ortodoxa estableció la máxima de que las muertes de la dana levantina eran, cachis, cosas de la mala pata. Estamos ante ese estadio peculiar de la civilización que consiste en que un montón de pelotas hace el ridículo más atroz perdonando lo imperdonable, siempre que sea cosa de los nuestros. Si se conforman los mariachis con tan magra explicación sobre lo ocurrido, quiá. Lo suyo es entrar en Red Eléctrica y en el ministerio correspondiente con la navaja barbera abierta para seguir con operadores privados, si es que existen pruebas de negligencia. Alguien, amiguitos, tiene que pagar por estas cosas. En el sistema eléctrico, nótese, todo está intervenido por el Estado, por el partido que en cada caso lo gobierna, en régimen de monopolio. Lo que por lo visto garantiza los beneficios privados milmillonarios y las colocaciones generosas por no se sabe muy bien qué, pero no la correspondiente responsabilidad legal, política y moral. Revisen su factura de la luz. Usted está pagando una fortuna para evitar que estas cosas sucedan por medio de los llamados peajes. Entre atentado informático y fallo sistémico de gestión, la peor de las opciones es la segunda. No hay que ser perito para atender el reguero de migas. El sistema eléctrico se ha cambiado a tirones, con más tejas que cimientos, con una política gubernamental que decía Diego y digo a la vez. Dando por bueno el dineral de los fondos de inversión en el extremo de la generación por encima de las necesidades de la columna vertebral, de la estructura, de la distribución. Repasar los compromisos de infraestructuras no atendidos, la mano política, es llorar. Y así llegamos al pensamiento débil de la excepción ibérica, en puridad un lastre, y a tener que darle la enhorabuena por el apagón a los faros de la moralidad y la decencia. Qué pacientes, los españoles. Qué ejemplo, qué buenas personas. Una cosa bárbara. *Periodista
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