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» Misionesopina
Fecha: 26/04/2025 11:30
Por Luis Huls Las elecciones del próximo 8 de junio en Misiones no solo renovarán bancas legislativas y cargos municipales, sino que también pondrán a prueba el verdadero peso electoral del fenómeno libertario en la provincia. A menos de un año del triunfo arrasador de Javier Milei en el balotaje 2023, donde obtuvo un contundente 57% de los votos en suelo misionero, ese mismo electorado "libertario" hoy se enfrenta a un escenario de dispersión, confusión y pérdida de potencia. El llamado “voto libertario descontento”, ese que surgió como reacción al hartazgo con la política tradicional, la inflación descontrolada y el rechazo al “Estado presente”, hoy se encuentra sin una referencia clara en Misiones. En lugar de canalizarse en una opción fuerte y unificada, ese caudal de votos se desparrama en tres frentes que compiten entre sí y, paradójicamente, terminan favoreciendo al oficialismo renovador. Tres sellos, una misma bandera: la fragmentación del voto El primer problema para el votante libertario promedio es identificar quién representa realmente el proyecto de Javier Milei en la provincia. A diferencia del escenario nacional, donde La Libertad Avanza es la marca registrada del presidente, en Misiones el panorama es mucho más difuso. Por un lado, aparece La Libertad Avanza Misiones, que logró obtener el sello oficial del espacio libertario institucional que conduce el abogado excobrador de impuestos de la Municipalidad, Adrian Núñez, con la bendición de Karina Milei y Lule Menem. Este frente nuclea a dirigentes que, en muchos casos, no formaban parte del armado original pero que supieron alinearse a la conducción nacional y obtener el reconocimiento. Por otro lado, el Partido Libertario, que había sido la cuna natural del mileísmo misionero, quedó al margen de ese respaldo nacional y decidió competir por fuera, con su propia estructura y candidatos. Este espacio, aunque más auténtico en términos ideológicos, enfrenta serias limitaciones territoriales y de recursos. Ahora se sumaron los radicales con peluca, a último momento, Martín Arjol, Pablo Argañaraz, Rodrigo de Arrechea y sus adherentes, después de quedar afuera de la convención Radical donde se eligieron candidaturas. Pero la sorpresa —o la jugada maestra— es la tercera vía: el Frente Renovador de la Concordia, el partido que gobierna Misiones desde hace más de dos décadas, que hábilmente cooptó parte del discurso libertario y sumó a sus listas a figuras que se identifican con esa corriente, especialmente en municipios estratégicos. Sin ser libertarios puros, muchos candidatos renovadores hoy apelan al mensaje de austeridad, crítica al gasto público y libertad económica, buscando seducir al votante desencantado. Confusión en el cuarto oscuro El resultado de este escenario es un verdadero laberinto electoral para los ciudadanos que en 2023 votaron convencidos por Milei y su motosierra. Con más de 200 sublemas distribuidos en distintos frentes, y con candidatos que se disputan la etiqueta de "libertarios", el riesgo de confusión es altísimo. Muchos votantes ingresarán al cuarto oscuro sin tener claro cuál es la boleta que verdaderamente representa su convicción ideológica. La falta de estructuras consolidadas, la proliferación de sublemas con nombres similares y la ausencia de figuras de peso que ordenen el espacio libertario, generan un panorama donde el voto se diluye y pierde efectividad. Lo que en 2023 fue un tsunami libertario, hoy amenaza con transformarse en pequeñas olas que se estrellan sin fuerza contra las rocas de un sistema político misionero que conoce a la perfección el arte de desactivar opositores. La ingeniería renovadora: en río revuelto, ganancia oficialista Detrás de este desparramo no hay casualidades. El Frente Renovador de la Concordia, con su histórica capacidad de supervivencia y adaptación, ha tejido una delicada ingeniería política para desguazar a la oposición y llegar fortalecido a las urnas. La estrategia fue clara: dejar que los libertarios se dividan entre sellos, seducir a referentes locales con ofrecimientos tentadores, fomentar las internas opositoras y, al mismo tiempo, posicionar a sus propios candidatos con un discurso "anti-casta" suavizado, adaptado al electorado misionero. Mientras los espacios opositores se fragmentaban y peleaban por la representación del voto bronca, la Renovación consolidó su aparato territorial, presentó listas competitivas en todos los municipios y blindó su hegemonía legislativa. En un contexto de malhumor social por la crisis económica, el desempleo y la caída del poder adquisitivo, el oficialismo optó por no confrontar directamente con el fenómeno Milei, sino por absorberlo, reinterpretarlo y neutralizarlo. Así, el "voto libertario descontento" que surgió como una amenaza a los oficialismos tradicionales, termina siendo funcional al esquema que buscaba combatir. La dispersión de opciones, la confusión en el electorado y la falta de un liderazgo claro, convierten a ese 57% obtenido en 2023 en un recuerdo lejano, imposible de replicar en una elección legislativa provincial. El río revuelto generado por la multiplicación de frentes libertarios favorece, una vez más, al pescador más experimentado: la Renovación. Con paciencia y astucia, el oficialismo misionero logró desactivar la mayor amenaza política de los últimos años sin necesidad de enfrentamientos directos, sino dejando que la propia dinámica opositora haga el trabajo. El 8 de junio, más allá de los porcentajes finales, quedará demostrado que en Misiones no basta con la motosierra ni con los discursos incendiarios para ganar poder real. Sin estructura, sin conducción y con un electorado confundido, el libertarismo misionero quedará como testigo de su propia incapacidad de organización, mientras la Renovación seguirá escribiendo otro capítulo de su dominio político. Porque en Misiones, más que en cualquier otro lugar, la política no se improvisa. Y los votos bronca, si no están bien dirigidos, solo sirven para reforzar al poder que dicen querer derribar.
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