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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 26/04/2025 03:04
El 26 de abril de 1937 fue reducida a escombros la ciudad de Guernica (AP) La autenticidad de la historia es improbable, pero aún así la situación que describe es de una contundencia brutal. Cuenta que un oficial nazi visitó el estudio de Pablo Picasso en Paris y allí se topó con la enorme tela donde el pintor malagueño había desplegado, con negros, blancos y diferentes tonos de gris, una violenta escena de sufrimiento y destrucción, su mirada sobre el horror de la guerra. Después de observarla con atención, el oficial lo interrogó: -¿Esto es obra suya? -No, ustedes lo hicieron –le respondió Picasso. A la pintura en cuestión, un óleo sobre lienzo de 3,50 metros de altura por 7,80 de largo, Picasso la había llamado Guernica por la ciudad del País Vasco bombardeada por la aviación alemana la tarde del 26 de abril de 1937 en apoyo a las tropas franquistas, en uno de los episodios más cruentos e injustificables de la Guerra Civil Española. Ese día, en poco menos de cuatro horas, dos oleadas de aviones enviados por Adolf Hitler para apoyar el levantamiento de Francisco Franco contra la República arrojaron toneladas de explosivos que destruyeron casi todos los edificios y dejaron un tendal de 1.654 muertos y 889 heridos, casi la mitad de los habitantes del lugar. A eso se refería, en la improbable anécdota, el pintor al decir “ustedes lo hicieron”. La participación de tropas y aviones de la Alemania nazi y la Italia fascista fue decisiva para el desenlace de la guerra civil que se desarrolló en España entre 1936 y 1939. Hitler había tomado la decisión de ayudar a Franco poco después de su levantamiento. Para hacerlo ordenó a sus generales preparar un Plan Mayor Oficial y crear la Legión Cóndor, una unidad de combate especialmente formada para apoyar a las fuerzas sublevadas. A nivel operativo, el jefe militar del contingente alemán era el mayor general Hugo von Sperrle, que actuaba como asesor militar de Franco para el empleo de la fuerza alemana. Al mismo tiempo, la presencia italiana en el conflicto, decidida por Mussolini para colaborar con la instalación de otro régimen fascista en Europa, se materializó en unos 80.000 legionarios con el apoyo de aviones y barcos. Aviones de Hitler y Mussolini arrasaron con la ciudad vasca de Guernica. Eligieron la fecha porque ese día iba a haber unas 10.000 personas en el lugar Luego del fracaso en los intentos de capturar Madrid en las batallas del Jarama y de Guadalajara, que se desarrollaron en febrero y marzo de 1937, los aliados alemanes e italianos le sugirieron a Franco centrarse en el Frente Norte. Para llevar a cabo la ofensiva, se concentró allí a la Legión Cóndor y a una parte de los contingentes italianos. Fueron los alemanes, partidarios del uso agresivo de la fuerza aérea para volcar a su favor el conflicto, quienes decidieron bombardear Guernica. La planificación corrió por cuenta del propio jefe de la Legión Cóndor, von Sperrle, y de su jefe de Estado Mayor, el teniente coronel Wolfram von Richthofen. La aviación sería la punta de lanza de la ofensiva, con un poder de fuego nunca visto en el transcurso de la guerra: 129 aviones. La Aviación Legionaria Italiana aportó 54, con una potencia de fuego de 148 ametralladoras y una capacidad de bombardeo de 21.5 toneladas. Los 85 aviones de la Legión Cóndor aportaron otras 190 armas de fuego y 51 toneladas de bombas. Bombas contra civiles indefensos La idea de los alemanes era realizar un ataque devastador, capaz de desmoralizar a los republicanos –y a los civiles que los apoyaban– por imperio del terror. La elección de Guernica se debió a que el pueblo era bastante grande como para ser un objetivo militar de envergadura, pero también de una superficie que permitía destruirlo completamente. Además, estaba a poca distancia del frente de batalla, lo cual permitiría a los franquistas tomar la población sin mayor esfuerzo en los días posteriores al bombardeo. La fecha fijada para perpetrar la operación no se decidió solamente por razones climáticas: el lunes 26 de abril era día de mercado en Guernica, por lo cual llegarían al pueblo habitantes de localidades vecinas. Los alemanes calcularon que habría unas diez mil personas concentradas en un área de menos de un kilómetro cuadrado. El bombardeo causaría un mayor número de muertos que se traduciría en un fuerte efecto propagandístico y, también, en un golpe a la moral de combate de las tropas que defendían a la República. El ataque comenzó a las 16:20 y se prolongó durante tres horas y veinte minutos. Lo inició un bombardero ligero Heinkel HE51 de la Legión Cóndor, que lanzó seis bombas. Lo siguieron tres aviones italianos que también dejaron caer bombas sobre el centro del pueblo. De allí en más y durante unos cuarenta minutos, se sucedieron varias oleadas de bombardeos que derribaron edificios y sembraron heridos y muertos por doquier. Después de las bombas se produjo la segunda parte del ataque, alrededor de las cinco de la tarde, a cargo de aviones más livianos que cruzaron el pueblo y sus alrededores a vuelo rasante disparando con ametralladoras a la población. Como resultado del bombardeo a Guernica hubo más de 1.600 muertos y casi 900 heridos La tercera oleada estuvo a cargo de bombarderos Junkers JU52 que descargaron explosivos sobre todo el pueblo durante media hora y, finalmente, volvieron los livianos para arrojar nuevamente bombas y repetir los vuelos en círculo con fuego de metralla. Cuando se alejó el último de los aviones en Guernica casi no quedaba una casa intacta. Las bombas destruyeron totalmente el 85% de los edificios y causaron incendios que los sobrevivientes demoraron tres días en extinguir. Testimonios del horror “Las bombas caían sin parar y muchos corrimos al campo. Vimos cosas terribles. Vimos a una familia que conocíamos porque vivía en nuestra calle esconderse en un bosque. Allí estaban la madre, dos hijos y la abuela. Los aviones volaron en círculos sobre ellos durante un largo tiempo y, al fin, aterrorizados, les obligaron a salir de su refugio. Se refugiaron en una zanja. Vimos a la abuelita cubrir al niño con el delantal. Los aviones volaron bajo y los mataron a todos en la zanja, excepto al niño. Pronto se puso en pie y empezó a vagar por el campo, llorando. Y lo mataron a él también. Había cuerpos por todo el campo. Más tarde tuvimos que recogerlos con cestas. Después de un tiempo los aviones se marcharon y volvimos a entrar en Guernica. No era sino una ruina humeante”. Imanol Aguirre tenía 12 años el 26 de abril de 1937, cuando los aviones alemanes e italianos comenzaron a dejar caer sus bombas sobre la ciudad vasca de Guernica y masacraron a la población civil. Sus recuerdos –junto con los de otros sobrevivientes– fueron recogidos en 1976 por el historiador Xabier Irujo y constituyen el testimonio vivo más importante del ataque aéreo que simboliza la barbarie del bando franquista durante la guerra civil española. El sacerdote Alberto Onaindía describió el bombardeo en una horrorizada carta que le envió al cardenal Isidro Gomá: “Llego de Bilbao con el alma destrozada después de haber presenciado personalmente el horrendo crimen que se ha perpetrado contra la pacífica villa de Guernica, símbolo de las tradiciones seculares del pueblo vasco... tres horas de espanto y escenas dantescas. Niños y madres hundidos en las cunetas, madres que rezaban en alta voz, un pueblo creyente asesinado por criminales que no sienten el menor alarde de humanidad. Todo eso se pisoteó en Guernica. ¿Quién será el cruel personaje que en frío y en el gabinete de estudio ha planeado ese crimen espantoso de incendiar y matar a toda una población pacífica?”. Los franquistas niegan Los republicanos denunciaron el ataque indiscriminado a la población civil y la participación de aviones extranjeros en la masacre. El presidente del Gobierno Vasco, José Antonio Aguirre, acusó directamente a la Legión Cóndor: “Los aviadores alemanes al servicio de los facciosos españoles han bombardeado Guernica, incendiando la histórica villa, que tanta veneración tiene entre los vascos. Nos han querido herir en lo más sensible de nuestros sentimientos patrios, dejando una vez más de manifiesto lo que Euskadi puede esperar de los que no vacilan en destruir hasta el santuario que recuerda siglos de nuestra libertad y de nuestra democracia”, denunció. Los franquistas respondieron con una versión insólita de los hechos que no demoró en derrumbarse. Intentaron hacer pasar el bombardeo como una operación de “falsa bandera”: “Son completamente falsas las noticias transmitidas por el ridículo presidente de la República de Euskadi relativas al incendio provocado por las bombas de nuestros aviones en Guernica. Nuestros aviadores no han recibido ninguna orden de bombardear esa población. En la imposibilidad de contener el avance de nuestras tropas, los rojos han destruido todo y acusan a los nacionalistas de hechos que no son más que la puesta en práctica de sus criminales designios (…) ¡Miente Aguirre! Miente vilmente. En primer término, no hay aviación alemana ni extranjera en la España Nacional. Hay aviación española. Noble, heroica aviación española que lucha constantemente con aviones rojos que son rusos, franceses y conducen aviadores extranjeros. En segundo lugar, Guernica no ha sido incendiada por nosotros, la España de Franco no incendia”, decía el comunicado difundido por el alto mando de los “nacionales”. La pintura de Pablo Picasso lleva un nombre: Guernica. Y expresa el horror sufrido por la población de la ciudad vasca bombardeada Con el correr de los días, los principales diarios de mundo –con la excepción de los alemanes, los italianos y los que respondían a los sublevados franquistas en España – dieron la noticia y fueron sumando datos e imágenes del horror. Las fotos de la destrucción de Guernica recorrieron el mundo. Las pruebas de la participación de aviones alemanes e italianos en la masacre se sumaron una detrás de otra hasta no dejar ninguna duda sobre sus autores. En cambio, la versión oficial de la dictadura franquista durante sus casi cuarenta años de existencia fue siempre la misma: “Fueron los rojos”. “Océano de dolor y de muerte” Pablo Picasso vio las primeras imágenes de la destrucción de Guernica en un diario parisino al día siguiente de la masacre. El pintor contaría después que ese mismo día se propuso denunciar el horror del bombardeo con sus propias armas: las pinturas y los pinceles. Trabajó febrilmente durante los dos meses que siguieron al ataque, primero con bocetos a lápiz sobre papel y después pintando y corrigiendo las imágenes una y otra vez sobre la tela. Llegó a hacer 45 bocetos, sobre papel y sobre lienzo, antes de encontrar la versión definitiva. Y al volcarla en el enorme lienzo final siguió corrigiendo y modificando la obra hasta quedar satisfecho. Sabía lo que quería expresar. El 12 de julio de 1937, en el pabellón español de la Exposición Internacional de París, el público pudo ver por primera vez el resultado de su trabajo. El título de la obra tenía una sola palabra: “Guernica”. Al presentarla, Picasso dijo: “Con el Guernica, expreso con claridad mi odio hacia la casta militar que ha hecho naufragar España en un océano de dolor y de muerte”. Todavía no habían pasado tres meses desde el bombardeo.
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