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  • Un poco de cultura, un poco de política: empezó la Feria del Libro

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 24/04/2025 22:33

    Protestas por Osvaldo Bayer en la Feria del Libro de Buenos Aires Algo iba a pasar y algo pasó. Hace rato que la inauguración de la Feria del Libro de Buenos Aires es mucho más que discursos oficiales, palmadas en el hombro y corte de cinta: es el momento político del evento cultural más grande y multitudinario de la Argentina. No se desaprovecha ese escenario y no se desaprovechó: cuando el escritor Juan Sasturain terminó de hacer sus palabras inaugurales, muchos se levantaron en el público y elevaron algo la imagen de un hombre viejo. No necesitaba epígrafe: era Osvaldo Bayer, la imagen de Osvaldo Bayer en la escultura que a fin de año derribó Vialidad Nacional. Las manos que alzaban su figura eran las de los mismos que dan charlas y firman libros en la Feria: autores como Claudia Piñeiro, Guillermo Martínez, Selva Almada, Enzo Maqueira, Gonzalo Unamuno y Andrea Giunta, entre otros. Así, con un reclamo firme pero también tranquilo, con una toma de posición, empezó la Feria del Libro. Pero no fue lo primero que pasó: antes, ese conjunto inquieto y politizado que forma el sector editorial, ya había mostrado su contundencia. Lo supo el secretario de Cultura Leonardo Cifelli quien, tras acercase a los organizadores de la Feria durante los últimos meses, decidió presentarse y hablar en esta apertura. No iba a ser una formalidad: en el segundo párrafo agradeció al nuevo presidente de la Fundación El libro, la “decisión de dejar atrás el tono politizado y confrontativo que se marcó en las ediciones anteriores”. Y ahí le llegaron los primeros abucheos. En el nombre de Milei Pero Cifelli no retrocedió: dijo “Javier Milei” y lo volvieron a abuchear, dijo que el gobierno promovía “una cultura libre y sin una orientación ideológica” y lo abucheraron de nuevo, dijo que la política partidaria no debe intervenir en la cultura y lo abuchearon pero también lo aplaudieron. Habló de “gastos innecesarios” de la gestión anterior, el kirchnerismo. Y otra vez, se mezcló apoyo y rechazo. Leonardo Cifelli y su discurso de apertura en la Feria del Libro. En la Feria, “habían dejado era un stand netamente publicitario”, aseguró, para justificar el retiro del gobierno nacional. Algunos se enojaron. Se escucharon gritos puntuales, reclamos por “el gasto innecesario” del viaje de la comitiva presidencial a Roma, algún epíteto de salón. ¿Iba a poder terminar o, como pasó algún año, se iba a bajar con el discurso en el bolsillo? Cifelli canchereó –“Son los de siempre Raúl, no te preocupes”- y confrontó: “¿Ustedes sacaron el cepo o Javier Milei?” También dio números, dijo que había 1500 millones de pesos para las Bibliotecas Populares, habló de colaboración con el sector editorial. Llegó hasta el final. Sin embargo, un rato antes, no habían sido brillantes los números de Christian Rainone, el presidente de la Fundación que había hecho las paces con el gobierno tras un 2024 agitado, con la conducción de Alejandro Vaccaro. Las ventas, informó, este año subieron un 10 por ciento pero en 2024 habían bajado el 30. Amable, cálido, Rainone empezó hablando del Papa Francisco -“Te vamos a extrañar, Papa argentino”-, poniendo en la pantalla una foto enorme del equipo profesional que hace la Feria del Libro y contando sus proyectos de innovar hasta en el logo. Contó que se habían reunido 12.000 ejemplares para las bibliotecas de Bahía Blanca, que también sufrieron la inundación. Y saludó el programa Libro %, de Bibliotecas Populares, que cumple 20 años. Rainone elogió que el Estado nacional haya decidido volver a apoyar la participación de editores argentinos en Ferias del Libro de otros países, lo que agiliza la difusión de la literatura argentina en el mundo. Pero también señaló que el Programa Sur –que sostiene la traducción de obras argentinas- tiene un financiamiento insuficiente, lo que nos deja en desventaja con otros países. Christian Rainone, nuevo presidente de la Fundación El Libro. Como se hizo tantas veces, como se escucha desde las inauguraciones de los años 90, el presidente de la Fundación El Libro pidió “solución al problema del recupero del IVA para las librerías”. La medida, dijo, “no solo aliviaría su carga financiera, sino que también fortalecería nuestro canal tradicional de distribución, facilitando la expansión y sostenibilidad de los puntos de venta en todo el país”. Y deseó: “Ojalá sea yo el último presidente que lo pide en una inauguración”. Pero, por si no se había entendido, volvió: “Es necesario reducir presión tributaria que recae sobre toda nuestra cadena productiva”. Rainone, líder aquí del sector editorial, expresó un propósito ambicioso: “En mi gestión buscaré seguir profundizando el diálogo con todas las instituciones y gobiernos, para así instalar tanto a nuestro sector como a las demás industrias culturales como políticas de Estado, para que nunca más estén sujetas a las voluntades temporales de quienes gobiernen”. Cuando terminó de hablar Rainone tuvo su espacio Abdulatif Alwasil, cabeza de la delegació de Ryadh, la capital de Arabia Saudita, que es la ciudad invitada a la Feria este año. En árabe, y seguido por un traductor, Alwasil agradeció al Jefe de Gobierno porteño Jorge Macri y a su ministra de Cultura Gabriela Ricardes. Trazó paralelos entre las dos ciudades: “El patrimonio cultural refleja la originalidad que distingue a ambas ciudades”. Alwasil también habló de que, con visitas como esta, “contribuimos al enriquecimiento de la comprensión humana y el fomento del diálogo entre civilizaciones”. Y, también, “al fortalecimiento de la amistad entre nuestros pueblos”. Desde Buenos Aires Luego subió, sonriente, el Jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri. “La partida del Papa Francisco nos conmueve profundamente, su mirada humanista es parte del legado que queremos conservar”, dijo. Y tendió un puente: “Podemos no coincidir en muchas cosas pero hay algo que nos une: el valor de la cultura y el lugar que ocupa en Buenos Aires. Macri se refirió a los editores como “un sector privado que emprende, genera trabajos” y, ante lo que es una preocupación en esta época, prometió: “No vamos a permitir que ninguna librería cierre en Buenos Aires”. Para eso, anunció que se estaba enviando un proyecto para que las librerías no paguen Ingresos Brutos por el alquiler de sus locales. Con un pie sutilmente en la campaña en curso, tomó distancia de La Libertad Avanza: “Vamos a discutir en la legislatura qué cosas son para algunos un gasto pero para nosotros una inversión”. Quedó claro. Macri cerró recordando que Vargas Llosa, cuando era chico, “no soñaba con conocer París sino Buenos Aires”. La hora del escritor Entonces subió Juan Sasturain, exidrector de la Biblioteca Nacional, autor de obras célebres como Perramus (esa novela gráfica ilustrada por Alberto Breccia en la que Borges es un personaje). Cómodo, sonriendo, de local, Sasturain se sirvió una copa de agua y arrancó un discurso que duraría más de una hora que dedicó a Roberto Fontanarrosa. Sasturain señaló la diferencia entre el uso del “yo” y del “uno”. Uno es tercera persona, dijo, pero es personas. Y en este uso muy argentino, “lo personal y lo colectivo son indisolubles”. Habló, claro, del famoso tango Uno, de Enrique Santos Discópolo, autor también de Cambalache. “Estos son tiempos discepolianos. Un cambalache”, señaló. “El plural de ese uno es alternativo: puede ser el yo de un nosotros o el de todos o algunos o muchos o todas esas cosas a la vez, porque tiene que ver con la otra pata de la comunicación: el receptor", leyó Sasturain. Y ahí tiró una definición que la platea celebró: “Uno, en cambio, no se dirige a estos todos presentes en tanto clientes / socios / cómplices/ copropietarios/ usuarios/ inversores / seguidores de pantalla / apostadores/ trolls y todas las variables de la enfermedad utilitaria”. Más adelante, citó a Albert Camus: “La intolerancia, la estupidez y el fanatismo pueden combatirse por separado, pero cuando se juntan no hay esperanza”. Y contestó: Así que sólo es cuestión de prepararse para combatir igual. Porque la esperanza es lo único que no se negocia". Hacia el final de una bella, literaria, exposición, Sasturain habló “del Mal de Bierce, enfermedad social degenerativa que conlleva, en su etapa final, la pérdida irreparable de la vergüenza”. Y, para explicar de qué hablaba, citó un poema suyo que diciendo que “vivimos El tiempo de los sin vergüenza”. Risas, claro, en la sala. Y después, Bayer. Literatura, ironía, chicana, protesta, política: la Feria del Libro de Buenos Aires en su esplendor. Fotos Gustavo Gavotti y Fundación El Libro

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