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» Diario Cordoba
Fecha: 22/04/2025 03:26
Este es un artículo de agradecimiento. Un agradecimiento al Dios en el que creo por los casi trece años del papado de Francisco, por su magisterio, por su presencia, por su ejemplo. No ha sido el papado de Francisco un papado fácil, pues ha tenido que hacer frente a retos importantes, al tiempo que conectaba a la Iglesia con los grandes temas de nuestro tiempo. El primer reto que tuvo que afrontar y sobre el que fijó una posición clara fue el de la pederastia, en no pocas diócesis y en algunas órdenes religiosas. Este hecho se había ido conociendo a lo largo de los papados anteriores, pero se hizo muy poco. No ha sido hasta que el papa Francisco lo abordó, también por la imposibilidad de negar la evidencia, que se reconoció la magnitud del problema. Cada diócesis y cada orden religiosa ha afrontado este problema de una forma diferente, algunas han sido ejemplares, otras más renuentes, pero desde Roma se mantuvo la consigna de la verdad y la transparencia, quizás porque el papa Francisco fue consciente de que, además de lo contradictorio del abuso con el mensaje evangélico, la posición y la credibilidad de la Iglesia está comprometida por este escándalo en no pocos países. Un segundo reto que el papa Francisco ha tenido que enfrentar es el de la superación social de algunas cuestiones de moral sexual. Los temas de las relaciones prematrimoniales, la cuestión de los anticonceptivos, el divorcio o las parejas de hecho están siendo superados por la práctica de la mayoría de los bautizados, y supone un alejamiento de la realidad social por parte de la Iglesia, por lo que el papa Francisco, sin cambiar la posición doctrinal, ha dado una interpretación más acorde con el signo de los tiempos. Y algo parecido ocurre con la homosexualidad y la identidad sexual, un tema que el papa ha tratado con respeto y apertura de mente, lo que le ha ganado no pocas críticas. Pero si hay un tema de nuestro tiempo en el que papa Francisco ha dejado un mensaje claro es el de su preocupación por la pobreza y la desigualdad, por la solidaridad con las generaciones futuras, por el compromiso con la Creación y todo lo creado. De ahí sus encíclicas y exhortaciones sobre la pobreza, sobre el medio ambiente. De ahí su permanente apelación a la solidaridad, a la justicia, a la igualdad. Desde la elección del nombre de “Francisco” (en homenaje a la figura del Poverello de Asís), pasando por sus visitas a las islas donde se hacinan los inmigrantes, hasta las iniciativas, más o menos fundadas, de cancelación de la deuda externa para algunos países, el papa Francisco ha sido un papa volcado en el mensaje de la solidaridad y la justicia. Un papa que ha dado voz a los pobres y oprimidos. Sin embargo, al menos en mi opinión, no ha sido un papa valiente en el papel de la mujer dentro de la Iglesia: el de la igualdad radical de la mujer dentro de la Iglesia, pues comunidad (eclesia) somos todos los bautizados. Más aún, fueron mujeres los primeros testigos de la Resurrección, como se leyó en el evangelio de Juan del pasado domingo, y a quienes Jesús se apareció primero, según el evangelio de Marcos. La pederastia, la laicidad en el mundo desarrollado, los cambios sociales, la desigualdad en un mundo en crecimiento y rico, la crisis ambiental, la inmigración, la precaria situación financiera del Vaticano, el riesgo de cisma de la Iglesia alemana, las críticas de parte de la Iglesia norteamericana, la persecución de cristianos en la India, los acuerdos con China, etc. No. No ha sido fácil el papado de Francisco, si a esto se suma la complejidad de la Curia de Roma, su edad y su salud. Ante todo esto, Francisco ha respondido siempre con bondad, con naturalidad, con prudencia. Desde luego, no ha sido un intelectual como Benedicto XVI, aunque no ha estado carente de profundidad teológica, ni un líder político como Juan Pablo II, aunque no ha descuidado su dimensión pública, sino que ha sido básicamente un hombre con una gran trayectoria vital, contradictorio, controvertido, con una mente muy ágil, con un fino sentido del humor, con una aguda percepción, pero, sobre todo, con una inmensa bondad. Y todo eso lo pudimos comprobar en una larga audiencia privada en 2023. Este es un artículo de agradecimiento al Dios en el que creo. Un Dios amor, un Dios bondad, un Dios que se encarna todos los días en todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Hombres y mujeres como Francisco, en el mundo, Jorge Mario Bergoglio. *presidente del Consejo Social de Córdoba
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