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Gualeguay » eldiadegualeguay
Fecha: 21/04/2025 14:51
Los asuntos del Vaticano quedará temporalmente en manos del cardenal camarlengo mientras se celebran los nueve días de exequias y transcurre el plazo para organizar un cónclave que elija al nuevo Papa. Tras la muerte de Francisco, la gestión de los asuntos vaticanos quedará temporalmente en manos del cardenal camarlengo mientras se celebran los nueve días de exequias y transcurre el plazo, de entre 15 y 20 días, para organizar un cónclave que elija al nuevo Papa. El camarlengo actuará como papa «interino», encargado de administrar la Iglesia hasta la elección del nuevo pontífice, aunque con poderes reducidos. El cardenal irlandés Kevin Farrell, de 77 años, fue elegido para este cargo en febrero de 2019. Todos los más altos responsables del «gobierno» de la Iglesia, es decir la Curia Romana, deben dimitir de sus funciones a la muerte del papa, quedando sólo el cardenal camarlengo para administrar los asuntos corrientes de la Iglesia. La palabra «camarlengo» se deriva de la palabra italiana «camera», que significa cámara. Describe una función puramente administrativa que adquiere su importancia cuando muere un papa. El camarlengo se encarga de administrar el Vaticano y, con la ayuda de los cardenales presentes -reunidos en la «Congregación»- fija la fecha de las exequias y de la convocatoria del cónclave. Cónclave Una vez el camarlengo verifica la muerte del Papa, se inician los trámites para organizar un nuevo cónclave que oficialice el nuevo obispo de Roma, máximo representante del catolicismo en todo el mundo. Cuando se confirma el fallecimiento del Papa, su cuerpo se expone en la Basílica de San Pedro para que los fieles le rindan homenaje. Poco después se celebra una ceremonia dirigida por el Decano del Colegio de Cardenales, que da paso a los preparativos previos del camarlengo para el nuevo cónclave. Este debe comenzar entre 15 y 20 días después de la muerte del Papa. El protocolo del Vaticano para el nuevo cónclave Así, los cardenales electores se reúnen en la Capilla Sixtina para el cónclave tras celebrar una misa especial. Una vez allí, los cardenales votan hasta cuatro veces al día, necesitando una mayoría de dos tercios para elegir al nuevo Papa. Después de cada votación, una humareda blanca o negra tiñe el cielo del Vaticano en caso de que haya consenso para el nuevo Papa o no correspondientemente. Si el humo es negro, significa que no ha habido la mayoría suficiente y no se ha llegado a una decisión. Si por el contrario el humo es blanco, el balcón de la Basílica de San Pedro resuena con un ‘Habemus Papam’, para que más tarde el nuevo pontífice acepte el cargo y elija su nuevo nombre papal. El mismo método desde hace 800 años El procedimiento que sigue la Iglesia católica para elegir a su nuevo representante es prácticamente igual desde hace ocho siglos. En el cónclave papal se mantienen normas como que solo pueden votar cardenales menores de 80 años, que todos ellos deben ser hombres y católicos, o que solo se cambia la regla de mayoría de dos tercios a partir de la 34º votación, cuando se pasa a elegir solamente entre los dos candidatos más votados en la ronda anterior. Otra de las reglas es que los nombres de los cardenales que organizan la votación se eligen al azar. En total, son nueve: tres son escrutadores que supervisan la votación, tres recogen los votos y otros tres los revisan. Comentarios
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