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  • Memoria Frágil: Miguel Ángel Lencina, el chacal lugareño

    Parana » AnalisisDigital

    Fecha: 21/04/2025 10:51

    En el programa de televisión Memoria Frágil (Canal 9, Litoral todos los sábados a partir de las 20:30 y también por YouTube -www.youtube.com/@memoriafragiltv16), se abordó la historia de Miguel Ángel Lencina, el chacal lugareño. Gracias a los testimonios de Rosario Romero (abogada querellante en esos tiempos); Carlos Catena (oficial de Policía que investigó el caso de Lencina); Julio Federik (abogado de la familia de Fernanda Aguirre), Mario Franchi (defensor oficial) y José Iparraguirre, abogado defensor en los inicios), aportar perspectivas, convicciones y dudas sobre uno de los homicidas más oscuros de Entre Ríos. En Entre Ríos, el nombre de Miguel Ángel Lencina quedó grabado en la memoria colectiva como sinónimo de horror. Su historial criminal atraviesa décadas y expone una verdad incómoda: el sistema falló más de una vez, y esas fallas costaron vidas. Desde su adolescencia, Lencina fue protagonista de episodios violentos, pero fue en febrero de 1994 cuando su figura se volvió central en dos crímenes que estremecieron a Paraná: el asesinato de María Dolores Domínguez y de Pamela Trepán de Fischer. Ambos femicidios -aunque aún no se los llamaba así- revelaron un patrón macabro: la frialdad del asesino, la repetición del método, la perversión de tomar objetos personales como trofeos. Pero, lo peor aún estaba por venir. Diez años después, cuando el nombre de Lencina ya parecía parte del pasado judicial, volvió a aparecer en los registros policiales. La desaparición de Fernanda Aguirre, una adolescente de 13 años, lo devolvió al centro de la escena. Nunca más se supo de ella. Lencina se quitó la vida antes de poder confesar, dejando a una familia devastada y a toda una comunidad con una herida abierta que aún no cicatriza. Memoria Frágil reconstruye, a través de las voces de abogados, defensores e investigadores, el recorrido de un caso que no solo habla de un criminal, sino también de un entramado de negligencias, señales ignoradas y justicia tardía. Es cierto, algunos nombres se graban en la historia de una sociedad con la tinta más oscura. Miguel Ángel Lencina es uno de ellos. En Paraná, su figura aún genera escalofríos. No solo por lo que hizo, sino por lo que simboliza: la monstruosidad que puede esconderse tras una mirada fría, y el dolor que deja una justicia que llega tarde. Memoria Frágil ofrece una mirada profunda sobre un caso que conmovió al país. Es una reconstrucción necesaria de los hechos, pero también una advertencia: hay historias que, por más que pasen los años, siguen doliendo. El chacal lugareño La vida de Miguel Ángel Lencina transitó por violencia y muerte en la capital entrerriana. Casi desde su adolescencia comenzó a aparecer en diferentes hechos de violencia y estuvo preso por un caso de violación; pero luego fue sobreseído. Cayó detenido otra vez el 10 de febrero de 1994 acusado de haber estrangulado a María Dolores Domínguez a quien escondió debajo de una cama de un motel. Una semana después en un pajonal encontraron el cuerpo de Pamela Trepán de Fischer a quien también mató de la misma manera y fue condenado a 20 años de prisión por ambos crímenes. Pero, en esta tierra se lo recordará por haber secuestrado a Fernanda Aguirre, quien nunca más apareció. Rosario Romero “Yo fui querellante representando al esposo de Pamela Trepán y a sus hijas… hijas chiquitas en aquel entonces. Hace pocos días me crucé con una de las hijas, me dijo: -´Yo soy hija de Pamela´. En verdad fue un tristísimo desenlace el que vimos porque Pamela estuvo desaparecida muchos días. La buscaban y se encontró su cadáver en un descampado. Bueno, el autor fue… fue… confluyeron muchas pruebas contra Miguel Ángel Lencina y se juzgó ese caso con la muerte de otra persona: Domínguez de apellido. Que fue hallada en una circunstancia muy especial, en un motel de la ciudad debajo de una cama que tenía un soporte de cemento o de ladrillo… y bueno llamaba la atención el olor y allí hallaron a la otra mujer. Mató dos mujeres en el lapso de pocos días y fue juzgado por la Cámara, en aquel entonces Cámara del Crimen todavía, en un proceso que todavía era el Proceso Penal Mixto, fue juzgado en Paraná. Y a mí hay algo que me llamó mucho la atención de él, de Miguel Ángel Lencina, que era su mirada, la frialdad que tenía en todo el debate, el cero arrepentimiento, cero piedad por el triste final de las dos mujeres. Nunca se mostró con ningún tipo de… digamos… de algún tipo de arrepentimiento, de lamentarse; sino con una frialdad, una mirada extremadamente fría. A mí me llamó la atención, incluso me acuerdo habérselo comentado a mi marido en aquel entonces, que era una mirada que daba miedo, esa mirada tenía Lencina. Y bueno resultó condenado, creo que la pena fue alta, fue 20 años de prisión, y no me extraña que después haya salido, porque estas personas tan frías, tan frías respecto de la muerte, a veces son ejemplares en la cárcel, y volvió a salir y volvió a matar”. Carlos Catena “Cuando Miguel comienza su raid delictivo con la mayoría de edad, comete los domicilios de Trepán y Domínguez, que fueron creo que en febrero del ´94, donde encuentran a las víctimas: una debajo del colchón de un tipo de cama, de un motel; y la otra en un descampado cerca de la casa. Ambas, muertes de acuerdo a la autopsia por asfixia mecánica, o sea, por estrangulamiento, y la característica que tenía Miguel era que siempre se quedaba con una ofrenda de la víctima, se hacía la cartera, el chaleco, cinto, zapatillas, y las regalaba. Las regalaba como una ofrenda de haber cometido un delito que parece que le causaba placer o satisfacción”. Rosario Romero “Cuando fue el crimen de Trepán y de Domínguez, de Pamela… no había, no se llamaba femicidio, digamos, fue un homicidio en dos oportunidades, se le dio una pena muy alta, si hubiera sido tratado como femicidio se le daba perpetua. Y bueno, salió con salidas, con una conducta “ejemplar”, entre comillas lo debo decir, y bueno y mató a Fernanda Aguirre. O sea, todo quedó acreditado en ese momento. Incluso, por los hechos concomitantes, por la mochila, por las zapatillas de Fernanda que terminaron en la localidad, no me acuerdo si era de Provincia de Buenos Aires o de Santa Fe a manos de un familiar. Hubo muchas pruebas que lo indicaba como el autor de la muerte de Fernanda Aguirre (...) En ambos crímenes él se queda con cosas de las víctimas y en el caso de Fernanda Aguirre se quedó con mochila, con zapatillas. Yo recuerdo que había modos de comportamiento similares. Tanto es que cuando se buscaba el autor de la desaparición primero de Fernanda y modo de proceder se sospechó de Lencina y alguien le dijo a la autoridad policial, a la autoridad de la investigación, alguien le dijo: - ´No, pero Lencina está preso´. Y el investigador que llevaba adelante esa investigación dijo: - ´Averigüe´. Y cuando averiguaron, Lencina estaba ´con salida´. Es decir, el ´modus operandi´ de él hacía que repitiera ciertas conductas (…) Total frialdad. Transcurrió toda la audiencia del juicio oral -que duró bastante tiempo-, impávido, frío, mirando a los ojos de los de los que estaban en la audiencia y no se manifestó impactado porque fuera un hermano el que hablara contra él. Así fue”. Carlos Catena “El patrón de correspondencia es la asfixia mecánica por ahorcamiento, esa es la ´temática´ de Miguel. En uno de los casos, creo que fue el de Domínguez, cuando él la deja bajo el colchón del motel, estaba ahorcaba y tenía algunas pertenencias que Lencina se había llevado. Lo mismo pasa con la otra víctima, que estaba atada a una chilca con un cinto al cuello, y también tenía algunas… le faltaban algunas pertenencias que Lencina la había llevado para, como te decía anteriormente, como un como estandarte de triunfo y se las regalaba a sus conocidos de siempre (…) No soy psicólogo ni psiquiatra como para determinar la personalidad de Lencina, pero por los años que tengo y experiencia en mi carrera, te puedo decir que estamos hablando de un asesino serial y hasta un psicópata, porque son compatibles ambos, más allá que tienen algunas diferencias en el accionar, pero son compatibles. Y fíjate vos que, en el caso de María Fernanda -más allá que no se encontró el cuerpo- él le saca las zapatillas y se le entrega a una tía de la esposa, que estaba en San Martín de la Escoba, a Mirta Chávez, a la tía de Mirta Chávez le entrega las zapatillas, como trofeo también de la víctima, en ese caso, de Fernanda Aguirre”. Hacía 10 años que estaba preso Miguel Ángel Lencina cuando su nombre volvió a aparecer en los registros policiales; el mismo 25 de julio de 2004 cuando fue secuestrada Fernanda Aguirre en proximidades del cementerio privado de San Benito. Estaba cumpliendo condena aún, pero ya tenía salidas transitorias, aunque solo estaba autorizado a viajar desde Concepción del Uruguay hasta San Martín de las Escobas (en la provincia de Santa Fe) donde se encontraba domiciliada su novia Mirta Chávez. Julio Federik “Hubo momentos tremendos dentro del del caso este, ¿no? Primero… el primero fue cuando la policía va a la casa de los Lencina y no pueden entrar. No tenían la orden de allanamiento, y los perros ladraban y demás, y después… después cuando vuelven con la orden, no hay no hay ningún tipo de indicios con estos perros, ¿no? Ese fue uno. Después, otro tremendo fue cuando, estando la Fiscalía Federal, que era la que llevaba adelante el caso, en un momento recibe una comunicación el fiscal y le cambia el rostro y sale del despacho violentamente, ¿no? ¿Y qué era? Era nada menos que le que habían comunicado que había muerto Lencina… Lencina estaba preso en una Comisaría. Bueno, cuando nosotros nos enteramos de eso, algo muy fuerte porque, independientemente de la muerte en sí, lo que significaba era que no íbamos a tener el testimonio de este hombre que para mí era valiosísimo. Sí hubiera podido abstener de declarar, pero conociendo algunos datos de su perfil psicológico, me daba la impresión de que de alguna manera íbamos a poder tener algún dato que nos llevara a Fernanda. Nosotros estábamos convencidos en ese momento que Fernanda estaba viva. El tercer punto, el tercer momento tremendo del caso fue cuando se encontraron las zapatillas de Fernanda, que la tenía una amiga de la mujer de Lencina en la provincia Santa Fe. No me acuerdo ni el nombre ni el lugar, pero el hecho es ese: que se encuentran las zapatillas. Bueno, a partir del encuentro de las zapatillas era un indicio muy fuerte, muy fuerte de que a Fernanda la habían matado. Esa era la idea que inmediatamente tuvimos. Por supuesto, que, por el otro lado, sobre todo, con la enorme voluntad de la madre y demás que, de buscarla, no podíamos bajar los brazos. Así que toda la investigación siguió con la idea que Fernanda estaba viva y por eso se la buscó por tantos lados, y hubo tantos procedimientos respecto de esto. Esos fueron para mí tres momentos muy duros. Y el último le diría que fue en el juicio cuando como abogado querellante yo le ofrezco a la mujer de Lencina, le ofrezco levantar la querella, si me daba el dato para llegar a Fernanda. Y a ella la iban a condenar, estaba presa, además; y cuando no me da ningún dato, bueno… evidentemente, las conclusiones críticas, racionales que uno puede obtener de eso eran muy malas, ¿no? Porque si hubiera sabido, si tenía -ya había muerto Lencina- si hubiera sabido cómo podíamos llegar a algún dato cualquiera que nos lleve hasta esta chica viva, evidentemente, nos lo hubiera dado. Así que eso yo le diría que con un repaso de todo lo largo que fue este caso, para mí fueron los puntos más sobresalientes”. Mario Franchi “El primer contacto que yo tengo con Miguel Ángel Lencina no recuerdo estrictamente las circunstancias del primer contacto. Lo que sí recuerdo es que era una persona de muy pocos gestos, de muy poca comunicación. Una persona muy… bueno… después se vería que una persona sin ningún rasgo de empatía. Tenía básicamente rasgos psicopáticos. Yo no puedo decir que era un psicópata. Pero, rasgos psicopáticos claramente eran parte de su personalidad. Y básicamente, lo que recuerdo de aquella defensa es que Lencina no estaba preocupado por su futuro judicial, por su futuro en el proceso. No tenía ninguna exigencia como defendido. Es decir, no me planteaba… como habitualmente sucede que te plantean, bueno, yo quiero salir, quiero estar en libertad, quiero tener tal prerrogativa; sino que lo único que le interesaba era estar medianamente bien en la Unidad Penal. Es decir, estar con algún grado de, no digo confort, pero sí, pasarla lo mejor posible en su detención. Era lo único que le interesaba, lo cual es bastante extraño porque habitualmente, todos los que están presos, quieren salir de esa situación. No era el caso de Lencina”. José Iparraguirre “Lo que sí está claro y lo que decían todos, digamos, incluso los internos de la Unidad Penal, que era un psicópata, que era una persona sumamente peligrosa, que no podía determinar esto, digamos, el bien y el mal, que matar para él o lastimar era una situación casi cotidiana. Yo siempre me lo imaginé como el ´Petiso Orejudo´, es decir, aquella persona que mataba a niños en 1900 y que fue el eje, digamos, el eje de los estudios criminológicos del positivismo italiano. Digo, la verdad que es una persona… Hay algunos internos… pocos, yo creo mucho en la posibilidad de restablecimiento de las personas, sigo creyendo que la Ley de Ejecución penitenciaria y que las cárceles deberían tratar de recuperar a las personas que han cometido delito; pero está claro que hay algunos seres humanos que han cruzado una línea de la cual es muy difícil volver, y me parece que Lencina estaba dentro de esa línea”. Rosario Romero “No la hallaron, la buscaban en el lugar del trayecto de su casa al trabajo… efectivamente la encontraron allí. Pero, en ese descampado donde se la buscó, antes se la había buscado y no la habían encontrado… pero, era un descampado realmente, podía haber maleza, elementos que hicieron imposible que en un comienzo se diera con su cuerpo. La encontraron a los días, transcurrió un tiempo, su marido estaba muy afligido… hijos chiquitos, la verdad que era conmovedora la situación (…) Yo creo que el ocultamiento del cadáver también fue un caso característico en ambos crímenes anteriores. En el caso de la mujer que fue hallada en el motel, la escondió en un lugar en que pensaba que no la iban a encontrar… los olores hicieron que la encontraran. En el caso de Pamela no estaba visible su cuerpo. Bueno… en el caso de Fernanda es muy probable que haya ocurrido algo de eso”. Carlos Catena “En el ´94 hay varios testimonios de taxistas, porque a una la aborda en la terminal de ómnibus. Y la lleva a Domínguez al motel. Y en otros casos, algunas empleadas del del motel que lo conocían, porque siempre andaba en la zona. Fíjate vos qué características que los crímenes siempre los cometía cerca de su casa (…) Son asesinos en serie porque van cometiendo distintos tipos de delito de la misma manera, ¿no es cierto? Acá estamos hablando de dos homicidios ocurrido, estimamos en menos en 30 días porque un cuerpo estaba muy descompuesto, el que estaba en el baldío hacía varios días, 15 o 20 días, que se tardó en encontrarlo. No sabemos bien la fecha de la muerte de ella (…) Yo creo que más allá de que hay conductas aprendidas en una familia, y tiene que haber sido una, por así decirlo, una facultad de enseñanza del crimen en esa casa, entiendo de que aparte tiene que tener, tiene que traer algo consigo también, algún problema psiquiátrico, algún problema psicológico para cometer ese tipo de delito, porque fíjate que vos, él no tenía empatía ni con para un tercero ni para con él mismo. Entonces, por ahí, de pronto, entiendo de que él no tenía culpa, no sentía culpa por lo que hacía. Y eso no es una cuestión de aprenderlo, es una cuestión de sentimiento, es una cuestión porque va consigo en su interior (…) Ellos no tenían código entre sí, no tenían código. Fíjate que, en una circunstancia accidental, digamos, lo matan al hijo de … en el fondo de la casa, después aparece en un pozo cerca de Villa Urquiza, todo en el entorno familiar. Había una connivencia al mismo tiempo, no soportaban, este, ellos mismos tener ese código y se mentían. Eran mitómanos, se sentían seguros mintiendo y se sentían seguros creyendo de que eran inocentes, de que no habían hecho nada. Es una patología terrible, en este caso, de los delincuentes, ¿no es cierto? De creerse que lo que hicieron está bien”. Julio Federik “Nosotros intervenimos cuando la Lencina ya estaba preso. Pero, lo que le puedo decir es que siempre estábamos con la convicción de que el caso lo resolvíamos en pocas horas. Así que todos estos estudios psicológicos y demás sobre Lencina y de sus antecedentes, los vimos después; no en ese momento. En ese momento estábamos pendiente de cualquier prueba directa, indirecta, indiciaria, testimonial que nos pudiera llevar a encontrar a esta chica, porque era un momento de desesperación… era un momento de desesperación. Es cierto que en esos momentos también uno tiene la obligación de repensar, de reflexionar para poder llevar adelante con éxito o llevar adelante las líneas de investigación que tiene, cosa que también hicimos. Pero, no fueron… no fue precisamente sobre la personalidad, sino sobre los movimientos que había hecho Lencina en ese momento los que nos llamaban la atención, ¿no? Pero, fundamentalmente la idea no era que buscábamos el cuerpo de Fernanda, sino que la buscábamos viva. Entonces… entonces la cuestión tenía otros matices (…) Cuando nosotros llegamos, Lencina -como le dije- ya estaba preso. La información que nos dan brevemente en ese momento, se estaban discutiendo también el tema de la competencia: si intervenía el juez de la provincia o intervenía la Justicia Federal y demás. La verdad que sabíamos que había datos que ubicaban a Lencina en ese momento y que teóricamente o digamos la hipótesis era que él iba con un sobrino y con la mujer que iban hasta ahí… y ahí es donde se produce… la atracan digamos a Fernanda… y se la llevan. Eso fue lo que tuvimos en aquel momento. E inmediatamente, también hubo una serie de procedimientos buscando prueba en los lugares aledaños al Cementerio (de San Benito). Eso lo rastrillaron… lo rastrillaron. Yo me acuerdo que había -todavía no estábamos en el caso-, en esos primeros días había gente de la Policía, pero yo no sé sino intervenían los cadetes también. Era una cantidad impresionante de gente buscando pruebas (…) Acá pareciera que no lo hizo como trofeo, sino que se llevó la zapatilla… le sacaron la zapatilla y se la dio a la mujer. Y la mujer se la dio a la chica de Santa Fe. Es decir, la chica de Santa Fe nunca recibió de Lencina en mano propia eso, sino que se lo se lo dio la amiga”. Lencina nunca habló de lo que había pasado con Fernanda Aguirre aquella noche de 2004. A partir de su detención fue varias veces retirado de la celda y llevado a otros lugares para ser presionado y golpeado a fin de que reconociera el crimen de Fernanda y revele dónde la había dejado. Pero, nunca lo dijo porque apareció muerto en la celda de la Comisaría Quinta de Paraná y la pericia indicó que se había suicidado. Mario Franchi “Básicamente no mencionaba cuál era su futuro. Creo que se sobreentendía que estaba resignado a una condena, Pero él no lo hablaba así… no decía ni que era inocente ni culpable, evitaba todo tipo de referencias en ese sentido. Básicamente, lo que me decía era algo así como haga lo que pueda, frente a lo cual yo le decía, bueno, tenés que darme algún elemento porque las pruebas que había en la causa eran bastante contundentes, y él no demostraba ningún interés en mejorar su posición procesal, en mejorar su defensa. Con lo cual, realmente era bastante difícil y, bueno, recuerdo que, no sé qué planteo se hizo, pero no eran basados en algo que él pudiera haber aportado para su mejor defensa (…) Nunca escuché una confesión. Nunca escuché… por supuesto, menos arrepentimiento, porque él nunca hizo un reconocimiento del delito tampoco… este… dijo que era inocente, no”. José Iparraguirre “Para mí está claro que eso no fue un suicidio, más allá de lo que haya dicho el juez de Instrucción de aquel momento que en una resolución… incluso muy rápida, anticipada, resolvió que se trataba de un suicidio y mandó a archivar la causa. La verdad que para mí habría que haber investigado seriamente el tema de homicidio y se tendría que haber llegado a juicio oral. Lamentablemente, tampoco hubo querellantes en esa causa. No hubo un abogado particular en representación de la familia de Lencina que pudiera intervenir como acusador para determinar a ciencia cierta cómo fue la situación. Ahora, la verdad, quienes conocen lo que era la Comisaría Quinta, que hoy es la Contravencional, que está en el Barrio La Floresta, al lado de la Comisaría Quinta… la verdad que es muy dudoso que una persona se te ahorque, se muera por asfixia, en esas condiciones… como mínimo muestra la irresponsabilidad de quienes… de los agentes que estaban al cuidado de ese interno”. Julio Federik “Fue muy dura, fue muy dura. La familia tampoco creyó en el suicidio. Nosotros no pudimos intervenir en la investigación del suicidio. La investigación se llevó a cabo en el Juzgado de Instrucción por un juez absolutamente impecable. Yo lo recuerdo, no solamente como juez, sino en otras funciones, y siempre fue una persona absolutamente correcta. Y el médico de Tribunales también. Nosotros no pudimos llegar… no intervenimos en esa… no teníamos posibilidad… además, estaban metidos en la búsqueda de Fernanda. Esto se investigaba por otro lado. Ahora, ellos llegaron a la conclusión del suicidio… Yo -ya le digo-, no participé en eso, pero a nosotros y a los familiares de ella nunca nos cerró, tampoco a la mayoría de los periodistas que estaban en el tema en aquel momento que lo seguían los medios nacionales, pero minuto a minuto lo seguían, no es que cada tanto. No, no… estaban acá. Usted iba a la casa a ver a sus clientes, o ir a ver nuestros clientes y estaban los periodistas parados a la puerta, ¿no? Así que hubo un seguimiento muy fuerte, muy importante. Bueno, este es un caso que nunca pudimos resolver. Por supuesto, se condenó a la mujer de Lencina… y no… y ahí fue el peor golpe que recibimos en el caso, que aun levantando la querella y procurándole todo lo mejor para ella… nunca nos pudo decir palabra alguna sobre dónde la podíamos encontrar a Fernanda. Seguramente la conclusión lógica es que no sabía, y si no sabía, nosotros incluso le preguntamos, queríamos saber si estaba viva. Pero, incluso, los abogados defensores, porque veían que para ella era la solución y no hubo nada, no nos dijo absolutamente nada. Lo que razonablemente uno le da a pensar que no sabía o sí sabía, no podía decir lo que sabía”. Carlos Catena “Yo no tengo ninguna duda de que de que Miguel Ángel se suicidó más allá que, como siempre, se dicen cosas de que la policía lo mató, que la policía es responsable, de que nosotros éramos responsables, bueno… Está ciertamente probado de que Lencina se quitó la vida, y te voy a decir por qué. Miguel Ángel Lencina esa noche pide una frazada porque tenía frío y se le compran una frazada de esas económicas que vendían en el supermercado conocido cerca de la jurisdicción de la (Comisaría) Quinta. Le compran esas frazadas que son de tipos nailon, que tienen como un reborde todo de nailon, una fibra, y, Lencina, aparentemente, tenía una muela postiza con un enclave de un gancho. Después se determina que, en ese diente, que se le extrae a Lencina, hay fibras de esa frazada. ¿Qué hace con ese diente? Rompe las fibras del costado de la frazada y con eso se ahorca. Gendarmería hace una pericia donde dice que esa frazada que él cortó y que se ahorcó soporta hasta entre 105 y 108 kilos, creo y Lencina tiene 85 kilos. Él no hace, no utiliza una escalera, como decían, nada. Él se sube por una reja; porque él tenía -por una cuestión lógica y judicial-, una autorización para salir al patio interno de la Comisaría donde estaba todo enrejado, donde había una puerta que se abría, de rejas. Lencina utiliza esa puerta de rejas para treparse y ahí es donde se produce el ahorcamiento de Lencina. Ahí donde se ahorca él, se ata y se ahorca. Evidentemente, podemos llegar a discutir si hubo una negligencia por parte de los guardias, si lo cuidaron, si no lo cuidaron. Si la ley dice que debe tener su media hora, 40 minutos de intimidad, no lo conozco al tema con profundidad. Sí que se suicidó, no tengo ninguna duda”. La muerte de Miguel Ángel Lencina fue una conmoción en el gobierno que encabezaba Jorge Busti en ese entonces. El gobernador se enteró incluso del hecho cuando estaba saliendo en vivo con el canal nacional “Todo Noticias” y fue también un golpe bajo para los investigadores y la Justicia porque era un eslabón clave en la historia y su muerte dejó demasiados senderos oscuros en la investigación. Rosario Romero “Yo allí no estaba en la causa, era diputada de la Nación. Entonces, lo primero que hice cuando me enteré por la Policía la noticia de que la Lencina se había suicidado en la Comisaría Quinta de esta ciudad, me fui inmediatamente… me fui a la Comisaría. Y allí me encontré con una Comisaría de puertas abiertas, toda la Fiscalía y actuando en el lugar, entró Defensoría también, no había ninguna actitud en el personal policial que indicara que había ocultamiento o secretismo, al contrario, abrían las puertas para que todos miraran el escenario donde Lencina se había suicidado. Incluso, lo recuerdo porque eso a mí me dio la convicción después de muchos años de abogada penalista… yo ahí ya estaba en función pública, estaba en la Legislatura nacional, ya no hacía casos penales prácticamente en mi estudio, poco hacía la profesión, pero algo conozco porque actué muchas veces en casas de violencia policial… y sin embargo, salí de la Comisaría Quinta convencida de que efectivamente se había suicidado porque no había nada que indicara una inconducta o un proceder violento de parte de la Policía. Al contrario, estaban de puertas abiertas para que tanto Fiscalía como Defensoría como todos quienes quisieran ver el lugar y mirar cómo se había suicidado, qué había utilizado para hacerlo, lo pudieran mirar”. José Iparraguirre “Lo que declaró Mirta Chávez, auto inculpándose: que Miguel Lencina le había privado de libertad, que querían cobrar un dinero que se había dejado en el Puente de Hierro de allí, de la zona, y que efectivamente él la había privado de la libertad, digamos, y posteriormente dado muerte. Estos son… el dato que quedó corroborado en el marco de la Justicia. Digo, con una declaración bastante extraña, que asuma la defensa un abogado de Santa Fe vinculado a los narcos… y poco tiempo después, pocos meses después de haber tomado intervención en esta causa, lo matan en la ciudad de Santa Fe (…) El tiempo tapa todo. Al contrario, digamos, al tiempo en vez de poder esclarecer estos hechos… hay un latiguillo en términos penales que lo que lo que no se investiga y no se aclara en un primer momento, después es muy difícil de que se pueda aclarar. Y esto es cierto, esto es real. Digo, a mí me parece que, lamentablemente, esa grosera injerencia del Poder Ejecutivo, esa falta de claridad en la investigación en principio de la Justicia Federal… Era un delito que tenía, que era de competencia Federal y que venía siendo investigado por el juez de Instrucción de la Justicia Federal. Bueno, que se haya apartado de la causa, que se haya en algún punto lavado las manos y la haya pasado a la provincia. Bueno, en realidad lo que lo que demostró que era lo que iba a terminar esta causa, digamos, la más absoluta impunidad. Uno podría decir, bueno, fue condenada Mirta Chávez, quedó clara la responsabilidad de Lencina, no pudo ser condenado porque se ´suicidó´ entre comillas. Con esto esclarecemos la causa y en realidad no. ¿Dónde está Fernanda Aguirre? Esto, digo, que era que era casi lo central de esta causa, ¿dónde está Fernanda? Ella en vida, saber si fue sometido a una situación de trata o el cuerpo de ella si fue ultimada”. Mario Franchi “Con Lencina tuve varios encuentros porque, bueno, entre que me designan su abogado defensor y que se hace el juicio oral tuvimos varios encuentros porque pasaron… pasó un tiempo -ya no recuerdo cuánto- pero, básicamente, el planteo de él era siempre el mismo. Quizás que le mejoraran el colchón, que era muy finito, lo cual es habitual en las Unidades Penales; y alguna otra cosa tal vez referido a la comida, no recuerdo qué, pero todo era vinculado a su situación en la prisión, no a su futuro en relación a la imputación que pesaba sobre él (…) Había alguna mención de Lencina antes de esa causa. Pero, no era algo muy claro, digamos, en el sentido de que yo no lo conocía personalmente, no sabía los rasgos de su personalidad. Y, bueno, me encontré con la imputación de un doble homicidio, que obviamente, tenía un destino ya prefijado, que era el de la condena, obviamente. Y, como te digo, lo que recuerdo era eso, que Lencina no hacía ningún tipo de expresión relacionada a tener alguna posibilidad de tener otra otro destino que no fuera el de estar condenado y preso. La situación bastante extraña porque, como te digo, no es lo habitual, donde todos los imputados tratan de mejorar su situación en función de una mejor defensa. No era el caso de Lencina y la verdad es que esa esa postura la mantuvo durante todo el proceso, inclusive cuando fue condenado. Lo que recuerdo es que era absolutamente inexpresivo frente a esto”. Julio Federik “Si lo ocultó, lo ocultó muy bien, porque no se lo encontró… se dieron vuelta todo lo que se pudo y nada. Pero, siempre estaba la hipótesis del río. Y el río… el río… si queda en el fondo del río, en un lugar de profundidades y demás, y la corriente lo lleva y demás, y no aparece como en los casos de Calero y de la señora de Marcos, es muy difícil… muy difícil encontrar. Yo no creo y por eso siempre pensamos que tiene que haber habido complicidades, porque él no tenía logística como para llevarla a la zona de la Toma de agua, ¿no? ¿Cómo la lleva Lencina? ¿Qué sabe? Lencina era una persona muy elemental en ese sentido. Pero, todo se investigó. Ahora, no teníamos tampoco ningún elemento como para sumergirnos y entrar a buscarla por el fondo del río, porque no había ninguna razón salvo alguna suposición. Fíjese que una de las cosas que se decían es que la habían cremado en los hornos de ladrillo, y se buscaron en todos. Se buscaron en todos y no se encontró nada. Incluso alguien puede pensar que desaparece de manera total el cuerpo. Hay indicios de cuando el cuerpo humano está… que quedan y esos indicios que quedaron se investigaron y el ADN no era el ADN de ella”. Carlos Catena “Eso yo lo analicé mucho tiempo en el en el período de investigación. Es una opinión mía muy personal. Creo que esos 10 años que estuvo en Lencina en la cárcel aprendió o le enseñaron a que él debería esconder el cuerpo de la víctima para no ser tan torpe en cometer semejante delito y dejar el cuerpo cerca o en evidencia, porque dejarlo debajo de un motel en estado de nauseabundo que se sentía era lógico que a los 4-5 días, y el verano del año -febrero- se iban a sentir. Creo que él aprendió ese error que cometía y, bueno, creo que hubo una convivencia de algún tercero para esconder a Fernanda, el cuerpo sin o con vida, sacarla del lugar. No tengo duda de eso (…) Se avanzó hasta detener a una tercera persona, porque estaba detenida Mirta Chávez, estaba detenido él, y se detuvo una tercera persona que tuvo participación, que se encontró en la terminal con él, que lo llevó a la casa de él y le ofreció abrigo, y creo que les dio algunos elementos que nunca pudimos encontrar. Y esa tercera persona estuvo investigada, estuvo involucrada, tuvo una prevención preventiva y, bueno, por falta de elementos probatorios recuperó la libertad. Pero, tuvo una participación, yo creo que importante, inclusive un remisero, también un taxista en esa época, que se deshizo de un teléfono celular, que siempre me llamó la atención, porque se deshizo de un teléfono celular, que nunca se encontró, lo tiró en un tacho de la basura, lo recolectó lo juntó al otro día, nunca pudimos localizarlo (…) Creo que hay una cuestión de satisfacción, hay un placer del homicida y hay un poder. Ellos se creen con el poder de terminar con la vida de otro, que también puede ser, fíjate vos qué coincidencia que puede terminar con la vida de él (…) Él ejerce el poder sobre la víctima, dejarlas inerte, dejarla muerta y entendiendo de que ese es su triunfo. Ese es mi punto de vista, muy humilde, ¿no?”. En el seno de la familia Lencina también se respiraba violencia y muerte y había un pacto: ninguno de ellos iba a revelar los crímenes cometidos por cada uno de los integrantes; ni de antes ni sobre los más cercanos en esta historia de las últimas décadas incluidas Fernanda Aguirre y menos aún después de muerto Miguel Ángel Lencina. Mario Franchi “Lo que recuerdo es que creo recordar que la punta del ovillo, digamos, como aparece Lencina como imputado en estos homicidios, es… este… una sospecha de un hermano de una de las víctimas que tenía una enemistad personal con Lencina. Y, después, un bolso perteneciente a otra de las víctimas, a la otra víctima. Posteriormente, en el juicio aparece que ese bolso había sido entregado por el hermano de Lencina. Una persona a la que le decían, lo denominaban ´El Jorobado´, justamente porque tenía esta cuestión física muy notoria. Y ´El Jorobado´ Lencina -su hermano- es quien termina también testimoniando en el juicio contra Lencina de un modo no muy claro y, por supuesto, sabiendo que hay una prohibición de declarar, digamos, contra su hermano, pero daba indicios de algún modo que, si bien no fueron estrictamente valorados de modo expreso, pero, claramente fueron tenidos en cuenta… me parece por el Tribunal que lo juzgó. Ese bolso que pertenecía a una de las víctimas lo entrega el hermano de Miguel Lencina y pasa a ser la parte donde comienza la investigación y se lo liga a Lencina a este homicidio”. Carlos Catena “Cuando Miguel Ángel se suicida, una vez que da el orden judicial para hacer la autopsia del mismo, se le encuentra entre su ropa una carta donde él le dirigía a Mirta una carta, una misiva donde le decía que él se iba al cielo, que se quedara tranquila, que cuidara a su hijito, que eran unos perritos, no tenían hijos, y la misma misiva con similares características se la encuentran a Mirta Chávez dirigida hacia él. Primero me voy yo, le dice ella, como diciendo que ambos se iban a suicidar… un pacto, yo estoy convencido que fue un pacto, y de esa manera manipulaba también a Mirta Chávez, manipulándola con la carta, diciéndole que se iba a suicidar, que se iba a ir al cielo, que se quería morir. Que eso fue parte también de no soportó la presión, Miguel. ¿Cuál era la presión que tenía en ese momento? Que, a partir de lo que sucedió con Miguel Ángel Lencina, en todos los servicios penitenciarios de la provincia, se restringieron todo lo que son visitas y salidas socios familiares y laborales a los condenados. Entonces, él se sentía con la presión de volver a la cárcel y tener una represalia por parte de los presos. Estaba fuera de su línea de seguridad, digamos, de su estándar de seguridad, que eso creo que lo llevó también a cometerse el delito de suicidarse (…) Lencina era una persona hosca, hosco, era de poco hablar, tenía una mirada muy, muy firme, muy penetrante… más te voy a contar una historia de un testigo que declara en una causa. Estaba en la esquina de una intersección, antes de llegar a San Benito, él vivía en la zona; iba en el auto y Miguel estaba en la esquina con Nazareno, y él tiene que frenar porque venía otro vehículo, y cuando mira hacia la derecha, que estaba Lencina ahí, él manifiesta de que tenía una mirada tan fuerte que tuvo miedo, y él agarra un bate que tenía en el asiento del auto, un bate de béisbol para defenderse porque él pensó que lo iba a saltar. Le causó terror la mirada. Y en qué circunstancia tan particular declara ese testigo”. Rosario Romero “Yo comprendo la pelea, la lucha de los familiares de Fernanda. Por eso, tampoco quiero dar ninguna visión definitiva, porque ellos la han buscado viva por todo el país. La han buscado en redes de trata y yo respeto ese proceso de la familia en el sentido de que ellos siguen teniendo la esperanza de que algún día aparezca y esté viva. Bueno, eso es lo que pasa (…) Bueno… la familia de las víctimas eran los espectadores del juicio ese… no fue como en el caso de Fernanda que toda la sociedad estaba conmovida y toda la sociedad estaba buscando, mucha gente buscaba, acercaba datos, etcétera. En el caso de estas dos mujeres que fueron halladas, muertas a manos de Miguel Ángel Lencina, el llanto y el dolor fue de la familia más directa… eso es lo que vimos en el proceso de debate”. . Carlos Catena “Ellos la característica que tenían que, dentro de todas las mentiras que generaban a diario, porque a vos te cambiabas la información de la mañana a la noche; te decían que la ahorcó, te decían que la mató, te decían que la llevó, te decían que no la llevó, que fue, que no fue… algo siempre quedaba de verdad, es lo que nosotros pudimos observar de eso, que algo de verdad en todo esto había, en todas esas mentiras, tanto de Nazareno, inclusive de ´El Jorobado´ de la cárcel, que hizo un plano donde estaba Fernanda enterrada… fuimos, por supuesto, que no estaba, fíjate vos, quería la recompensa. Dentro de esa familia había un sinnúmero de mentiras que algo siempre de verdad había. Era como que querían desligarse entre sí de la irresponsabilidad del otro. Mario Franchi “Durante todo el juicio, Lencina se comportó de la misma manera que en las entrevistas previas: inexpresivo, sin ningún tipo de reclamo, exigencia o prevención, ninguna pretensión de tener un futuro fuera de la prisión. Tampoco él mencionaba como ineludible su condena, pero no hacía mención alguna. Yo varias veces le dije que el destino, si él no aportaba ningún tipo de indicio o de algún tipo de camino para tener algún tipo de defensa más idónea, evidentemente… la condena, lo cual él me repetía algo así como ´haga lo que pueda, yo no voy a declarar´ … que de hecho fue creo lo que hizo, no declaró nada. Y, bueno, esa fue la manera en que terminó el juicio, tal como empezó… como empezó. Mi contacto con él, ¿no? Es decir, de un modo, si tengo que decirlo de algún modo, inexpresivo (…) Fui defensor oficial en la provincia durante 14 años y después otros 10 años más en la Justicia Federal. Y la verdad que en todo ese tiempo no encontré a alguien de características similares a las de Lencina. Sí encontré algunas personas que sabían de que estaban de algún modo resignados, sabían que su futuro era una sentencia condenatoria, personas que sabían que, bueno, que tenían muy pocas posibilidades de salir con éxito en el proceso. Pero, personas que fueran absolutamente indiferentes, que no tuvieran ningún tipo de expectativa ni mostraran emoción alguna con respecto a lo que iba a ser su futuro, eso solamente lo vi en Miguel Ángel Lencina. En particular era muy muy llamativo, digamos, para mí fue toda una sorpresa porque, ante mi insistencia de que él tenía que aportar algo para hacer su defensa, porque uno puede aportar algunas cuestiones de Derecho; pero las cuestiones, las circunstancias fácticas las conoce el imputado básicamente. Y a partir de eso uno puede tratar de elaborar un camino defensivo. Lencina no hizo ningún tipo de aporte, no tenía básicamente eso, una indiferencia frente a todo el proceso y una absoluta falta de empatía, digamos, porque en ese proceso, por supuesto, que afloró mucho sufrimiento, mucho dolor de los familiares de las víctimas, ¿no? No le hizo surgir ningún tipo de emoción, ni de empatía ni de bronca ni de rechazo. Era una persona que estaba… parecía imperturbable, digamos”. Los registros indicarán en esta historia reciente que Miguel Ángel Lencina fue encontrado muerto en su celda en la mañana del 6 de agosto de 2004 en la Comisaría Quinta de Paraná; 12 días después de haber sido detenido por el secuestro de Fernanda Aguirre y que sobre sus espaldas había otras muertes, violaciones y situaciones violentas sin resolver sin importar secuelas ni consecuencias. Carlos Catena “Lo importante lo vuelvo a repetir, que Miguel Ángel Lencina no debía estar en libertad, no entiendo cómo está en libertad, cómo estuvo en libertad, no puedo comprender cómo. No voy a cuestionar los informes psicológicos porque no tengo, no soy quién para cuestionarlos… pero, yo lo leí y decía que tenía condición y capacidad para sociabilizarse. Una persona que cometió dos crímenes en menos de 30 días de la misma manera, que alejó el cuerpo prácticamente para que lo encuentren, para que digan ´mirá, yo soy el homicida, yo la maté, yo tengo el poder´. O sea, un perfil totalmente enfermizo, que no cabía duda de que era enfermo Miguel, de que tenía un problema psicológico, y darle la libertad con un Patronato de Liberado que no sé si existía o no. Él debía estar en San Martín de la Escobas ese fin de semana que estaba en Paraná. No firmaba planillas en la Comisaría, no tenía control Miguel Ángel Lencina. Por eso sucede lo que sucede con María Fernanda (…) Tendría que aparecer alguna pericia de algún psiquiatra, algo que explique por qué Lencina estaba en libertad dadas las condiciones psicológicas de él. Aparte, convengamos que Lencina cometió dos crímenes en el ´94, fue condenado en el ´95 y fue dado en libertad en el 2004, o sea, que no cometió durante esos 9 años crímenes porque estaba preso. Cuando le dieron una posibilidad de una libertad ambulatoria por una cuestión familiar, comete otra vez un delito, o sea que, si estuviera en todos esos 10 años de libertad, ¿cuántos delitos hubiera cometido? Esa es mi pregunta”. Mario Franchi “Lencina tuvo siempre la misma expresión… que justamente no denotaba emoción alguna. En algún momento creo que bajó la cabeza, pero no por una cuestión de arrepentimiento o culpa, como puede uno suponer en una persona cabizbaja en un proceso donde se lo culpa de semejantes hechos, sino más bien como para tener que seguir afrontando miradas… pero, no… tampoco le molestaban demasiado, eso era también algo llamativo. Quizás en algún momento, por eso digo, bajó la cabeza, pero no era… no estaba vinculado a ningún arrepentimiento ni a algo parecido”. El programa Memoria Frágil: Miguel Ángel Lencina, el chacal lugareño

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