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» Diario Cordoba
Fecha: 18/04/2025 13:22
Hoy es día de luto en la Iglesia católica. El día internacional de la cruz y de tantos crucificados, a quienes hemos dedicado otras líneas. También el Viernes Santo es el día de los Nazarenos, de las subidas a ermitas y calvarios, de las bendiciones articuladas en muchas plazas y pueblos de nuestra geografía, de los hornazos y la religiosidad popular. Pese a los 30 millones de personas que participan con su carácter espontáneo y vivencial, por el contrario, los datos confirman que apenas el 17 por ciento de los españoles se declara católico practicante, un porcentaje aún menor entre los jóvenes. Nos encontramos con una religiosidad cada vez más desvinculada de la ortodoxia y conectada a razones de tipo vital y de tradición cultural. La mayoría de la población tiene un sentido trascendente pero muestra desafección ante lo religioso como algo institucionalizado con ritos, normas y jerarquías. Lo que se acentúa entre los jóvenes según el profesor Jiménez Ortiz, para quien se confirma que no son las razones las que sostienen su opción religiosa, sino las emociones despertadas por un testimonio de vida directo. Su vivencia cristiana adquiere un matiz muy sentimental, muy sensible a los aspectos emotivos y estéticos, de ahí la vinculación de muchos jóvenes a tantas hermandades y cofradías en las que se integran. Signos evidentes de este divorcio con lo religioso son las cifras de asistentes a la celebración de la misa, donde 8 de cada 10 ciudadanos nunca participa de la misma. O el índice de matrimonios católicos, que se ha desplomado en 13 puntos en la última década, situándose en el 19 % los que pasan por el altar del total de matrimonios, sin contar con las parejas que ya no se casan. Sin embargo, el mundo de las cofradías vive una época dorada. Más de 1 millón de cofrades se reparte en las 5.000 corporaciones que trenzan el mapa de una religiosidad popular en España, que va en aumento y se constituye en un muro contra la secularización. En nuestra provincia no dejan de concebirse nuevas asociaciones religiosas y hermandades. O en Sevilla, por ejemplo, 1 de cada 3 ciudadanos pertenece a una cofradía. Como afirma Daniel Cuesta, autor de la La procesión va por dentro, en el auge de la religiosidad popular existe una búsqueda de la identidad de la persona en un mundo global en el que a veces ésta se siente perdida y anónima. Muchas personas necesitan volver a ese lugar en el que las cosas no cambian, volver a ver la misma procesión que vio con sus padres siendo niño, volver a orar ante las imágenes a las que sus abuelos les enseñaron a rezar, volver a nuestras raíces más profundas y nuestras experiencias más íntimas. Si por algunos existe interés en secularizar estas manifestaciones para convertirlas en un foco turístico que revierte en la economía, o en un elemento cultural que prescinde o trasciende lo cristiano, para los católicos las tradiciones religiosas son, sobre todo, un testimonio público y devocional de fe y una vivencia de la misma. Y si las cofradías hacen estos días su puesta de largo con sus públicas estaciones de penitencia, mantienen todo el año una fecunda actividad, que además de los cultos propios a sus titulares, o el mantenimiento y mejora de su patrimonio, incluyen también encuentros de formación, compromiso con la acción social y participan de la pastoral de las parroquias, incluso son vistas como el único cordón umbilical de muchos creyentes con la Iglesia. Arte, cultura y espiritualidad caminan unidas junto a tradiciones que expresan la vivencia comunitaria de una fe compartida.
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