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» El litoral Corrientes
Fecha: 15/04/2025 23:21
Dra. Silvia Zarza Abogada UNNE Especialista en derecho previsional Planificación patrimonial y sucesoria Una de las situaciones más comunes que enfrentan las familias argentinas hoy es la falta de división de los bienes tras un divorcio. Esta omisión, frecuente por desconocimiento o por evitar conflictos en el corto plazo, suele transformarse en un problema de difícil solución cuando fallece uno de los e-cónyuges. En infinidad de situaciones, los matrimonios se disuelven sin definir el destino de los bienes, a veces marcados por situaciones de violencia que hacen que la mujer sea expulsada de su hogar o, por el contrario, quedándose en la casa, el marido tiene la prohibición de acercamiento y así pasan los años sin la voluntad de los ex cónyuges de resolver la propiedad de los bienes y revolver situación de angustias pasadas. La ley argentina es clara: al divorciarse, se disuelve la sociedad conyugal, pero hasta que no se realice formalmente la división de bienes, ambos ex cónyuges continúan siendo copropietarios. Esto implica que, si uno de ellos fallece sin haber dividido esos bienes, surge una situación compleja donde se combinan las reglas del derecho familiar con las del derecho sucesorio. Para entender mejor esto, tomemos como ejemplo una persona que se divorció de su primer cónyuge sin liquidar los bienes adquiridos durante el matrimonio y posteriormente contrajo nuevas nupcias. Al fallecer, deja un hijo de cada matrimonio y un cónyuge sobreviviente. ¿Quiénes tienen derecho sobre esos bienes? Lo primero que debe suceder, aunque resulte extraño, es la división de la sociedad conyugal que quedó pendiente del primer matrimonio. En esta instancia, el primer excónyuge no es heredero, pero sí tiene derechos sobre la mitad de los bienes adquiridos durante ese matrimonio, lo que convierte al ex cónyuge sobreviviente en copropietario, con pleno derecho a reclamar su parte. Una vez liquidada esta primera comunidad de bienes, la mitad que pertenecía al fallecido se convierte en su patrimonio propio y es sobre ese patrimonio que se abrirá la sucesión. Aquí sí aparecen los herederos forzosos: los hijos del fallecido y el cónyuge actual. En la práctica, sobre la porción del fallecido se aplica la ley sucesoria argentina, que establece que el cónyuge sobreviviente hereda una porción igual a la de un hijo cuando concurren con dos o más descendientes. De este modo, en nuestro ejemplo, la porción correspondiente al fallecido sería dividida en partes iguales entre el cónyuge actual y los hijos. Esta situación puede resultar especialmente compleja si los bienes involucrados son inmuebles, vehículos o inversiones que se adquirieron durante la vigencia del primer matrimonio y nunca fueron formalmente divididos. Además, los problemas suelen intensificarse cuando hay hijos de diferentes matrimonios, ya que se pueden generar tensiones entre las familias involucradas. Entonces, ¿cuál es la solución? La respuesta es sencilla, aunque a menudo ignorada: realizar la división de bienes inmediatamente después del divorcio, incluso cuando parezca incómodo o conflictivo. De esta manera, se evita trasladar problemas a los herederos, quienes se enfrentan luego con trámites sucesorios más extensos, costosos y emocionalmente desgastantes. La importancia de una planificación sucesoria anticipada no puede subestimarse en estos casos. Realizar una planificación adecuada no solo evita futuros conflictos, sino que también significa un importante ahorro en tiempo y dinero. Los procesos sucesorios no planificados suelen extenderse durante años, generando costos legales muy elevados, además del inevitable desgaste emocional entre los miembros de la familia. Asimismo, en el contexto de una empresa familiar, estas dificultades pueden magnificarse considerablemente. Cuando existe una empresa familiar involucrada, la falta de una planificación sucesoria clara puede poner en riesgo la continuidad del negocio, ya que los conflictos familiares suelen trasladarse al ámbito empresarial. Esto puede derivar en crisis internas que afecten no solo la estabilidad familiar, sino también la operativa diaria del negocio, poniendo en peligro empleos, inversiones y reputación. La planificación sucesoria, especialmente en empresas familiares, implica definir con claridad quién asumirá el control del negocio, cómo se distribuirán las acciones o participaciones, y de qué manera se garantizará la gobernanza de la empresa tras la partida del fundador. La anticipación permite ordenar y prever posibles conflictos, proteger el patrimonio construido con esfuerzo y asegurar la armonía familiar. Para planificar adecuadamente la sucesión en estos casos se recomienda realizar un inventario detallado del patrimonio familiar, definiendo claramente qué bienes son propios y cuáles son gananciales pendientes de división. Además, es aconsejable recurrir a herramientas legales como testamentos, pactos sucesorios, fideicomisos y protocolos familiares, especialmente cuando existe una empresa familiar. Estos instrumentos permiten expresar de manera clara y efectiva la voluntad del causante, reduciendo considerablemente los posibles conflictos entre herederos. En una empresa familiar, particularmente, la planificación sucesoria debe incluir un protocolo familiar en el que se establezca quiénes asumirán los roles directivos y bajo qué condiciones, así como un plan de contingencia que prevea posibles conflictos futuros y su resolución. Asimismo, es recomendable contemplar aspectos tributarios, fiscales y societarios para garantizar la continuidad del negocio sin complicaciones adicionales. Siempre es recomendable enfrentar la división patrimonial inmediatamente después del divorcio con responsabilidad y asesoramiento adecuado. Además, realizar una planificación sucesoria temprana, clara y precisa, especialmente en familias con bienes o empresas en común, es clave para garantizar un proceso tranquilo, justo y equilibrado, evitando costos innecesarios y conflictos futuros, esto es fundamental debido a que una mala administración de los recursos para la resolución anticipada de los conflictos puede significar ganar el precioso recurso del tiempo y dinero, a la vez que promueve la armonía y estabilidad familiar en los momentos mas difíciles.
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