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Parana » Uno
Fecha: 14/04/2025 10:32
La psicoanalista y escritora Manu Mantica lanza Fábrica de palabras, un taller de escritura pensado especialmente para adolescentes de entre 12 y 15 años. La propuesta se desarrollará en Saltacharcos, una librería independiente ubicada en la ciudad de Paraná que se ha convertido en un punto de encuentro cultural para lectores, escritores y curiosos. El primer encuentro será el viernes 25 de abril a las 18, con una duración de dos horas en las que no solo se escribirá, sino que también se leerá en voz alta y, sobre todo, se escuchará. Porque ese es, quizás, uno de los ejes centrales de esta iniciativa: hacer de la palabra un puente. La propuesta nace de la conjunción de dos pasiones: el psicoanálisis y la escritura. Desde su formación y experiencia, Manu Mantica ha trabajado con adolescentes, acompañando sus procesos de transformación, sus preguntas y búsquedas. Pero también, desde muy joven, encontró en la escritura una herramienta vital para entender y construir. En diálogo con La mañana de la red, Mántica compartió lo que la moviliza detrás de este nuevo proyecto: “Gracias por la invitación, me encanta estar acá y poder contar lo que estoy haciendo. Me parece interesante poder utilizar la escritura como un recurso. La preadolescencia es un momento de muchos cambios. Y recuerdo que mi etapa más fuerte de escritura fue allí”, expresó. Lejos de plantear una estructura rígida, el taller se configura como un espacio flexible, abierto y en constante movimiento. “Los encuentros son itinerantes. A mí me gustaría que ellos terminen cada encuentro con algo que deje algo, así lo digo. Escriban mucho, poco, que se lleven algo: amigos, otras voces, experiencias”, explicó Mantica. Textos y autores La idea es que los participantes puedan sumarse en cualquier momento del año, sin la presión de haber asistido a todos los encuentros anteriores. En Fábrica de palabras, los jóvenes escribirán a partir de consignas disparadoras, y también tendrán contacto con textos de diversos autores que pueden funcionar como espejo, estímulo o diálogo. Entre las lecturas previstas, figuran poetas como Estela Figueroa, cuya obra sensible y precisa resuena profundamente en la experiencia cotidiana; Joaquín Giannuzzi, con su mirada seca, lúcida y existencial sobre el mundo; y propuestas vinculadas a la poesía objetivista, una corriente que apuesta por mostrar el mundo de forma concreta y sin ornamentos, donde el poema se convierte en objeto y no solo en expresión emocional. Mántica busca que los adolescentes puedan reconocerse en voces que les hablen desde una cercanía generacional, estética o emocional. “También es importante presentarles autores contemporáneos, cercanos a sus edades. Que puedan verse reflejados, que encuentren una voz parecida a la suya”, destacó. En ese sentido, la escritora también propone un enfoque que invite a habitar el silencio y lo que a menudo se considera improductivo. “Pienso que siempre se encuentran formas de escribir”, aseguró. “Hay que permitirse estar quieto, hay que permitirse aburrirse”. En una época donde el tiempo libre se llena casi de forma automática con pantallas y estímulos, recuperar la pausa y la observación se vuelve una pequeña forma de resistencia y también de inspiración. Refugio y herramienta El taller no se presenta como un curso convencional de literatura, sino como un refugio donde la palabra puede ser herramienta, juego, espejo o abrazo. Un espacio de construcción de subjetividad, pero también de comunidad. “También es importante que quien enseña sepa desde qué lugar lo hace. Yo trabajo mucho en eso”, subrayó Mantica, marcando la diferencia entre enseñar y acompañar. En tiempos de hiperconectividad, presión social y escasa escucha, Fábrica de palabras se erige como una alternativa valiosa, donde el lenguaje se convierte en territorio de descubrimiento. Porque, como resume su creadora, escribir, leer y escucharse puede ser más que un ejercicio literario: puede ser una forma de habitar el mundo con otros. Despertar la creatividad y la imaginación en la adolescencia es muy valioso. Es en esa etapa de transformaciones donde se redefine la identidad y se empieza a mirar el mundo con ojos propios. Estimular la capacidad de pensar más allá de lo obvio, de jugar con las palabras y de construir universos propios a través del lenguaje, fortalece la expresión y también la autonomía, la confianza y la empatía, porque la creatividad es una herramienta esencial para que los adolescentes puedan procesar lo que sienten, descubrir quiénes son y encontrar nuevas formas de vincularse con los demás y con el mundo.
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