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  • El Talmud y el presente: la educación ocurrió hace 2000 años

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 30/03/2025 04:55

    El Talmud, la fuente legal más antigua e importante del pueblo judío, se aplica a un sistema educativo creado hace más de 2000 años: sus ideas siguen siendo revolucionarias aun para nuestros tiempos El futuro de la educación ocurrió hace 2000 años. El Talmud, la fuente legal más antigua e importante del Pueblo judío, contiene una serie de reglas que se aplican a un sistema educativo creado hace más de 2.000 años. A continuación les comparto estos principios que, en forma de políticas públicas, construyen el sistema de educación judío en el mundo. Como verán, es sorprendente y maravilloso como estas ideas resultan revolucionarias aun para nuestros tiempos actuales. Insisto: estas reglas del Talmud tienen más de 2.000 años; en un mundo que vio nacer el primer sistema de educación organizada en Europa recién en el siglo XI. ¡1.000 años después! Educación universal obligatoria. La Torá (la biblia hebrea) señala a los padres como los responsables primarios de la educación de los hijos. El Talmud establece una regla maravillosa para resolver la situación de niños y niñas huérfanos, quienes al carecer de “padres” quedarían sin “maestros”: crea la escuela pública obligatoria. Inclusión social. En aquella época, como consecuencia de la regla talmúdica que exigía la educación universal, se crean mútiples escuelas en Jerusalem. Todas las familias se dirigían allí con sus hijos para que estos sean educados. Sin embargo, los niños vulnerables volvían a estar en problemas: ellos no tenían forma de llegar a esa ciudad. Es por eso que se crea una regla dorada: debe existir una escuela en cada ciudad. Esto resolvió el acceso a la escuela para todos los niños y niñas. Uno de los sabios del Talmud termina por institucionalizar la edad de comienzo escolar: los seis años. Hasta aquí tenemos una educación con tres atributos: pública, masiva y temprana. ¿Suena familiar? Aprendizaje colaborativo. Otra de las reglas talmúdicas consiste en exigir que el estudio se realice en parejas (denominado javrutá, en hebreo “grupo de compañeros, amigos”). Este es el método de estudio desarrollado en todas las casas de estudios judaicos del mundo (yeshivot). Es tan eficaz este sistema, que Corea del Sur –uno de los países más avanzados del planeta- adoptó este método talmúdico en todas sus escuelas públicas. La idea detrás de esta regla es que dos alumnos siempre aprenden más si comparten y discuten los contenidos; y un alumno que domina cierto tema aprenderá más todavía si tiene la obligación de explicárselo a otro que tiene dificultades para comprenderlo. Y, por último, el alumno que no ha logrado acceder a un conocimiento podrá hacerlo más eficazmente si un par se lo explica en su mismo idioma. Increíble, ¿cierto? Grupos reducidos. Existe otra regla que tiene 2.000 años de antigüedad, pero parece haber sido diseñada hoy en día en algún centro de innovación educativa ubicado en un país nórdico: el número máximo permitido por clase (por maestro) es 25 alumnos. Si hubiera 40 alumnos, es obligatorio sumar un maestro ayudante. Aprendizaje colaborativo. Otra de las reglas talmúdicas consiste en exigir que el estudio se realice en parejas (denominado javrutá, en hebreo “grupo de compañeros, amigos”) Rab Gamaliel: el genio detrás de la revolución Según el Talmud de Babilonia (Berajot 28a) Rab Gamaliel fue uno de los primeros en institucionalizar la enseñanza de la Torah, y organizó las clases de manera formal. En el Talmud de Babilonia (Berajot 28b) se relata cómo Rab Gamaliel estableció una estructura clara de estudios: “Rab Gamaliel estableció en Yavné que se debía enseñar la Torah, el Talmud, la Halajá y las enseñanzas de los sabios con la misma seriedad. Él ordenó que cada joven fuera capacitado en el estudio intensivo de la Torah, y que no se permitiera que ninguna generación estuviera desvinculada del aprendizaje.” Un aspecto destacado del sistema educativo que Rab Gamaliel introdujo fue la organización y la formación de los maestros. En el Talmud, Rab Gamaliel es citado por su énfasis en la importancia de que los maestros no solo enseñaran contenido sino que también fueran modelos morales y espirituales para sus estudiantes. En el tratado de Pirkei Avot (2:9) se dice: “Haz que tu corazón sea tan humilde como el de Hilel, y estudia siempre de manera que puedas enseñar a otros.” Una regla revolucionaria (¡aun hoy!) El Talmud plantea una discusión brillante, y de furiosa actualidad. Nos propone una pregunta: ¿qué ocurre si llega a una ciudad un maestro que es mejor que aquél que ya se encuentra desempeñando su tarea docente allí? Fiel a su costumbre, el Talmud plantea más preguntas que respuestas. O sea, no resuelve el interrogante. Pero nos ofrece una reflexión para alimentar el debate: la libre competencia no siempre es la mejor opción, debido a que genera inestabilidad. En este caso, un docente vivirá pendiente de la posibilidad de ser desplazado por uno mejor. Sin embargo, afirma el Talmud, justo en el caso de la educación de nuestros hijos e hijas la competencia es bienvenida porque, necesariamente, generará un “mayor caudal de saber”: los mejores maestros (más dedicados, más talentosos, más apasionados) darán a los niños una mejor educación. Miremos cuán poéticamente lo expresa el propio Talmud: “(…) los celos de los escribas aumentan la sabiduría”. Fiel a su costumbre, el Talmud plantea más preguntas que respuestas. O sea, no resuelve el interrogante. Pero nos ofrece una reflexión para alimentar el debate: la libre competencia no siempre es la mejor opción, debido a que genera inestabilidad En un sistema de libre competencia, son estos últimos maestros quienes terminarán desempeñado la tarea docente. Ellos serán los protagonistas. Y las futuras generaciones, los grandes beneficiarios. La educación es sagrada En palabras del Talmud: “Rab Gamaliel estableció que la única ocupación que justificaba la remoción de un maestro por mal desempeño era la docencia. Si un maestro no enseñaba adecuadamente, o no transmitía los conocimientos de acuerdo con las normas y principios establecidos, debía ser removido de su puesto.” (Berajot 27b). Esta regla refleja la centralidad de la docencia en la vida judía. La enseñanza no es solo una cuestión de impartir conocimiento; es también una forma de cultivar el alma y los valores de la comunidad. Un maestro que no cumpla con estas responsabilidades de manera adecuada, ya sea por falta de conocimiento o por una enseñanza deficiente, puede estar dañando el bienestar espiritual y moral de sus estudiantes, y por lo tanto, es justo que sea removido de su cargo. Rab Gamaliel entendió que la posición de un maestro en la comunidad no solo era un honor, sino también una alta responsabilidad. Según el Talmud, la figura del maestro es una de las más veneradas en el judaísmo, y, al mismo tiempo, es una de las más exigentes. Los maestros no solo deben conocer los textos sagrados, sino que también deben tener la capacidad de enseñar de manera que inspire y forme de manera integral a sus estudiantes. La regla de Rab Gamaliel de remover a un maestro por mal desempeño puede verse como una manera de garantizar la calidad y la integridad del sistema educativo judío. En la tradición rabínica, los maestros no solo son responsables de los conocimientos académicos, sino también de la transmisión de los valores y principios éticos fundamentales. Si un maestro no está a la altura de este desafío, su salida del puesto es vista como necesaria para el bienestar de la comunidad. A través de esta regla, Rab Gamaliel también introdujo un mecanismo de responsabilidad. A diferencia de otras profesiones, en las que el mal desempeño puede pasar desapercibido, en el ámbito educativo judío el fracaso de un maestro no puede ser ignorado. La remoción de un maestro por mal desempeño subraya la importancia de la competencia, la ética y la diligencia en la enseñanza. Políticos, sacerdotes, militares y comerciantes: todos menos importantes que los maestros. En el sistema político y religioso del Imperio Romano y en la Judea del siglo I los sacerdotes podían ocupar posiciones de poder por períodos prolongados sin ser removidos por mal desempeño. Por su parte, los comandantes militares y líderes en Judea, bajo el Imperio Romano, muchas veces no eran removidos de sus posiciones por fracasos en el campo de batalla, especialmente si pertenecían a una clase poderosa o tenían el respaldo del imperio. Aunque el sacerdocio del Templo de Jerusalem tenía grandes responsabilidades, no existía un mecanismo inmediato para remover a los sacerdotes de su cargo si no desempeñaban adecuadamente su función, salvo situaciones muy extremas. A pesar de la importancia religiosa del cargo, los sacerdotes generalmente tenían estabilidad en sus posiciones, que en muchos casos se transmitían hereditariamente. Por su parte, los funcionarios públicos, como los recaudadores de impuestos, también podían ocupar sus puestos sin que su mal desempeño resultara en una destitución inmediata. Los comerciantes y artesanos en Judea también desempeñaban roles esenciales en la sociedad, pero no existía un sistema formalizado que permitiera remover a alguien de su puesto por mal desempeño. Brillante, poético y cívicamente impresionante: los únicos que pueden ser removidos por mal desempeño son los maestros, porque tienen la mayor responsabilidad y honor que la sociedad puede otorgar: enseñar. Bajo esta visión los maestros tienen el poder. Es increíble. La innovación educativa ya ocurrió. Allí está. Junto al Futuro. Esperándonos… * Profesor de la Universidad de San Andrés. Autor de Los misterios del Talmud, Pilpel Publishing.

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