Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Elsa Mosto: “Siento orgullo porque Carlos siempre va a ser parte de la historia”

    Gualeguaychu » El Dia

    Fecha: 30/03/2025 03:33

    La Guerra de Malvinas atravesó para siempre a la sociedad argentina y la historia de los veteranos y caídos está más presente que nunca. En Gualeguaychú, la figura del Carlos Mosto es un símbolo que trasciende a quienes conocieron su espíritu solidario y compañero y hoy llega a las nuevas generaciones. En diálogo con Ahora ElDía, su hermana Elsa rememoró los momentos previos a su partida hacia las Islas, el recuerdo de sus compañeros y la emoción vivida en 2017, cuando su tumba fue identificada luego de 35 años gracias a un trabajo forense. Elsa contó que aunque Carlos pertenecía a la clase 59, hizo la conscripción en la Brigada Décima de La Plata junto a la clase 62, la que sería convocada para ir a Malvinas, porque había pedido una prórroga para poder estudiar Medicina. Tras rendir mal una materia, perdió el año académico y debió interrumpir sus estudios para hacer el servicio militar obligatorio en 1981. En noviembre de ese año, fue dada de baja y regresó a su ciudad, donde comenzó a prepararse para retomar su carrera y cursar el cuarto año de Medicina. El 2 de abril de 1982 lo encontró junto a su familia en Gualeguaychú. “Cuando nos despertamos ese día con las novedades de que se habían recuperado las Malvinas, me acuerdo que me decía ‘todos festejan, pero no saben lo que se viene’. Al día siguiente, me dijo: ‘En cualquier momento me llaman a mí’. Estábamos los dos solos, yo no quería comentar nada en casa para que mis padres no se sintieran mal. Un día estábamos los dos parados en la vereda de mi casa y me dijo: ‘no sé qué es lo que Dios pide de mí, no sé qué quiere que haga’. Le pregunté si tenía miedo que lo llamasen a la guerra y lo mataran. Él levantó los dos brazos, dio un paso para atrás y me dijo: ‘Si tengo que morir, que se haga la voluntad de Dios’. Creo que Dios de a poquito lo fue tocando para ser un gran elegido. En Malvinas le decían ‘El Curita’. Pienso que más que un hermano tengo un ángel en el Cielo”, contó. Y recordó como si hubiese sido ayer: “El 9 de abril, que era Viernes Santo, estábamos todos reunidos después de almorzar, sentados en el living, conversando, cuando entró una vecina y dijo: ‘Carlos, están llamando a la clase 62. Él se paró de un salto y dijo que tenía que ir. Le dije que no fuera hasta no recibir la notificación de que tenía que presentarse, pero insistió y dijo que tenía que estar con sus compañeros. Mis padres lo llevaron a la habitación para hablar con él, pero no pudieron convencerlo. Ese mismo día fue la última vez que lo vimos. Partió de la vieja terminal, a las 15 horas por el andén número 3. Parece como que todos sabíamos que era la última vez que lo veíamos porque habían ido todos sus amigos y toda la familia para despedirlo. Cuando el colectivo partió, nos miró, se tomó la cabeza con su mano y miró para abajo y ahí ya no lo vimos más. Esa imagen no se me borró nunca, me acuerdo hasta de la ropa que llevaba puesta”. El relato de Elsa continuó con el momento en que Carlos llegó a La Plata, donde encontró a todos los soldados ya formados para partir. Uno de sus compañeros se descompuso del miedo, Carlos lo revisó y supo que no tenía más que eso; sin embargo, para cubrirlo le dijo a su superior que el muchacho tenía un malestar, con lo cual lo dieron de baja y lo convocaron a él en su lugar: “tengo bastantes soldados para pelear, necesito un enfermero”, ordenó su jefe. Llevar paz en medio de la guerra “Carlitos nos enseñó a no odiar a los ingleses”, expresó Elsa. “En todas las cartas que mandaba nos decía: ‘no recen solamente por mí, recen también por mi hermano inglés que tiene una mamá, un papá, tiene un hijo, tiene familia’. También estaba el amor hacia su patria, porque en las cartas nos ponía: ‘Nunca me he sentido tan orgulloso de ver flamear a mi bandera’. También se dio cuenta del valor y significado que tiene la celeste y blanca”. Carlos Mosto (izquierda) junto a sus compañeros durante la guerra (Foto Nicolás Kasanzew) “No sé si Carlitos habrá tirado algún tiro, si habrá tenido el arma en la mano, pero creo que el arma principal que tuvo fue la Biblia, que pidió que le enviáramos y llevaba bajo el brazo. Los sacerdotes que estuvieron ahí le dijeron a mi mamá que él era más sacerdote que ellos, porque cuando veía a sus compañeros tristes -y a muchos llorando- se sentaba con ellos, les leía la palabra, les cantaba, los hacía cantar, y hasta que no les sacaba una sonrisa no los dejaba”, describió Elsa, recuperando el testimonio de los compañeros de Carlos. “Uno de ellos me contó: ‘El gringo (como lo llamaban) nos veía bajar de los aviones y salía corriendo, nos pegaba un abrazo, siempre con una sonrisa, nunca nos preguntaba nada y decía ‘¿Querés un café?’ o ‘¡Vamos, vamos, vamos!, y ya con ese abrazo sentíamos la paz que necesitabamos’”, ejemplificó. Y manifestó: “Me llena de orgullo porque digo, ‘¡La pucha! Con tan poca cosa, ¡cómo hacías felices a las personas!’. La bandera de Malvinas, la bandera de Carlitos, siempre tiene que estar en alto. Siento orgullo por mi hermano, porque siempre va a ser historia. El día en que yo falte, se van a acordar de mí mis hijos y mis nietos. Sin embargo, Carlos Gustavo Mosto va a estar en la historia; van a pasar por la calle donde está su nombre; generaciones de chicos van a pasar por la escuela que lleva su nombre. Es muy importante poder transmitirlo a los jóvenes en las charlas, en las escuelas, y enseñarles el valor principal, que es el amor a la patria. Defenderla desde el lugar en que estamos, con el corazón, como ellos hicieron allá en Malvinas”. “Soldado argentino sólo conocido por Dios” Durante 35 años, la inscripción destinada a los cuerpos no identificados de los caídos enterrados en el cementerio de Darwin estuvo en la tumba de Carlos Mosto. Hasta que en 2017, gracias a un trabajo conjunto del equipo forense del CICR (Comité Internacional de la Cruz Roja) y el EAAF (Equipo Argentino de Antropología Forense), se identificaron los restos de más de 100 soldados argentinos, entre ellos, los de Carlos. “Nos citaron el 17 de diciembre de 2017 en la ex ESMA. Fui con mis dos hermanos. Nos explicaron el trabajo minucioso que se hizo y nos dijeron que ‘el cuerpo de Carlos Mosto se localizó’. Hicimos un silencio y llorábamos por dentro los tres. Nos abrieron una carpeta con todos los detalles, y nos dieron una medalla que encontraron en su cuerpo, con su número de documento”, recordó. Por último, Elsa contó que en marzo de 2018 viajó a Malvinas junto a su hija Evangelina y un grupo de familiares. Si bien no era la primera vez que visitaba las Islas, esta vez fue diferente. Una sensación difícil de explicar: “Estar ahí es como que se cierra un poco la historia”, dijo. Y concluyó: “Carlitos no tiene que morir en las páginas amarillas, tiene que vivir siempre, y mientras lo recordemos, siempre va a estar vivo. Mientras Dios me dé vida, me dé salud y me dé memoria, voy a seguir siempre pronunciando su nombre y haré conocer quién fue y quién es Carlitos Mosto”.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por