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  • Meritocracia vs. especulación: el futuro del país está en el esfuerzo

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 27/03/2025 02:52

    El verdadero progreso no viene de apuestas o del asistencialismo permanente Desde chico, en casa me enseñaron algo muy claro: el dinero se gana con trabajo y esfuerzo. Mi papá siempre decía que uno tiene lo que puede pagar con su bolsillo, y esa lección me quedó grabada para siempre. No se trata de suerte ni de atajos, sino de dedicarse y poner todo de uno para conseguir lo que se quiere. Eso es lo que siempre he tratado de transmitir a mis hijos, porque sé que el verdadero éxito viene del esfuerzo genuino, no de ilusiones rápidas. La meritocracia, ese principio que valora el esfuerzo, el trabajo y la dedicación, es clave para cualquier sociedad que aspire a ser justa y próspera. En este sentido, el PRO ha entendido que este valor es el que puede transformar nuestra realidad. Jorge Macri lo expresó muy bien: “La meritocracia es la base del futuro que queremos para la Argentina. Es la herramienta con la que podemos superar los problemas estructurales que afectan a nuestro país”. La meritocracia no es solo una idea, es un principio que funciona cuando existen igualdad de oportunidades que garantizan que el esfuerzo y el talento sean los motores del progreso, sin importar el punto de partida de cada persona. Es cierto, este concepto debe ser llevado a la práctica, sobre todo a través de políticas públicas que promuevan la educación, el acceso a empleos de calidad y la innovación. Pero la meritocracia no solo tiene que ver con el esfuerzo individual, sino con construir un sistema que premie el talento y la perseverancia, tal y como lo expresó alguna vez Mauricio Macri. Por eso hay que decir una y otra vez que el verdadero éxito de una nación radica en la capacidad de sus ciudadanos para crear valor genuino. En otras palabras, el crecimiento no se logra a través de la especulación, sino de un trabajo bien hecho. Ahora bien, en contraste con la meritocracia hoy aparecen esos “nuevos negocios” que prometen riquezas rápidas sin esfuerzo. De manera constante vemos publicaciones de personajes que muestran relojes, yates o autos de lujo, de procedencia incomprobable, explicando cómo hacer inversiones, ofrecen cursos y aplicaciones para hacer dinero fácil. Esta actividad, como tantas otras, se basa en la especulación y el riesgo más que en la creación de valor real, es una ruleta, una invitación al azar. Este tipo de negocios, que aprovechan la volatilidad del mercado, es justo lo contrario a lo que promueve la meritocracia. No se premia el esfuerzo ni el trabajo, sino la capacidad de arriesgarse, esperando que la suerte esté de tu lado. En un sentido similar, el kirchnerismo adoptó una postura crítica respecto del valor del esfuerzo en el desarrollo del individuo y la sociedad. Desde esa tribuna nos quisieron hacer creer que el mérito es irrelevante, que todo se reduce a las condiciones externas. Ese discurso es una subestimación de las personas, una falta de respeto a las capacidades que cada uno de nosotros tiene. Además, ha erosionado profundamente las bases de la construcción de la sociedad cimentadas por el trabajo y una comunidad organizada, que el kirchnerismo supuestamente dice defender. La consecuencia ha sido un fuerte énfasis en el asistencialismo y el nepotismo, el incremento desmedido del gasto y una idea de que el esfuerzo personal es lo mismo que el individualismo. Promover negocios fáciles o desacreditar el esfuerzo y desarrollo personal es, en definitiva, una trampa. El verdadero progreso no viene de apuestas o del asistencialismo permanente, sino de la construcción de un modelo económico que valore el esfuerzo. No se trata de la ganancia inmediata de unos pocos a expensas de personas vulnerables. Mientras algunos se enriquecen con la especulación o viviendo del Estado, la mayoría termina perdiendo, sin que eso aporte nada al desarrollo real del país. Tenemos que parar la pelota una vez más, mirar qué está pasando en la sociedad y ofrecer algo distinto. El esfuerzo genuino, acompañado de reglas claras, instituciones sólidas y un Estado que impulse el crecimiento sin ser una carga, es lo que puede sacar al país adelante. El mérito es un sistema en el que el esfuerzo se premia, los jóvenes tienen acceso a una educación de calidad y las oportunidades están al alcance de todos, no solo de los que tienen suerte o recursos. Este modelo de sociedad no solo es más justo, sino también más sólido a largo plazo. En definitiva, la meritocracia no es solo un valor político del PRO, sino una idea clave para el futuro de Argentina. Frente a las promesas de dinero fácil, necesitamos volver a poner en valor el esfuerzo genuino y el trabajo constante. Solo así podremos construir una sociedad más justa, en la que el verdadero éxito se logre con dedicación, no con especulación.

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