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» AgenciaFe
Fecha: 30/03/2025 10:11
En 2006 se cumplieron 30 años del golpe y se reabrieron los juicios por crímenes cometidos durante la dictadura. Ese año, el dictador Jorge Rafael Videla escribió un libro que tenía por título “Recuerdos de una gestión de gobierno”. La publicación, a la que accedió Página/12, nunca vio la luz. En ese borrador, Videla repasaba no solo sus días al frente de la dictadura sino que también despotricaba contra lo que llamaba “la persecución judicial” que debió afrontar en democracia. Le dedicaba un espacio importante a negar la existencia de un plan sistemático de apropiación de niños y niñas, delito por el que fue condenado a 50 años de prisión. Videla sustentaba sus afirmaciones en un “trabajo” al que se había abocado el abogado Florencio Varela en el que decía que no había evidencias ni testigos creíbles de una larga lista de bebés que fueron robados y luego restituyeron sus identidades. Videla tenía un especial encono con la denuncia de las Abuelas de Plaza de Mayo que lo devolvió a la cárcel en 1998. El robo de bebés era uno de los pocos delitos que no había quedado contemplado en las leyes de amnistía. Videla pasó 45 días en la cárcel de Caseros hasta que lo enviaron a su casa por entonces. En el libro que escribió años después, el dictador se enfocó en negar dos planes: el del robo de niños y el Cóndor –aunque sin demasiado éxito. “Solo cabe decir que jamás vi un documento con tal denominación, lo que no quita la existencia de intercambio de información existente entre las Fuerzas Armadas del Cono Sud como una necesidad funcional no explícita en el marco de una guerra regional contra un enemigo común”, escribió Videla sobre la coordinación entre las dictaduras que fue caracterizada como una asociación ilícita de alcance regional por la justicia argentina en 2016. En el libro, también Videla buscó presentar la sustracción de niños y niñas como hechos aislados. “Las autoridades militares, lejos de planificar la sustracción de menores, habían previsto los procedimientos a seguir para su restitución a los respectivos familiares. Tan es así que quedaron registrados más de 200 casos de menores, hijos de matrimonios detenidos en allanamientos, que fueron devueltos a sus familiares en el transcurso del Proceso de Reorganización Nacional”, se excusó. Para los tribunales argentinos está probado que hubo un plan sistemático de robo de niños. Abuelas de Plaza de Mayo les devolvió las identidades a 139 de ellos y ellas. ¿De dónde salían los datos que Videla volcó en su libro? De un informe en el que había estado trabajando Florencio Varela, exjuez y secretario del Menor y la Familia de la dictadura. Varela era el abogado de Santiago Omar Riveros, excomandante de Institutos Militares. Varela se vinculó con Riveros en 2000. Había conocido, por entonces, a Eduardo Alfonso, secretario general del Ejército, que le pidió ayuda con las investigaciones que empezaban a moverse. Varela se mostró solícito. Según su versión, al rato, recibió el llamado de Riveros. “Lo llamo de parte del general Alfonso que me dijo que Usted me va a defender”. Videla atesoraba una carpeta con unas conferencias que había dado Varela para negar la existencia del plan sistemático de robo de bebés que lo tenía a él como principal acusado. La documentación fue hallada en 2012 en un allanamiento que ordenó la jueza federal de San Martín Alicia Vence, que instruye las causas vinculadas a la represión en la zona que dependía de Campo de Mayo. Un informe para mentir La cita fue a las 15 del 24 de febrero de 2000. El lugar, el salón San Martín del Centro de Oficiales de las Fuerzas Armadas (COFA). Allí, por aquellos años, funcionaba una mesa de articulación entre distintos sectores que abogaban por la “memoria completa”. De hecho, Miguel Osvaldo Etchecolatz tenía agendada a Victoria Villarruel con la aclaración “COFA”. Florencio Varela se presentó como el vocero o relator de un trabajo de reconstrucción al que se habían abocado "ciudadanos de bien" que estaban interesados en mostrar que las Fuerzas Armadas no habían robado niños. Según su reconstrucción, la dictadura devolvió a 204 chicos y chicas. “El solo leer esta lista arroja una inmediata conclusión: devolver los menores era lo cotidiano, lo sistemático”, dice el informe. Varela buscaba, a toda costa, desacreditar la denuncia de Abuelas de Plaza de Mayo, que buscan a 500 niños y niñas apropiados. “El grupo ‘Las Abuelas’ no solo buscan humanitariamente a sus nietos, también son un pretexto de agitación política y además rozarían la figura de la ‘falsa denuncia’”, decía. Entre otros, mencionaba los siguientes casos de mujeres embarazadas o que fueron separadas de sus bebés al momento de ser secuestradas: Susana Pegoraro: decía que no había referencias del nacimiento, que solo había testimonios de sobrevivientes de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) con “manifiesta enemistad con los acusados por su condición de ex terroristas presas”. Para el momento de la conferencia, Evelin Bauer Pegoraro ya había sido localizada. Había sido apropiada por el marino Policarpo Vázquez. Patricia Roisinblit: hablaba de un “presunto embarazo”. También denostaba los testimonios de dos sobrevivientes de la ESMA y alegaba que el hecho de que la hijita de Patricia, Mariana Eva Pérez, hubiese sido entregada a su familia demostraba que no había un plan para robar a los niños. Meses después de la conferencia, Mariana –a partir de una denuncia que recibió Abuelas– encontró a su hermano. Guillermo había sido apropiado por Francisco Gómez, personal de la Fuerza Aérea. María Hilda Pérez de Donda: afirmaba que no había “testigos ni evidencias de la sustracción del menor”. También decía que su hija mayor había sido entregada a los abuelos, lo que, a su entender, demostraba que no había una sistematicidad en la apropiación de niños y niñas. En 2004, Victoria Donda Pérez restituyó su identidad. Había sido apropiada por el prefecto Juan Antonio Azic, que operaba en la ESMA. Lo mismo que el tío de Victoria, Adolfo Donda. María Graciela Tauro: Sostenía igualmente que no había testigos ni evidencias de la sustracción. En 2010, Ezequiel Rochistein Tauro restituyó su identidad. Había sido apropiado por Juan Vázquez Sarmiento, integrante del área de inteligencia de la Fuerza Aérea. Inés Beatriz Ortega de Fossati: también afirmaba que no había evidencias ni testigos imparciales. “El único testigo es en realidad Adriana Calvo de Laborde, quien a su condición de ex detenida agrega el ser actualmente una reconocida militante política y participante permanente en campañas contra las Fuerzas Armadas y ex autoridades civiles y judiciales del gobierno militar. Su credibilidad como testigo imparcial es absolutamente inaceptable. Es además la única testigo en otros casos, lo que aumenta la desconfianza en sus dichos”, afirmaba Florencio Varela. Adriana Calvo e Inés Ortega estaban secuestradas en la Comisaría 5ª de La Plata. Adriana tuvo a su beba, Teresa, en el auto en el que los represores la trasladaban desde ese centro clandestino hasta el Pozo de Banfield. En 2005, Leonardo Fossati Ortega restituyó su identidad. Silvia Mónica Quintela: “Los testimonios solo afirman que fue vista embarazada en prisión. No hay ningún testimonio ni evidencias de parto ni de sustracción del menor”, afirmaba Varela, que cuando hablaba de “prisión”, en realidad, se refería a Campo de Mayo. En 2010, Francisco Madariaga Quintela recuperó su identidad y pudo reencontrarse con su papá, Abel Madariaga, secretario de Abuelas de Plaza de Mayo. Francisco había sido apropiado por Víctor Gallo, integrante del Batallón de Inteligencia 601. Laura Estela Carlotto: decía sucintamente que no había testigos directos del parto. En agosto de 2014, Ignacio Montoya Carlotto –nieto de Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas– restituyó su identidad. Ana María Lanzillotto: “no hay testigos ni evidencias de parto ni de sustracción de menor”. Maximiliano Menna Lanzillotto nació en el Hospital Militar de Campo de Mayo y en 2016 restituyó su identidad. Beatriz Recchia: también sostenía que no había testigos ni evidencias del parto o de la sustracción del bebé. En 2009, Bárbara García Recchia se realizó los análisis de ADN y pudo encontrar con su hermana Juliana. Había sido apropiada por Luis José Ricchiuti, integrante del Batallón de Inteligencia 601. Por el operativo en el que asesinaron a Domingo García y secuestraron a Beatriz y Juliana terminó condenado Alfonso, compinche de Florencio Varela. María Claudia García Iruretagoyena de Gelman: afirmaba que no había testigos o evidencias del parto. Hablaba del poeta y columnista de Página/12 Juan Gelman, suegro de María Claudia, como un “alto dirigente terrorista montonero”. Menos de una semana después de la conferencia, Gelman encontró en Uruguay a su nieta Macarena. Liliana Clelia Fontana: afirmaba que no había testigos creíbles o evidencias del parto o sustracción. “El único testigo que sostiene haberla visto en ESMA y del parto allí es (Adolfo) Scilingo”, manifestaba Varela, que no podía esconder el encono con el marino que le había relatado al periodista Horacio Verbitsky la mecánica de los vuelos de la muerte. En 2006, Pedro Sandoval Fontana restituyó su identidad. Había sido apropiado por Víctor Rei, que integraba el área de inteligencia de la Gendarmería. Cristina Silvia Navajas de Santucho: afirmaba que únicamente Pablo Díaz, sobreviviente de La Noche de los Lápices, la había visto embarazada y había declarado que su parto había sido atendido por el médico policial Jorge Antonio Bergés. En 2023, Daniel Santucho Navajas restituyó su identidad y pudo encontrarse con su papá, Julio Santucho. Había sido apropiado por un integrante de la Bonaerense. Stella Maris Montesano de Ogando: decía que no había testimonios ni evidencias creíbles de haber sido visto embarazada ni del parto. “Recién en febrero de 1999 –23 años después– aparece el tardío y poco creíble testimonio del denunciante y activista Pablo Díaz, otra vez un oportuno y único presunto testigo del embarazo en prisión y parto”. Muy a pesar de Varela, Pablo Díaz tenía razón. En 2015, Martín, que había nacido en el Pozo de Banfield, restituyó su identidad y pudo abrazar a su abuela Delia. Sara Rita Méndez: Varela decía que “ni siquiera hay constancias firmes de la existencia de tal menor o que, de ser ciertos los datos, éste sea hijo de la causante”. Cuando la secuestró una patota de Automotores Orletti, Sara Méndez acababa de dar a luz a su hijo. Lo había anotado como Simón Riquelo porque ella estaba clandestina. En 2002, Simón Gatti Méndez restituyó su identidad y pudo encontrarse con su mamá, que lo buscó sin respiro. Los archivos que el Poder Judicial encontró en poder de Videla sobre el robo de niños muestran las mentiras que los jerarcas de la dictadura construyeron para ocultar uno de los crímenes más aberrantes, que ni Florencio Varela podía admitir, ya que en una conferencia que dio en septiembre de 2003 --y que también atesoraba el dictador-- dijo que era un "agravio a las Fuerzas Armadas de ayer, de hoy y mañana". Ese discurso fue dado en una actividad convocada por la Asociación Unidad Argentina (AUNAR), en la que militó Villarruel antes de que este grupo creara un nuevo brazo para dar la pelea por la "memoria completa", el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv).
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