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Parana » Pagina Politica
Fecha: 11/02/2025 16:13
Por Eduardo Medina (*) La compra de voluntades en política es tan vieja como la política misma. Nacieron juntas y la dinámica e inercia entre ambas está dada por la disyuntiva entre pagar o convencer. De hecho, para los que entienden esta actividad como un negocio, el mejor político es el que puede hacerse de voluntades sin gastar un peso. Es una cuestión de habilidad y tiempo. Del otro lado está el que se deja comprar o convencer, ese que duda entre conservar los valores y ser fiel a su organización o partido, o bien cruzar el río turbio de la posible dádiva. Si acepta el convite, sabe que mejorará su posición, pero su integridad moral ya no será la misma y cualquiera podrá decirle con justicia, “silencio, a vos te pagaron”. Este proceso subterráneo y amoral que lubrica el sistema político se hallaba cubierto por el bullicio social, hasta que a Edgardo Kueider lo encontraron una madrugada en el Paraguay con un bolso lleno de dólares. Ese acontecimiento hizo temblar por un momento el sistema, porque puso en escena lo que no se puede ver, lo que en el teatro está tras bambalinas y que lleva a que, de hacerse visible, se pierda “la magia”. Ya había pasado con José López en 2016, sólo que aquella vez el sistema pudo absorber el golpe al usar como chivo expiatorio al kirchnerismo, favoreciendo a su vez al gobierno de Cambiemos, pro establishment. Pero Kueider era un senador de la Nación, cuyos votos habían servido para comenzar a esquilmar al Estado, doblegar al peronismo y empezar un proceso de destrucción del tejido social. Insalvable por donde se lo mire. Pero cuando se abrió el bolso de Kueider saltaron fajos de billetes y también toda una serie de paradojas con consecuencias en el corto y mediano plazo. En el corto, se lo destituyó del Senado; dejó sin un alfil en el recinto a la Libertad Avanza; golpeó lateralmente la imagen de Javier Milei; y, al no tener una identidad partidaria definida, expuso a toda la clase política. La destitución lleva a que Stefanía Cora asuma su banca en reemplazo hasta el fin del mandato, y a que la diamantina Silvina Deccó, a su vez, reemplace en la Cámara de Diputados de Entre Ríos a Cora hasta 2027. En el mediano plazo, el bolso de Kueider le jaqueó los planes a su exjefe, Gustavo Bordet, que iba como un tren a ocupar la banca del Senado por la minoría, asumiendo que tenía controlado al peronismo provincial para esta maniobra y a los “sub-40” haciéndole la claque. Pero el futuro quiebra hasta las estrategias mejor meditadas. Ni el peronista más optimista podría creer que la acumulación de bienes y negocios que poseía Kueider desde hacía varios años los había logrado siendo un “lobo solitario”. Ahora, lo que sí podría agarrar desprevenido a más de uno es la dificultad para encontrar discursos públicos locales que unan con ironía, malicia o sorna en una misma oración a Kueider con Bordet. Raro. Dos socios políticos, dentro de un mismo esquema, que controlaron con mano de hierro por varios años a la administración provincial y al PJ. Eso, una auténtica y costosa “operación” semiológica, solo puede tener dos explicaciones. O bien proviene del propio Bordet, respondiendo a su aspiración electoral, o es una carta que se creó y guardó el oficialismo provincial para hacer saltar en el medio de la campaña. La “famiglia” judicial actuará después, si es que se lo piden. Bordet sabe que no puede bajarse de la candidatura a senador, porque eso sería sangre en el agua para los tiburones. Que le haya costado juntar gente hace unas semanas para una actividad en Concordia ya es mala señal. El caso Kueider también golpeó lateralmente a Guillermo Michel, que iba a reemplazar a Bordet en Diputados, siendo un candidato cantado para la gobernación en 2027. Una banca en el Congreso, buenos recursos, la facilidad para llegar a los medios nacionales, le granjean, según los cálculos del ex jefe de la Aduana, la posibilidad de llegar bien posicionado a un mano a mano con Rogelio Frigerio. Michel viene trabajando en varios niveles y direcciones, tanto adentro de la provincia como afuera, dominando ciertos temas candentes y dosificando su ascendente aparición en la provincia. El exabrupto contra el gobierno venezolano fue una movida para el esquema macro, pero que cayó mal en la militancia peronista local, a la que aún no se ha acercado. En la vereda de enfrente se encuentra la Unión Cívica Radical de Entre Ríos, quien se enfrenta a un dilema crucial en su vida institucional y posa los ojos en las acciones y omisiones de sus principales referentes. En efecto, que el gobernador les pida hacer una alianza con el oficialismo nacional hace temblar más de cien años de historia partidaria. Tener que haber hecho campaña para que un fino porteño sea gobernador no es nada al lado de esto. Javier Milei se ha cansado de insultar a la UCR, a sus líderes históricos y a sus valores, luchas y legados. Los componentes de xenofobia, homofobia, transfobia y discriminación que exsudan el líder libertario y sus adláteres en las cotidianas intervenciones que realizan son intolerables hasta para el boina blanca más conservador. El vituperio a las instituciones que practica la Libertad Avanza son opuestas a los valores del radicalismo. Desde distintos lugares, las intervenciones públicas de Rubén Pagliotto o Fuad Sosa, con ADN radical puro, tensan la cuestión aún más. Sus rechazos a la gestión libertaria se perciben viscerales. Aunque el de Sosa no tanto, su frase “hay que ver si nos conviene a los radicales” parecería ser su vía de negociación a futuro. En otra línea de actuación más friendly, Atilio Benedetti y Fabián Rogel, ahora precandidato a senador, también han venido poniendo reparos al mileismo a lo largo de 2024, anticipándose a este escenario y subiendo(se) un poco el precio, por las dudas. En los municipios radicales del interior de Entre Ríos, saben que necesitan decir que están conformes con la gestión de Frigerio, aunque lo que reciban sean migajas. Eso sí, como psicólogos, los emisarios del gobernador son muy buenos, porque escuchan a todos. La frase que repite el gobernador a diario, que gobierna sin plata, es una daga en las esperanzas de muchos intendentes para concretar una buena gestión. El gobierno provincial ni siquiera se ha preocupado por reparar la entrada a Rosario del Tala por la ruta 39, un auténtico desastre que dejó la anterior gestión, afectando una conexión neurálgica de la provincia, en las puertas de una intendencia de la UCR. Pero es un año de elecciones, la plata aparece en estos contextos. La alianza con Milei puede tener como excusa justamente ese flujo de recursos. Los intendentes que se muestren propensos a dicha alianza serán los que más reciban. ¿Será? En su defecto, que guarden silencio o ahorren críticas también suma. El actual gobernador tiene unos meses y, para demostrar y demostrarse que es un buen político, optó primero por convencer. Movió a la dama, la vicegobernadora Alicia Aluani, para que presida la UCR provincial. Tal vez antes ya había apalabrado algunos peones del lugar. De lograr dominar en una primera movida al centenario partido, éste se volvería su apéndice, un mero instrumento electoral y de cierta legitimidad. Pero los operadores de Frigerio saben que no será tan fácil como cuando salieron a cazar algunos intendentes o legisladores del peronismo. A diferencia de estos, muchos integrantes del radicalismo local están formados, tienen carrera profesional y, si nunca abandonaron esos ideales, incluso en épocas de vacas flacas (veinte años), es porque están muy convencidos. Esos son los más difíciles. Pero Pedro Galimberti también parecía difícil y, sin embargo, agarró una changa en dólares, hizo las cuentas y despejó el camino sin decir “mu”. Frigerio, claro está, no piensa en un proyecto político local a largo plazo como les interesaría a los radicales. Su ambición son las grandes ligas y Entre Ríos, para él, es un Federal “A”. Sus discursos en medios nacionales no lo reflejan tanto como gobernador de una provincia, sino más bien como actor relevante de un partido, el viejo PRO, que parece suplicar que los libertarios le den un abrazo de oso. “Pulsión de muerte” se llama en psicoanálisis. Pero son niveles de kueiderismo más intensos. Y si no preguntémosle a Cristian Ritondo o a Diego Santilli, cuyas ostensibles operaciones de bloqueo mediático aún los mantienen alejados de la picota social. El dinero es un bien escaso, mucho más en su versión en dólares. Los billetes que van para un cambio de discurso o de posición ideológica, son recursos que faltan en la administración diaria de la cosa pública. Pero, viendo la situación de pobreza extrema en la que viven miles de argentinos, y la de riqueza de varios de sus dirigentes, la ecuación cierra por todos lados. Ese tramo del relato de Javier Milei es más que acertado. Pero la clase política no es la responsable de todo, los empresarios que aprovechan la bicicleta financiera o que coimean a un legislador para que se apruebe una ley, por ejemplo, también son responsables del desastre. Es el espiral de decadencia social que desciende imparable desde las elites argentinas. La tosquedad y brutalidad de Kueider en su accionar son fallas de una lógica de hacer política que la Libertad Avanza vino lamentablemente a exacerbar, a partir de carecer de argumentos y abundar en insultos a propios y extraños. Pero el poder, que es coyuntura pura, seduce, obnubila, doblega, ya sea cuando se lo posee, como cuando se está cerca, o cuando se “cree” que se está cerca. Pasada esa algarabía, el descrédito, el olvido o hasta la cárcel pueden venir a golpear la puerta. Por eso, el mejor político no es el que compra, vende o convence, sino el que hace las cosas bien cuando tiene que hacerlas, desoyendo los enloquecedores cantos de sirena. Veremos qué posición toma la UCR entrerriana y su dirigencia. Si conservan sus principios y valores, o canjean definitivamente ese capital atropellados por el clima de época. (*) Politólogo. (UNER) Fuente: Página Política
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