02/02/2025 04:47
02/02/2025 04:46
02/02/2025 04:46
02/02/2025 04:45
02/02/2025 04:44
02/02/2025 04:43
02/02/2025 04:42
02/02/2025 04:41
02/02/2025 04:41
02/02/2025 04:41
» Corrienteshoy
Fecha: 02/02/2025 02:31
Los habitantes de Nuuk, la capital de Groenlandia, ante el desafío de Trump: «Es una utopía» Nuuk vive en un profundo silencio invernal. La capital de Groenlandia experimenta desde hace unas semanas ser el centro de un torbellino de atención internacional al que sus habitantes no están acostumbrados después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump , asegurara por segunda vez su intención de anexionar la isla a territorio estadounidense.Noticia Relacionada estandar Si Pele Broberg, el líder independentista de Groenlandia: «No queremos ser daneses ni de Estados Unidos» Pablo Ortega Ante la intentona del presidente estadounidense de anexionarse la región, el líder del partido Naleraq aprovecha para presionar a las autoridades de su paísEs un rumor del que todo el mundo habla . Sin embargo, cuando caminas por las calles de la ciudad, solamente puedes oír el crujido de tus propias pisadas sobre la nieve, el graznar de los enormes cuervos de color negro que sobrevuelan la ciudad y el sonido de las campanas de la iglesia Hans Egede, una enorme y aséptica construcción de color blanco nombrada así en honor al fundador de la ciudad, un misionero noruego que llegó a Groenlandia en una expedición danesa a principios del siglo XVIII.Pablo OrtegaEn la misma zona vieja, junto a la catedral de Nuuk, se erige en lo alto de una colina la estatua en honor al propio Hans Egede. A simple vista la estatua luce impertérrita en mitad de la nieve, mirando al mar en dirección al antiguo puerto recordando los tiempos en los que llegó a puerto por ese mismo canal. Sin embargo, la figura presenta todavía los restos de pintura roja que fueron lanzados hacia ella en 2020, durante el día nacional de Groenlandia.La herida sigue abierta y los groenlandeses se sienten más unidos que antes . «Siempre se había hablado del tema de la independencia, especialmente en el Parlamento, pero nunca se había hablado a este nivel», afirma Kiista L. Fencker , asesora política y vecina de Nuuk.Habla desde el lugar que fue su barrio de la infancia, a la sombra de la estatua de Egede.De padre irlandés y madre groenlandesa, Fencker luce en los dedos de su mano tres líneas tatuadas, una tradición inuit -el pueblo originario groenlandés- que está ganando popularidad entre la gente joven que busca reivindicar sus raíces.«Lo primero que pensé al escuchar a Trump fue: genial, otro colonizador . Pero hay que agradecerle que haya creado un debate tan grande en Groenlandia sobre la independencia y el rol de Dinamarca en el país», asevera Fencker. Tal es la magnitud de la conversación que reconoce que la independencia de Dinamarca está ahora mismo en sus propias manos: «Si jugamos bien nuestras cartas podemos ser independientes en unos años. Ese es el nivel», sentencia.Groenlandia para los groenlandesesLa conversación existe pero no se traduce especialmente en la calle, muchas personas prefieren no hacer comentarios al respecto por miedo a ser utilizados por canales partidistas. Es el caso de una diseñadora de vestidos tradicionales groenlandeses, que no quiere hablar por miedo a repercusiones en su trabajo.«En algunos sentidos Groenlandia tiene los mismos defectos que un pueblo», argumenta Knut, un vecino que apura un cigarro a las afueras del mercado de la ciudad, donde cada día pueden verse apiladas las colas y la carne de foca, de un color rojo intenso casi negro, junto a las aves cazadas ese mismo día. «Somos pocos y la población está muy dispersa, eso afecta a la comunicación, hay gente a la que le cuesta hablar». «Groenlandia es para los groenlandeses. No estamos en venta»Junto al mercado, una pequeña cabaña decorada con luces de colores brilla en la oscuridad. Son las nueve de la mañana y la noche sigue cerrada. La luz tenue y anaranjada de las farolas iluminan las ventanas de la caseta, donde se aprecia a un hombre trabajar en su interior. Si uno se detiene junto a la puerta, no escuchará ninguna máquina eléctrica, solamente el sonido de una sierra atravesar la madera. Una y otra vez. El que está serrando es un chico joven, de 16 años. Lo hace bajo la atenta mirada de Pavia, un hombre de 47 años que trabaja con menores de familias desestructuradas. Les intenta enseñar un oficio antes de que ellos aprendan una mala costumbre. Agarra un trozo de lija y le indica a su alumno que trabaje sobre uno los listones de madera. Pavia es kayakista y director de una escuela de kayak. Los numerosos trofeos que adornan una estantería de madera así lo atestiguan. «Es una tradición muy antigua», dice Pavia. Cuenta que sus antepasados usaban estas embarcaciones para cazar, pescar y moverse entre el terreno helado, ahora él las fabrica desde cero para cuidar la herencia.«Groenlandia es para los groenlandeses. No estamos en venta», asegura rodeado de cuadernas fabricadas por él siguiendo la tradición inuit. «La tradición groenlandesa es muy importante para mí, llevo desde 1992 construyendo kayaks. Llevo a Groenlandia en el corazón», zanja.La pesca, la caza y la relación con la naturaleza forman la base de la cultura groenlandesa. Se aprecia en cada rincón de la ciudad. Cerca del puerto donde atracan buena parte de los barcos con tripulación danesa, Jon recorre la carretera con las astas de un animal en lo alto de su cabeza. Camina despreocupado con lo que parece el cráneo relativamente fresco de un reno. Su destino es un taller en el que trabajará los huesos hasta convertirlos en piezas de artesanía.PAblo Ortega«Tú eres el primero», insiste al llegar mientras señala repetidamente un cuaderno de notas donde apuntan el número de visitantes que llegan. Desde la entrada se aprecia un fuerte y característico olor que parece resultar de una mezcla de hueso y pelo quemado, como si alguien hubiera acercado demasiado un mechero a la piel. En la primera planta del edificio, una decena de hombres se encuentra puliendo y tallando astas de reno, cuernos de narval o garras de oso polar. Siguiendo la tradición artesana groenlandesa, los convierten en amuletos protectores contra el mal de ojo y algunos espíritus, colgantes o en las tradicionales gafas de sol inuit, diseñadas hace miles de años para proteger la vista de los reflejos del sol en la nieve.Allí trabaja Miki, un antiguo marinero que tuvo que dejar el mar por obligación. Una enfermedad le separó del que era su oficio. Tiene la piel curtida por el sol, los años y el viento, aunque lo más característico es una amable sonrisa que acompaña al gran bigote blanco que cae por cada extremo de su boca. Miki se dedica a tallar piedras que únicamente se encuentran en Groenlandia para convertirlas en recuerdos que comprarán los turistas. Trabaja haciendo tiempo -y dinero- mientras espera poder cobrar su pensión. «Estoy aquí en lugar de sentado en casa bebiendo». Nació en Nuuk, pero todos sus ascendentes son daneses. El sentimiento groenlandés surge si le preguntas por las intenciones de Estados Unidos: «Lo que quiere hacer Trump es una utopía», arguye desde su puesto en el estudio. No tiene dudas acerca de la futura independencia de su país: «Estamos trabajando en ello, es un proceso lento y tenemos que asegurarnos como sociedad de que podemos hacerlo. Es un proceso lento pero lo lograremos».Recuerda con nostalgia sus años en embarcaciones de investigación, mientras recorría toda la isla. «Antes solamente había pescadores pero la población creció y se hizo consciente de lo que había en las rocas y en el mar. Es un país grande pero hay mucha prosperidad».Una prosperidad que también ha llamado la atención del presidente de Estados Unidos . Su nominado a secretario de Comercio, Howard Lutnick, posee participaciones en una empresa minera que planea iniciar sus excavaciones en la isla en 2026, según el diario \'The New York Times\'. «Nos encantaría llegar a acuerdos comerciales con Estados Unidos, por supuesto. Están aquí desde la Segunda Guerra Mundial», asegura Miki.MÁS INFORMACIÓN noticia Si La OTAN propone a Trump aumentar su presencia militar en Groenlandia noticia No Qué busca Trump al reclamar la soberanía del Canal de Panamá y la compra de GroenlandiaLlegar a acuerdos comerciales con Estados Unidos es una prioridad para muchos groenlandeses, que ven en Trump una ventana de oportunidad para lograr ser autosuficientes y no depender en un futuro de la inversión danesa.«Somos solamente 56.000 habitantes, tenemos que trabajar juntos. No podemos quedarnos solos», termina.
Ver noticia original