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Gualeguaychu » El Dia
Fecha: 19/01/2025 09:15
En el momento en que Los Ángeles comenzó a prenderse fuego, Eugenia Ermácora estaba abordando un avión desde Argentina con rumbo a la ciudad hollywoodense e ignoraba la catástrofe que se estaba desatando en su hogar. Es que había viajado semanas antes a Gualeguaychú para visitar a su familia y disfrutar de su pueblo natal. “Ese martes, 7 de enero, tomé el vuelo desde Buenos Aires con escala en Lima. Cuando aterricé en Perú, tenía muchos mensajes en el teléfono de amigos que vivían en la zona más afectada y que ya habían perdido sus casas. Me decían que volviera a Argentina, que no sabían si iba a poder aterrizar y que los vientos de Santa Ana no paraban. Consulté con la aerolínea sobre esta situación y me dijeron que no estaban informados. Así que me subí al avión”, relató Eugenia sobre ese fatídico día. A las 7 de la mañana, hora de Los Ángeles, aterrizó en el aeropuerto y se encontró con una “nube” gigantesca de humo que sumía a la ciudad bajo un halo de tonalidades grises, desdibujaba el sol y hacía difícil respirar: “Lo primero que hice cuando descendí del avión fue chequear que mis amigos, las personas conocidas y los voluntarios que trabajan en la Fundación Surfrider conmigo, estuvieran bien, dónde estaban y qué necesitaban. En ese momento, regía una evacuación mandatoria para muchas zonas en las que tengo conocidos. Ese día fue terrible. A la noche fui a manejar, y vi los incendios. No se podía ni respirar del humo que había en todos lados”. Los primeros tres días, la realidad de todos los habitantes de la ciudad californiana consistía en constatar que sus allegados estuvieran bien y ponerse manos a la obra para quien necesitara asistencia. En el caso de la gualeguaychuense, al ser presidenta de una ONG, se puso inmediatamente a disposición para ayudar en diferentes puntos de asistencia que se habían desplegado. Eugenia tuvo la fortuna de que el barrio en que vive estaba fuera de las zonas de peligro, por lo que los fuegos no la afectaron de forma directa, aunque sí fue una tragedia para algunos de sus amigos, que perdieron sus casas en mano de las llamas. “Oficialmente se nos pidió quedarnos en nuestras casas con purificadores de aire. Y para salir nos surgieron el uso de barbijos por el humo y las toxinas presentes en el ambiente producto de los incendios. De hecho, parecía un deja vu, como si hubiéramos vuelto a la época de la pandemia. En mi zona hubo mucho humo hasta el sábado, pero el domingo cambiaron los vientos y se despejó bastante”, señaló. Cuando pudo, Eugenia se acercó a la playa y describió que la arena estaba mezclada con cenizas: “Era como si se hubieran hecho muchos asados al mismo tiempo”. La solidaridad de la población y su contracara Como en toda catástrofe natural, en Los Ángeles surgió el espíritu solidario de su comunidad, que se organizó para presentarse como voluntarios en diferentes centros para refugiados y mediante el envío de donaciones de todo tipo. “La solidaridad de la ciudad se ha movilizado muchísimo, han resurgido muchas organizaciones que están ayudando a las personas que fueron evacuadas y se están recibiendo muchas donaciones. Yo fui a hacer voluntariado para ayudar en la organización y la distribución de bienes, como alimentos y agua. El espíritu de empatía es algo que no se puede creer. Sin embargo, por otro lado, la Guardia Nacional tuvo que llamar a un toque de queda, los dos primeros días empezaron a haber muchos robos en las zonas evacuadas. También, se emitió una alerta porque había muchas personas haciendo chantaje para sacar beneficios de esta situación”, contó sobre lo que se vivió el primer tiempo. Además, debido al incremento en la demanda habitacional, aumentaron los precios de los alquileres y de las propiedades: “Quienes evacuaron estuvieron quedándose con familiares y amigos o en un centro de evacuación. Una semana en estas circunstancias, es un montón de tiempo para una familia. Por eso, se comenzaron a conocer denuncias asociadas a sobreprecios en los alquileres, a medida que crecía la necesidad habitacional. Acá es ilegal aumentar tanto las rentas”. La nueva normalidad y el resurgir de las cenizas La zona afectada por los fuegos se encuentra totalmente paralizada, mientras que los sectores que no, continúan con su rutina habitual. Aunque es muy difícil que todo siga igual, cuando muchas personas tienen seres queridos que están sufriendo con esta catástrofe. Durante dos días, las clases estuvieron interrumpidas en toda la ciudad, sin embargo, pronto las autoridades se dieron cuenta de que para algunos sectores de la sociedad esto era contraproducente: “Muchas personas que trabajan, y que no están en zonas afectadas, depende del sistema educativo para mantener a sus hijos en un cuidado mientras están abocados a sus actividades laborales. Incluso, muchos chicos comen en sus escuelas, por lo que las clases no podía quedar paralizadas por mucho tiempo”. La nueva normalidad de Los Ángeles es dura, ya que gran parte de la población padece agotamiento mental debido a las recientes circunstancias: “Las personas que trabajamos en ONGs vamos a tener un papel muy importante a cumplir en los meses que vienen, va a llevar mucho tiempo. No obstante, recibí de parte de Recursos Humanos un mail en el que nos decían que nos tomemos nuestro tiempo, hasta estar mentalmente capacitados para cumplir nuestra labor. Al trabajar en una fundación, estoy muy involucrada en todo, pero a la vez estamos mentalmente agobiados por el simple hecho de que estamos todo el tiempo preguntando a nuestro equipo si está bien, y en estado de alerta, en un modo de sobrevivencia. Uno de los barrios que se quemó, es de una muy amiga mía, era un barrio de casas al lado de la playa. De hecho, dos días antes de ir a la Argentina estuve ahí. Conozco muchísimo a los vecinos de esa comunidad, amaba pasar tiempo ahí porque eran súper unidos, y se quemó por completo. Eso ha sido bastante shockeante para mí. Me dolería en el alma verlo, por todo lo que significó ese lugar. Otro amigo perdió la mitad de su casa, y le pregunté qué iba a hacer, Me dijo que había ido una vez, y quedó tan desahuciado por cómo había quedado todo que no tiene ganas de volver a acercarse. Es como si hubiesen tirado una bomba”. Por otra parte, el gobierno de Estados Unidos activó un protocolo de asistencia, y la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA por sus siglas en inglés) está dando a conocer subsidios que se van a entregar a las personas afectadas: “Esto tiene distintas etapas de cómo se va a desarrollar, todavía estamos en la primera etapa que es asegurándonos de que la comunidad esté a salvo y con las necesidades básicas cubiertas. Después, va a venir la etapa de limpieza y recuperación de las zonas y luego, se va a empezar a hablar de qué se puede reconstruir, hay que ver qué pasa. Es un proceso largo que todavía no se sabe cómo se va a llevar a cabo”, concluyó Eugenia.
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