19/01/2025 14:51
19/01/2025 14:51
19/01/2025 14:51
19/01/2025 14:51
19/01/2025 14:51
19/01/2025 14:51
19/01/2025 14:51
19/01/2025 14:51
19/01/2025 14:50
19/01/2025 14:50
» Diario Cordoba
Fecha: 19/01/2025 11:55
Manuel, un cordobés de 48 años natural de Pedroche, recibió la mala noticia hace un año. El Ayuntamiento de Barcelona prescindía de sus servicios después de 17 años de trabajo continuado. En el Consistorio catalán se había desempeñado durante casi dos décadas como cocinero, atendiendo las visitas institucionales, el catering y el protocolo. Le había dado de comer a Xavier Trias (del PdCat, sucesor de Convergencia y antecesor de Junts per Cataluña), Ada Colau (Barcelona en Comú) y al socialista Jaume Collboni. Izquierda, derecha y centro respetaron su trabajo en los fogones municipales. Su despido, como el de muchos otros trabajadores del Consistorio de la ciudad condal, fue sonado en todo el país por la causa que lo motivó: el Ayuntamiento alegó que Manuel Escribano no había acreditado que hablara catalán, independientemente de que el idioma local fuera necesario o no para su trabajo. Este veterano cocinero cordobés disponía de un B2 de catalán, un nivel que acredita fluidez en el uso cotidiano de la lengua. Ahora se lamenta, ya desde su tierra natal, de que «mis cuatro años de estudios del catalán no me sirvieron para nada». Y es que Manuel decidió el pasado septiembre volverse a Córdoba. «Dejé mi piso en Barcelona, donde vivía de alquiler, y me volví al pueblo». Luego, a comienzos del curso académico, le avisaron de que había plazas en un grado de superior de Restauración del IES Gran Capitán. Sin pensárselo dos veces, se lanzó a formarse a sus 48 años en un sector en el que ya tiene sobrada experiencia. «Yo quería hacer Cocina pero no pude entrar, así que opté por Restauración, pero quiero también hacer el grado superior de Cocina», asegura. No le faltan ganas, y se le nota contento y animado mientras desayuna jeringos en la plaza de La Corredera. El mes que viene Manuel afronta el juicio laboral por su despido, como otros extrabajadores del Ayuntamiento de Barcelona. Allí se verá quién lleva razón, porque Manuel considera que, aunque no tuviera categoría de funcionario local, la plaza era suya, ya que «ahora sigue vacante. Creo que lo que quieren es externalizar el servicio. Lo están haciendo con catering externos». Ni siquiera piensa en volver incluso si gana el juicio, porque ahora está encantado de vivir en Córdoba. «Yo no me quiero ir de aquí. Si acaso a Málaga o algún otro sitio de Andalucía», declara. Una ciudad «tranquila» Reconoce el cocinero que la capital cordobesa es «una ciudad muy tranquila donde se vive bien», y además «aquí no falta trabajo en la hostelería». Ya le han salido ofertas e incluso la opción de montar un negocio, pero él prefiere seguir con sus estudios, que incluyen prácticas en el Parador de la Arruzafa. Y después ya se verá. En el juicio, previsto para finales de febrero, Manuel ni siquiera pide la nulidad del despido (lo habitual en estos casos), ya que eso lo obligaría a reincorporarse a su puesto de trabajo. Lo que pide ahora es que le reconozcan un despido improcedente y la indemnización correspondiente a sus 17 años de trabajo. Lo que el Ayuntamiento de Barcelona le ofrece, asegura, es tan sólo un año de indemnización con 20 días de trabajo. Un refrán catalán dice «val més un traguet del negre que tota l’aigua del Segre». En castellano, «vale más un trago de tinto que toda el agua del Segre» (un caudaloso afluente catalán del Ebro). Seguramente, Manuel piensa ahora lo mismo, pero cambiando el tinto por un buen fino cordobés.
Ver noticia original