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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 19/01/2025 08:40
"La Quintrala" tenía planeado matar a casi toda su familia. Poco antes de las 8 de la mañana del 4 de noviembre de 2008 y como todos los días, Diego Schmidt-Hebbel Nehus, de 25 años, llegó a buscar a su “polola” María Belén Molina Pérez a su casa ubicada en calle Seminario, en la comuna de Providencia, en Santiago de Chile. Pero apenas tocó el timbre, un hombre que aparentemente buscaba robar en la casa lo obligó a entrar, apuntándole con una pistola. “Sonó el tac de la puerta y yo saqué la pistola del banano y cuando abrieron la puerta, lo empujé hacia adentro. Ahí comenzó el forcejeo. Yo nunca hablé, él tampoco. La niña gritaba. La pistola estaba en mi mano y en el forcejeo se salieron dos tiros y uno le dio (a Diego)”, declaró el asaltante en el juicio. Gracias a vecinos que anotaron la matrícula del auto en que huyó el asesino, la policía capturó esa misma noche a José Mario Ruz Rodríguez, quien confesó el crimen y pidió perdón a la familia de la víctima. Sin embargo, a renglón seguido aseguró que la autora intelectual del crimen era la arquitecta María del Pilar Pérez -tía de María Belén-, quien lo había contratado para asesinar a su sobrina y seis meses atrás, a su ex marido, Francisco Zamorano y su pareja, Héctor Arévalo, caso conocido como el “doble homicidio de calle Infante”, que por ese entonces tenía como principal sospechoso al hombre que les arrendaba dicha propiedad. Una vez apresada, María del Pilar Pérez trató de suicidarse y en paralelo, hallaron en su casa -vecina de la de su sobrina-, unos muñecos vudú, objetos usados en rituales indígenas y hasta una calavera humana. La prensa la bautizó entonces como “La Quintrala”, en referencia a Catalina de los Ríos y Lisperguer, una aristócrata chilena de la época colonial famosa por su belleza y crueldad para con sus sirvientes, de quien se rumoreaba tenía pactos con el diablo. En el juicio contra la moderna “Quintrala”, su madre y sus dos hijos declararon que era una persona fría, violenta y calculadora que había convertido sus vidas en una verdadera pesadilla. Las pericias psiquiátricas del Servicio Médico Legal (SML) arrojaron que tenía personalidad narcisista y paranoide y el Ministerio Público logró acreditar además que “el plan era matar a toda la familia: su madre; la hermana, el marido (su cuñado) y la sobrina, para quedarse con toda la herencia”, sostuvo años después el ahora exfiscal Carlos Gajardo. “Ella tenía una ambición de dinero y con la muerte de ellos se iba a quedar con todo, pero también había mucho resentimiento y odio acumulado por peleas familiares que la fueron dejando sola”, explicó el persecutor. Y aunque “La Quintrala” nunca reconoció su culpabilidad, finalmente fue condenada a dos presidios perpetuos calificado -40 años sin beneficios-, los que cumple actualmente en la cárcel de mujeres de San Joaquín en Santiago. El universitario Diego Schmidt-Hebbel murió tratando de proteger a su novia, María Belén. El crimen de Diego Schmidt-Hebbel Según consignó La Tercera, en su declaración José Ruz sostuvo que “Ella (Pilar Pérez) me dijo que la niña salía a las 8 de la mañana de la casa. Incluso me hizo un dibujo, explicándome las distintas piezas y su distribución. Me dijo que la Nena vivía en el último dormitorio del tercer piso y que el matrimonio vivía en la pieza anterior. Que había tres dormitorios en el tercer piso. En el segundo piso me dijo que había una oficina (...) y una caja de fondos. Me dijo que había plata en la caja”. “Tocaron el timbre, llegó Diego (...). En ese momento un sujeto que se encontraba detrás, empuja a Diego con la finalidad de poder entrar, provocándose un forcejeo. Diego intentó protegerme, trataba de sacarlo de la casa, pero el sujeto se resistía”, declaró María Belén. “A raíz de los gritos de mi hija, bajo la escalera con el objeto de ayudar. María Belén gritaba que estaban asaltando a Diego, momento en que escuchamos dos disparos. Veo a Diego en el suelo herido”, testificó Agustín Molina, padre de María Belén. “Me fui caminando muy rápido. Me encontré con un sujeto que estaba en la vereda, le hice un movimiento con la mano como sacar una pistola y él se corrió. Me subí al auto y tiré el bolso al asiento de atrás”, prosiguió José Ruz. “En la mañana sentí unos balazos y unos golpes en la puerta. Los perros ladraron. Me asomé por la ventana y veo a Diego lleno de sangre en el piso y veo a Belén que grita: ¡Diego, despierta! Pilar se incorporó cuando la Belén gritaba. Abrí la ventana para poder asomarme y mirar bien. La Pilar también se asomó. Quedamos asombrados. Ella iba a bajar pero no bajó. Se fue a bañar y tomamos desayuno. Más tarde su hija Rocío la llamó para contarle de la muerte de Diego. De inmediato hizo unos cheques y me dijo que los fuera a pagar. Se fue a acostar y no quiso almorzar”, atestiguó Julio Castillo, mayordomo de “La Quintrala”. “Llegué a mi casa, desarmé la pistola, lavé la ropa pero no quedó limpia. Las zapatillas las lavé también. El resto de la ropa la quemé con bencina y luego la boté. Me rasuré el pelo solo. Me fui al (café) Ikabaru tipo 11.15 horas en metro. De ahí me fui al Kournikova. Estuve ahí, me tomé un café, luego otro. No quería que me vieran llorando (...) Llamé a Pilar y le dije: quedó la cagá, llámame”, remató el sicario. El sicario José Mario Ruz también fue condenado a cadena perpetua. El doble crimen de Calle Infante Según el mismo testimonio de José Ruz seis meses antes, el 23 de abril, llegó hasta la casa en la que vivía el ex marido de María del Pilar Pérez, Francisco Zamorano, junto a su pareja, Héctor Arévalo, en la comuna de Providencia. A ambos los ajustició de un tiro en la nuca. Su confesión fue un alivio para Claudio Soza, quien les arrendaba el inmueble en calle Infante, puesto que ya había confesado el hecho, presionado por detectives de la Policía de Investigaciones. La hija de María del Pilar Pérez declaró que “desde el día en que llegué a este mundo esta señora se dedicó a hacerme la vida imposible”. El testimonio de sus hijos Rocío Zamorano, hija de María del Pilar Pérez, confirmó en el juicio que su madre trató de sobornar con $10 millones a José Ruz (unos USD 10 mil al cambio actual) para que cambiara su declaración inicial y la exculpara de los tres asesinatos. “Nos quería hacer partícipes de un plan para que, otra vez, ofreciendo plata, el sicario se desdijera de sus dichos (...) Había primero que recolectar unas platas que le adeudaban a ella algunos de sus clientes”, consignó una nota de Cooperativa. “Luego, con esta plata, que eran aproximadamente 30 o 40 millones, no recuerdo bien, había que pasarle 10 millones a la familia del sicario”, agregó Rocío, quien se refirió en todo momento a su madre como “la señora”. “Desde el día en que llegué a este mundo esta señora se dedicó a hacerme la vida imposible”, sostuvo, agregando que su padre siempre pensó que su ex mujer quería matarlo. “El temía por su vida. Me decía que si la señora pudiera matarlo, lo haría. Mi padre, si la veía en la calle -vivían a no más de ocho cuadras-, literalmente se escapaba”, detalló. Juan José Zamorano también dijo estar “avergonzado” de ser hijo de María del Pilar Pérez y aseguró que siempre sospechó que su madre había tenido algo que ver con el asesinato de su progenitor. "La Quintrala" alega inocencia hasta el día de hoy. “Soy inocente de todos los cargos que se me imputan” Tras más de dos años en el que los diarios escribieron ríos de tinta sobre el caso, en enero de 2011 llegó el turno de los acusados de hacer su alegato final. Y aunque José Ruz optó por guardar silencio, María del Pilar Pérez se levantó y con voz fuerte y clara, dijo tajante: “Gracias señor presidente, buenos días. Solo y muy breve vengo a ratificar ante ustedes, sus señorías, y ante la presencia de esta audiencia, lo que vengo sosteniendo desde hace 26 meses y 12 días al día de hoy en prisión preventiva, mi total y absoluta inocencia de los tres cargos que se me imputan. No tengo injerencia, ni participación alguna, directa ni indirectamente en ninguno de ellos. Soy inocente de todos los cargos que se me imputan. Gracias”. Sin embargo, hasta su propia familia sostuvo que dicha declaración no era más que un “show” y María del Pilar Pérez, junto a su sicario, fueron condenados a dos cadenas perpetuas por homicidio calificado, parricidio y robo con homicidio. “La Quintrala”, además, tuvo que pagar más de $900 millones de pesos (USD 892 mil) por concepto de indemnización a las familias afectadas. El día de hoy, María del Pilar Pérez tiene 74 años y sabe que nunca saldrá con vida de la cárcel de mujeres de San Joaquín, donde comparte celda con otras presas que han cometido crímenes similares -parricidios, infanticidios-, y que requieren resguardo para no ser agredidas. Desde 2018, asiste regularmente a misa todos los domingos y ese año formó parte del comité que recibió al Papa Francisco en su visita al recinto carcelario. En 2022, pidió a la Corte Suprema la anulación del juicio en su contra, asunto que fue denegado. Ese año también lanzó su canal de Youtube, “La Voz de Pilar”, donde junto a su abogado cuenta su versión de los hechos que la inscribieron en los anales de la historia criminal chilena.
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