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» Diario Cordoba
Fecha: 19/01/2025 11:07
Unos montaditos de pringá y cuatro raciones de rabo de toro han echado por tierra en dos días el trabajo duro y, en la mayoría de los casos, anónimo de los cientos de cordobeses que se ganan la vida honradamente en los fogones, sin saber lo que es ni un fin de semana libre ni un festivo. Una intoxicación alimentaria, sobre la que la delegación de Salud sigue investigando y que podría haber ocasionado la muerte de una persona, y un programa televisivo, Batalla de restaurantes, emitido en La Sexta y dirigido por el chef Alberto Chicote, han dejado una indisimulada película de grasa sobre la hasta ahora impoluta imagen de Córdoba como destino gastronómico. El primero en poner el grito en el cielo fue el presidente de la Cofradía del Rabo de Toro, el exconcejal Ricardo Rojas, que ha llegado a pedir a la asociación de hosteleros Hostecor que declare a Chicote persona non grata por «la ridiculización» que hizo del sector y de nuestro guiso más indiosincrático. El PSOE, también, preguntó en el pleno, sin que de momento se sepa la respuesta, si el Ayuntamiento cedió de manera gratuita o firmó algún acuerdo de patrocinio con la productora de Chicote para que el duelo final del programa se desarrollara en nuestro plató nupcial por excelencia: el salón de los mosaicos del Alcázar (de lo de casarse en el salón de plenos hablamos otro día). Allí se pudo ver al chef de las campanadas junto a los cuatro concursantes cordobeses. Si la sala donde el cíclope Polifemo hecho de teselas le tira los tiestos a la ninfa Galatea se cedió a la productora gratis podemos decir eso de lo barato sale caro, o eso de para este viaje no hacían falta alforjas. Esperemos que el suflé informativo de esta pesadilla en la cocina local baje pronto y el foco mediático enfoque otra vitrocerámica, porque la semana que entra viajamos a Fitur con las maletas llenas de propuestas turísticas y gastronómicas y no nos interesa seguir siendo trending topic en las cosas del comer. El alcalde, José María Bellido, y el presidente de la Diputación, Salvador Fuentes, han presentado ya la propuesta que Córdoba capital y provincia defenderán en Fitur en un único estand y que pasa por traer nuevos vuelos al aeropuerto, aumentar las pernoctaciones y potenciar el turismo de congresos y la gastronomía como complementos del patrimonio. Ocurre, además, la semana que la empresa francesa Ouigo desembarca en la capital cordobesa con sus trenes de doble planta y sillones XL, que suman junto a los otros operadores hasta 105 trenes de alta velocidad diarios que paran ya en nuestra estación. La estación -que, por cierto, sigue sin llamarse alcalde Julio Anguita- es ya la segunda con mayor número de frecuencias en España, solo por detrás de Madrid-Puerta de Atocha-Almudena Grandes. En Capitulares, mientras algunos concejales hacen las maletas para irse a Ifema, se celebró el pleno ordinario de enero en el que se aprobaron unas mociones para acometer mejoras en Santa Cruz y Huerta de la Reina; otra sobre los quioscos de prensa por la que no se permitirá la renovación de licencias automática, como pedían los quiosqueros, pero se estudiará declararlos espacios de interés público, y cuarto y mitad de mociones de esas que instan al Gobierno central a hacer cosas que todos sabemos que no hará esté en la Moncloa Pedro Sánchez o Alberto Núñez Feijóo. Además, la Corporación debatió sin llegar a ningún acuerdo sobre la vivienda, porque Antonio Hurtado pidió firmar un pacto con el PP y construir 26.000 VPO en Córdoba, y Miguel Ángel Torrico le respondió que para hacer tanto piso harían falta 100 hectáreas, o sea, «un nuevo término municipal». Juan Hidalgo e Irene Ruiz (Hacemos Córdoba) quisieron «echarle la pata» al portavoz del PSOE en el turno de ruegos y preguntas y exigieron tropecientas cosas y, sobre todo, arreglos en los colegios públicos Condesa de las Quemadas, Algafequi, Tirso de Molina y Araceli Bujalance. Hasta cien cuestiones le planteó al equipo de gobierno la oposición, que está apurando los últimos coletazos del reglamento de pleno actual. Si, como quiere el PP, se aprueba uno nuevo esta primavera, la fiscalización en el salón de plenos quedará limitada a 14 ruegos y 14 preguntas por sesión. Si nos ponemos estupendos, les diríamos que en aras de la democracia patatín y patatán; pero si tiramos de pragmatismo y tenemos en cuenta que en los plenos ya no hay receso para almorzar, les diremos que 14 preguntas y 14 ruegos nos parecen fenomenal. Suscríbete para seguir leyendo
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