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» Diario Cordoba
Fecha: 03/01/2025 09:38
Un zumbido primero. Después un estruendo. Finalmente una montaña de escombros. Es la secuencia de los hechos tantas veces repetida desde 24 de febrero de 2022, cuando Rusia invadió parte del territorio de Ucrania. Esa película de miedo y terror pasó por encima de Oleksandra Paskal, una de las gimnastas seleccionadas para la escuela de alto rendimiento del país del Este. Todo cambió para ella el 16 de mayo de aquel año. Estaba en un centro comercial de Odesa que fue destruido por el impacto de un misil ruso. Le cayó una placa encima. Sufrió una fractura de cuatro costillas, una lesión en la cabeza, un brazo roto y múltiples laceraciones. Oleksandra Paskal, 'Miss Inquebrantable' Sobrevivió, pero los médicos no pudieron salvarle la pierna. Oleksandra Paskal estuvo en coma inducido durante 15 días, durante los que fue sometida a numerosas cirugías. La solución para seguir su camino fue una prótesis. Para ello, realizó un curso de rehabilitación de cuatro meses en Austria donde aprendió a caminar de nuevo. Tras su regreso a Ucrania, no lo dudó: volvió a la actividad gimnástica con el objetivo de conquistar el tapete desde una nueva perspectiva. A sus ocho años, ha vuelto a ganar tras regresar al primer nivel en un torneo celebrado en los últimos días de 2024. Oleksandra Paskal participó en una competición organizada por Anna Rizatdinova, medallista de bronce en los JJOO de Río 2016 y quien ha dado varias masterclass en España. De hecho, poco después del estallido de la guerra entre Ucrania y Rusia organizó un campus en Utebo (Zaragoza) para niñas ucranianas de entre 7 y 14 años que vinieron desde diferentes puntos de Europa, donde reside la mayor parte de la diáspora del país. Rizatdinova, por su nivel, ha residido gran parte de los últimos años en el exterior, pero su vínculo con Ucrania ha sido más estrecho si cabe. "Todos necesitamos modelos a seguir. Para mí, Oleksandra Paskal es un ejemplo perfecto. Una chica increíblemente decidida, fuerte, decidida y genuina. Encarna el espíritu invencible de Ucrania, por lo que para nosotros es un honor que haya participado en nuestro primer torneo", escribía Rizatdinova en su perfil de Instagram. Paskal aprovechó a la perfección la oportunidad y cuajó un ejercicio excelente que le ha valido un sobrenombre que le acompañará toda su vida: "Miss Unbreakable (Miss Inquebrantable)". El semillero de los niños de la guerra de Ucrania "Oleksandra Paskal, que perdió una pierna debido al ataque con misiles rusos en Odesa, participó en su primera gran competición. ¡Recuerden este nombre! ¡Este es el nombre de la futura campeona! ¡Y ningún ruso con sus misiles, heridas y amputaciones nos derrotará!”, dijo Daria Herasymchuk, Comisionada del Presidente de Ucrania para los Derechos del Niño, sobre la actuación de 'Sasha' -el hipocorístico de Oleksandra-. Ella no quiere ser reconocida por compasión, quiere que su nombre sea conocido por ganar. Y para ello lleva meses trabajando con Inga Kovalchuk, que ha construido un semillero para los atletas de la futura Ucrania. La entrenadora de Odesa, como Oleksandra Paskal, fue la primera que detectó su talento. Los movimientos, la coordinación, la actitud... Todo en la gimnasta remitía a un proyecto de campeona. En un deporte como este, los talentos se localizan desde muy temprana edad, lo que también conlleva una alta carga de responsabilidad para personas que están por formar en todas las facetas de la vida y el físico. El misil hizo madurar a Paskal de golpe tres o cuatro generaciones. Sus ejercicios son diferentes al resto de sus compañeras, pero su ritmo no es más bajo. "Nuestra tarea principal no es lograr altos resultados en el deporte, sino preservar la salud física y mental de nuestros niños. Se necesitará una década para volver a tener instalaciones de entrenamiento y centros capaces para formar a un campeón o una campeona olímpica", explicaba Kovalchuk en una entrevista con AP. La guerra ha borrado de un plumazo los programas de desarrollo de un país donde sus atletas han huido, se han enfundado el uniforme militar para la defensa armada o, en el peor de los casos, han muerto en combate. Más de 500 pabellones destruidos por Rusia Esta realidad es inherente a todos, como demuestra el reciente caso de Elina Svitólina, tenista que llegó a ser tercera del ranking mundial, y quien recientemente obtuvo formación militar como tantos otros miles de civiles. El deporte y sus atletas se han convertido en los embajadores más potentes de la causa ucraniana, como igualmente ha sido dañino para el espíritu ruso que sus representantes colectivos hayan quedado fuera de los torneos internacionales y que los individuales participen ocultando su nacionalidad. Rusia ha apuntado directamente al corazón del rendimiento de Ucrania dinamitando más de 500 instalaciones deportivas, que han obligado a los diferentes comités y federaciones a repensar las formaciones. A su favor está el ferviente patriotismo de los ucranianos, que, rehaciendo sus vidas en el exterior, son un atractivo activo para sus países de acogida. Muy pocos han optado por la nacionalización hasta este momento. Familia, patria, guerra, resistencia y resiliencia. Factores comunes en historias coloreadas con el amarillo y el azul sin aceptar mayor variedad cromática. Es el caso del boxeador Maksym Halinichev, quien llegó a ganar la plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Buenos Aires. Él tenía tres ambiciones: derrotar al boxeador que le impidió ganar el oro, enseñar a su hija a defenderse y ganar una medalla para Ucrania en los JJOO de París. No pudo cumplir ninguna, porque murió en el frente en marzo de 2023 con 22 años. No hay salida. Y si la hay, es a través de la lucha constante por demostrar que Ucrania está viva, a pesar de la cronificación del conflicto y de las amputaciones: de territorio o físicas, como la sufrida por Oleksandra Paskal. "Les pido que no se olviden de Ucrania" Setenta de las 110 gimnastas que trabajan a las órdenes de Inga Kovalchuk huyeron de Ucrania tras el estallido del conflicto. Su clase ahora se reduce a 60 deportistas. Vienen de todos los puntos de un país donde las masas humanas se desplazan por el mismo como si les persiguiera un corrimiento de tierra. "Les pido que no se olviden de Ucrania", suplicaba el ministro de Deportes Matviy Bidnyi en la inauguración del pabellón que la delegación olímpica tuvo en París para recordar los horrores de la guerra. Allí estuvieron Oleksandra Paskal y Yana Stepanenko, corredora de 13 años que perdió ambas piernas en un ataque ruso a la estación de trenes de Kramatorsk y quien corrió cinco kilómetros con prótesis en el Maratón de Boston el año pasado. Dos niñas que soñaban con ser olímpicas y que ahora tienen en el paralimpismo su escapatoria para resistir contra las pesadillas que etiquetan los proyectiles que siguen surcando un mundo en continua ebullición bélica. Y pese a todo, los saltos o las carreras. O lo que es lo mismo: la vida detrás de la muerte.
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