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  • Los inicios y la consagración de Osvaldo Fresedo, “el pibe de la Paternal” que le puso elegancia al tango

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 18/11/2024 03:01

    Osvaldo Fresedo en su juventud Le decían El pibe de la Paternal. En realidad, Osvaldo Fresedo había nacido el 5 de mayo de 1897 en una de las zonas más acomodadas de Buenos Aires. Sin embargo, cuando tenía 10 años y luego de varias mudanzas, su padre, Nicolás Fresedo, que era comerciante, decidió instalarse con su familia en ese suburbio de Buenos Aires. Allí el chico tomó contacto con el tango. Para entonces, ya había recibido las primeras lecciones de música por parte de su madre, Clotilde García, que era profesora de piano. Y, al poco tiempo, aprendió a tocar el bandoneón dejando en claro que su futuro estaría ligado al 2x4. Sobre todo, como director y compositor. Murió hace 40 años, el 18 de noviembre de 1984, cuando ya había cumplido los 87. Y, para esa fecha, ya ostentaba la trayectoria más extensa del mundo del tango. Participó de más de 1.250 grabaciones. Entre sus creaciones, están las canciones Vida Mía, Pimienta, Arrabalero, Tango Mío, El once (a divertirse), El espiante, Aromas, Volverás, Sollozos, Siempre es carnaval, Ronda de ases, De academia, Por qué y Si de mí te has olvidado, entre muchos otros. Y, con su estilo refinado, logró captar con sus orquestas a los círculos más elegantes de la sociedad que, de a poco, dejaron de ver a la música ciudadana como un género menor y ligado al arrabal. ¿Cómo comenzó todo? Fresedo abandonó el colegio de adolescente para tomar clases de bandoneó. Esto causó el enojo de su padre, que hasta lo echó durante un tiempo de su casa. En 1913 comenzó a tocar en público en un terceto. Del grupo participaba también su hermano, Emilio Fresedo, que estaba a cargo del violín, y Martín Barreto en guitarra. Y, además de animar fiestas, se empezó a presentar junto a ellos en el Café Paulín y otros boliches del barrio. Así que los clientes le pusieron el apodo que aludía a su barrio y con el que se hizo famoso, que tenía como finalidad diferenciarlo del bandoneonista Pedro Maffia, al que conocían como El pibe de Flores. Fresedo junto a José Razzano, Francisco Canaro, Enrique Santos Discépolo y, en el centro, Aníbal Troilo (Archivo General de la Nación) “En mi casa, mi madre era profesora de piano, sentía la música, nos hacía escuchar a los clásicos. Pero yo por culpa del bandoneón y de la noche me enojé con mi padre. Es que para ir a ver a los grandes de ese tiempo como Juan Maglio, Domingo Santa Cruz, Augusto Berto, el Tano Genaro, me escurría de casa y empecé a faltar al negocio donde trabajaba con el viejo. Durante un tiempo viví en una piecita que me prestaba Nelo Cosimi, el primer actor del cine argentino. Para vivir pintaba casas, las blanqueaban con cal. Por entonces me había comprado un bandoneón chiquito, de 50 voces con el que daba serenatas y tocaba en algún baile de muchachos”, contó en una entrevista. Artistas destacados como Eduardo Arolas y Roberto Firpo no tardaron en reparar en él y lo convocaron para actuar en el cabaret Montmartre y en el Royal Pigall. Hasta que, en 1916, Fresedo decidió formar un dúo de bandoneones con Vicente Loduca, con quien al año siguiente empezó a grabar para el sello Víctor. El tango Amoníaco, por ejemplo, fue inmortalizado en un disco de esa época. Más tarde, Fresedo viajó a los Estados Unidos junto al pianista Enrique Delfino y el violinista Tito Roccatagliata. Y, junto con otros músicos locales, integró la Orquesta Típica Select, con la que grabó varias decenas de temas. A su regreso, formó un trío junto a Juan Carlos Cobián y Julio de Caro. Así, se convirtieron en una pieza fundamental en la evolución del tango de los años ´20. La Vieja Guardia iba quedando en el pasado. Y la Nueva Guardia que inauguraron juntos permitió que las clases más aristocráticas se acercaran a esta música y que el género empezara a ser conocido en todo el mundo. Fresedo tuvo una trayectoria de más de 60 años (Captura de video) La gran aceptación que logró Fresedo en el público hizo que, en aquella época, se viera obligado a dividirse en cinco orquestas para poder tocar en varios lugares en una misma noche. La principal estaba en el cabaret Tabarís, pero él iba pasando de un local al otro para que todos pudieran disfrutar de su arte. Y cuidaba que sus vocalistas fueran acordes a su estilo musical. Convocó a cantantes de la talla de Roberto Ray, Ricardo Ruiz, Oscar Serpa, Osvaldo Cordó, Armando Garrido y Héctor Pacheco. Al mismo tiempo, fue contratado por el sello Odeón, con el que entre otras cosas acompañó a Carlos Gardel en la grabación de los tangos Perdón, viejita y Fea. Ya en la década del 40, empezaron a irrumpir en la escena músicos como Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Miguel Caló, Alfredo De Angelis, Ricardo Tanturi y Ángel D’Agostino, entre otros. Y Fresedo tuvo que adaptarse a un nuevo estilo de tango que no sonaba tan sofisticado como el suyo. De todas formas, siguió trabajando con grandes orquestas. Y, en 1959, fue uno de los primeros artistas en grabar con sonido estéreo para el sello Columbia. Su último registro fue para el sello CBS, donde tuvo como cantor invitado a Argentino Ledesma. En 1980, finalmente, se retiró con más de 60 años de carrera. De esta manera, se convirtió en el director de orquesta de tango de mayor trayectoria. Y el único que pudo, según sus propias palabras, lograr con su orquesta “esa manera de inculcar, de persuadir el oído y el alma...”.

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