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» Diario Cordoba
Fecha: 06/11/2024 07:32
La tragedia de la DANA en Valencia es un anticipo de los eventos adversos que castigarán aún con mayor severidad el litoral mediterráneo, donde más de un millón de personas viven en zonas inundables, vulnerables a catástrofes crecientes debido a la inercia térmica del cambio climático. Formar científicos capaces de predecirlas y salvar vidas requiere una década de esfuerzos, mientras los bulos se fabrican en segundos y amplifican las víctimas. Ya a finales del siglo XIX el científico Svante Arrehenius advirtió de que el planeta se estaba calentando como resultado de la quema masiva de combustibles fósiles. Recibió el premio Nobel en 1903, pero el sector empresarial del carbón y el petróleo se esforzaron para que sus advertencias cayesen en saco roto. Cuando comenzó la revolución industrial había 280 partes por millón (ppm) de CO 2 en la atmósfera. Hoy superamos las 420 ppm como resultado de la quema de combustibles fósiles. El CO 2 es un gas con efecto invernadero. Es como una manta que impide que escape al espacio exterior buena parte del calor que nos llega desde el Sol. El problema está en que, aunque desde ahora mismo no quemásemos absolutamente ningún combustible fósil más, la Tierra, que tiene una inercia térmica muy grande, por lo que seguirá calentándose poco a poco durante muchas décadas. Y como seguimos batiendo récords en la quema de combustibles fósiles, la Tierra se calentará mucho más. Mar caliente Buena parte de este calor es absorbido por el mar. Por una cuestión de física elemental, los mares calientes tienen (por unidad de masa) mucha más energía que los mares fríos. Así, en un mar caliente como el Caribe, la temporada de huracanes dura alrededor de 6 meses (desde junio a noviembre) y todos los años se producen en él varios de estos fenómenos catastróficos. Por el contrario, en un mar frío (como, por ejemplo, el mar del Norte) nunca se producen fenómenos meteorológicos tan potentes como los huracanes. El Mediterráneo es un mar caliente (aunque no tanto como el Caribe) y con el cambio climático se calienta cada vez más. La reciente DANA que asoló Valencia fue posible porque la superficie del Mediterráneo estaba muy caliente. Y cada año que pasa está más caliente. De hecho, el Mediterráneo sigue tan caliente que en unas recientes declaraciones el Dr. Fernando Valladares, Profesor de Investigación del CSIC, profesor en la Universidad Rey Juan Carlos y uno de los expertos en cambio global más reputados del mundo ha dicho: “Me apuesto mi sueldo a que este invierno habrá otro evento climático extremo en la misma zona”. Los expertos estiman que basta con que la temperatura superficial aumente poco más de un grado y medio (lo que ocurrirá en pocos años) para que ya puedan formarse Medicanes (huracanes mediterráneos).Mucha de la gente que lea este artículo verá a los primeros Medicanes asolar las poblaciones costeras turísticas de nuestro litoral mediterráneo. Ante estas amenazas debemos prepararnos. Negar el cambio climático y no poner todos los medios adecuados solo traerá muertes, sufrimiento y ruina. Varias personas limpian entre coches amontonados en Alfafar, a 5 de noviembre de 2024, en Valencia, Comunidad Valenciana (España). Hoy, se cumple una semana desde que la DANA arrasara la Comunitat Valenciana. Hasta el momento, hay 211 víctimas mortales y / Carlos Luján - Europa Press Los geólogos llevan decenas de años advirtiendo que no se construyese nada en esas zonas expuestas. Pero eran terrenos baratos que no servían para mucho y en la actualidad más de un millón de valencianos viven en zonas potencialmente inundables. Una situación de partida muy preocupante En las orillas del Mediterráneo el clima es impredecible: épocas de sequía alternan con cortos períodos de precipitaciones torrenciales. Cuando llueve intensamente, el suelo no puede absorber tanta precipitación y las aguas corren por la superficie inundando las ramblas, zonas bajas que casi siempre están secas, pero que durante las precipitaciones intensas se llenan de agua que circula gran velocidad con una enorme energía. Los geólogos llevan decenas de años advirtiendo que no se construyese nada en estos terrenos potencialmente inundables. Pero eran terrenos baratos que no servían para mucho y en la actualidad más de un millón de valencianos viven en zonas potencialmente inundables. También una gran cantidad de negocios y fábricas están enclavadas en estas zonas inundables. Con el calentamiento global los fenómenos de clima extremo se incrementarán y el problema con estas construcciones -que nunca debieron hacerse donde están- irá cada vez a peor. Pero en la Comunidad Valenciana solo dos días antes de la Dana catastrófica, el gobierno presidido por Carlos Manzón legisló en sentido contrario, permitiendo la construcción de hoteles a 200 metros de la línea de la costa, en vez de los 500 actuales. El aleteo de las mariposas y las predicciones de la AEMET Predecir con seguridad el tiempo es extraordinariamente difícil. Miles de científicos de enorme talento trabajan en ello. Pero tal vez uno de los que mejor comprendieron -y explicaron- la enorme complejidad de estas predicciones fue Edward Lorentz (1917-2008), un matemático y meteorólogo del MIT que trabajó en el estudio de la atmósfera y la predicción meteorológica. Lorentz se dio cuenta de que incluso los sistemas que pueden ser descritos mediante ecuaciones diferenciales relativamente simples son capaces de generar patrones de una complejidad infinita. Son sistemas de caos determinista donde una mínima variación en las condiciones iniciales da lugar a resultados finales extremadamente diferentes. El tiempo atmosférico es uno de estos sistemas donde se genera caos determinista. Como se popularizó en un ejemplo muy ilustrativo, “basta con que una mariposa agite las alas en Singapur para que se desate un huracán en Norteamérica”. De este modo predecir con exactitud dónde va a caer la precipitación y cuánta va a caer en un área local muy concreta es prácticamente imposible. Quienes tienen conocimientos sólidos de física de la atmósfera y de matemáticas avanzadas y de teoría de probabilidad se asombran de la exactitud de las predicciones de los organismos como la AEMET, la NOAA, etc. Por el contrario, un montón de personas, incapaces de resolver un sencillo sistema de ecuaciones diferenciales, se indignan ante lo que consideran “fallos imperdonables” de la AEMET. Ser científico necesita décadas de esfuerzo. Por el contrario, para difundir un bulo infamante una persona apenas tiene que saber escribir y ni siquiera con corrección y emplear 5 minutos de su tiempo. Ser científico es difícil: uno debe tener una nota elevada en las pruebas de acceso a la Universidad, enfrentarse a una carrera de ciencias sacando una nota muy alta como para permitirle conseguir una beca para hacer su tesis doctoral en 4 años más. Después debe irse a realizar un estudio post-doctoral a una universidad o un centro de investigación extranjero; luego necesita acertar en una línea de investigación productiva que le permita publicar conocimiento científico de calidad… Necesita décadas de esfuerzo. Por el contrario, para difundir un bulo infamante una persona apenas tiene que saber escribir y ni siquiera con corrección y emplear 5 minutos de su tiempo. Por supuesto cuesta mucho más trabajo entender la necesariamente compleja explicación de un científico que cualquier bulo que circula viralmente por internet. Pero creer estos bulos es tan peligroso que puede costarnos la vida: durante la anterior pandemia de COVID-19, la probabilidad de morir entre los antivacunas fue, en muchos lugares, hasta 31 veces mayor que entre la gente que se vacunó. Algo similar ocurre con los problemas emergentes que está desatando el cambio climático. Gestionar científicamente las alertas Una de las partes más desarrolladas de las matemáticas aplicadas trata sobre la teoría de la decisión. Permite maximizar los aciertos al tomar decisiones, minimizando a la vez los errores. Desafortunadamente, la mayoría de las decisiones no se toman de forma científica. Diversos estudios, desde los realizados por el premio Nobel Murray Gell-Mann en el Instituto de Complejidad de Santa Fe, hasta los efectuados por el premio Nobel Daniel Kahneman en Princeton, demuestran que más del 70% de las decisiones tomadas por políticos y empresarios son erróneas, a menudo resultado de un proceso de razonamiento incorrecto conocido como sesgo de confirmación: creo algo a priori y principalmente tengo en cuenta la información que confirma mi creencia dando poca importancia a aquella que la refuta. Justo lo contrario a como procede el método científico, en el que se intenta demostrar por todos los medios que lo que uno cree que es una hipótesis correcta es en realidad falsa. Solo si no se puede demostrar que es falsa, entonces se considera provisionalmente cierta. Sorprende que hoy los políticos y gestores sigan tomando sus decisiones de la misma forma en que podía tomarlas un político de Roma hace 2.000 años, a pesar de que una de las partes que más se desarrolló en ciencia fue la teoría de decisión para minimizar los riesgos por catástrofes. Por eso sorprende que se utilice tan poco el conocimiento científico en algo que puede costar tantas vidas. La AEMET genera conocimiento científico de alta calidad y la semana anterior advirtió que se aproximaba una situación potencialmente explosiva: aire frío en las capas altas y un Mediterráneo muy caliente. Por eso, cuando a las 7.31 a.m del 29 de octubre la AEMET lanzó su alerta roja había que haber actuado. Pero a la 1 de la tarde la gente seguía trabajando y los centros comerciales seguían abiertos cuando se necesitaba una medida rápida y eficaz. El gobierno japonés, a la vista de la alerta de la AEMET, pasó un mensaje a sus ciudadanos residentes en la zona indicándoles que debían permanecer refugiados en un lugar seguro sin ir a trabajar, o realizar actividades de ocio. Por el contrario, el gobierno japonés, a la vista de la alerta de la AEMET, pasó un mensaje a sus ciudadanos residentes en la zona indicándoles que debían permanecer refugiados en un lugar seguro sin ir a trabajar, o realizar actividades de ocio. Nadie tuvo la valentía de mandar a la gente a sus casa y cerrar los centros comerciales. El miedo a las pérdidas económicas y de un día de trabajo costó más de 200 muertos y sin duda tendrá un coste muy superior al de haber tomado medidas valientes. En el escenario de cambio global en el que estamos, la ideología funciona mediante el sesgo de confirmación. Y en el caso de la gestión de catástrofes el sesgo de confirmación cuesta muertos y millones de euros. Cambios rápidos Vienen tiempos de rápido cambio global en los que tocará enfrentarnos a una serie de problemas emergentes a los que nunca hemos gestionado. Si queremos salir bien debemos cambiar nuestra manera de pensar. Desde la Unión Europea han instado a los ciudadanos a que acumulen en sus casas agua potable, alimentos no perecederos y sistemas alternativos de energía (como pilas, camping gas, etc.) por si falla la electricidad o el suministro de gas ciudad, por lo menos para un período de 3 días. Apenas se ha dado difusión a esta recomendación. Vivimos en un tiempo en el que debe cambiar nuestra manera de actuar: ante la situación meteorológica que anunciaba la AEMET había que haber suspendido la asistencia al trabajo, los viajes en carretera, cerrado los centros comerciales, etc. No se hizo principalmente por el coste económico que tendría, pero no todo puede medirse en términos económicos directos. Al final hubo muertos y un coste económico mucho mayor. Estamos en un tiempo en el que hay que pensar antes en nuestra supervivencia que en nuestra economía y tener muy claro que el negacionismo del cambio climático acientífico que defienden ciertos partidos es la receta segura para la catástrofe. El futuro está abierto.
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