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  • El genocida Colón, Irigoyen y Perón

    » Elterritorio

    Fecha: 12/10/2024 16:13

    sábado 12 de octubre de 2024 | 6:00hs. ¿Qué hace ese genocida ahí? Colón fue el jefe de una invasión que produjo no una matanza sino un genocidio. Ahí hay que poner a un indio, le dijo Hugo Chávez cuando visitara la Casa Rosada en 2011 a la entonces presidente de la Nación Argentina Cristina Fernández de Kirchner, ella siguió la sugerencia. Hizo desalojar el monumento de su emplazamiento histórico de casi un siglo frente a la Casa de Gobierno, donde arranca Paseo Colón, avenida que lleva el nombre del genovés, y decidió reemplazarlo por el de Juana Azurduy. Monumento, este, que se inauguró el 15 de julio de 2015 con la presencia de Evo Morales, a la sazón presidente de Bolivia, país que donó un millón de dólares para su construcción. Después de años de idas y vueltas la estatua de don Cristóbal emplazada en la avenida de La Rádiba, la que une Leandro Alem con Paseo Colón detrás a la Casa de Gobierno, terminó en la Costanera Norte frente a Aeroparque. Nadie puede verlo ya desde la Rosada. ¿Cambió eso en algo la historia? Por supuesto que no. En su momento el diario El Nacional de Caracas informaba: Desde 2004, el 12 de octubre dejó de ser en Venezuela el Día de la Hispanidad o el aniversario del descubrimiento. Por decisión del fallecido presidente Hugo Chávez será el Día de la Resistencia Indígena. Docena de año más tarde, después de concretar el fraude electoral y birlarle las elecciones presidenciales al justo ganador Edmundo González en medio de una feroz persecución contra dirigentes de la oposición, Nicolás Maduro decreta en su locura maniqueísta que la Navidad se festejará de aquí en más en la oscura Venezuela el primero de octubre, haciéndole parir a la Virgen María 56 días antes de fecha real. El cambio de estatus tuvo su traducción en hechos. El mismo 12 de octubre de 2004 un grupo de activistas decidió que era hora de derribar, decapitar y destruir la estatua de Cristóbal Colón que había sido erigida en el centro de Caracas y que nunca antes había despertado mayor incomodidad. Acusaban al genovés de “genocida” y “tirano”. Fue una escena que recordó al derribamiento de la estatua de Saddam Hussein en Bagdad. Con una nutrida asistencia, aquel día se realizó en la Plaza Venezuela, donde estaba emplazado el homenaje al navegante genovés, una “Fiesta de la Resistencia” en rechazo a Colón. Había sido convocada por diversos movimientos y agrupaciones culturales que en su mayoría apoyaban el proceso bolivariano. En la manifestación activistas derribaron y secuestraron la estatua, obra de Rafael de la Cova que había sido inaugurada en 1904. En el pedestal de la estatua colocaron pancartas con lemas exigiendo el enjuiciamiento de Colón por genocidio y comparando al supuesto descubridor de América con el presidente de los Estados Unidos. Paralelamente el gobierno de Chávez decidió crear una nueva cartera ministerial: el Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Algo así como el ministerio del pensamiento. Cinco años después, el fallecido presidente ordenó el retiro de la última estatua de Cristóbal Colón que quedaba en la capital venezolana. Estaba el monumento en el parque central caraqueño, desmantelada, fue arrastrada por las calles de Caracas. En el contacto frecuente que Chávez solía tener con los ciudadanos por medio de su programa televisivo expresaba: Cristóbal Colón fue el jefe de una invasión que produjo, no una matanza, sino un genocidio. Noventa millones de aborígenes vivían en esta tierra, 200 años después quedaban tres millones. ¿Qué fue eso? Un genocidio, describió y continuó: La estatua representaba a Colón señalando hacia adelante, una réplica del momento en que avistó tierra americana. Estaba ahí, señalando el rumbo. ¿Cómo nos va a señalar el rumbo Cristóbal Colón? Ahí hay que poner un indio, sentenció. Contradiciendo esa postura fanática del Bolivariano, Don Hipólito Irigoyen en su primera presidencia manifestó: “El descubrimiento de América el 12 de octubre de 1492 es el acontecimiento trascendental que haya realizado la Humanidad a través de los tiempos. Se debió al genio hispano intensificado por la visión suprema de Colón, efeméride tan portentosa que no queda circunscripta al prodigio del descubrimiento, sino que se consolida con la conquista, empresa ésta que no tiene término de comparación posible en los anales de todos los pueblos”. Por su parte Juan Domingo Perón, quien se diera aquel abrazo histórico con Ricardo Balbín para cerrar la grieta que dividía a la sociedad argentina de entonces decía: “La obra civilizadora cumplida en tierras de América no tiene parangón en la historia. Es única en el mundo También hubo yerros, vinieron humanistas y también brutales, pero no olvidemos también que, esa empresa, cuyo cometido la antigüedad clásica hubiera discernido a los dioses, fue aquí cumplida por hombres, por un puñado de hombres que no eran dioses, aunque los impulsara, es cierto, el soplo divino de una fe que los hacía creados a imagen y semejanza de Dios. Como no podía ser de otra manera, su empresa fue desprestigiada por sus enemigos y su epopeya objeto de escarnio, pasto de la intriga y blanco de la calumnia, juzgándose con criterio de mercaderes, lo que había sido una empresa de héroes”. Nuestros pro Chavistas locales ignoran estas definiciones. Si Chávez y Maduro hubieran sabido algo de historia, tendrían que haber cambiado Venezuela por el nombre Palafitos. Explico: Los primeros españoles recorrieron una zona costera poblada de indígenas que levantaban sus casas sobre pilotes de madera (palafitos) al borde del agua, por ello Américo Vespucio, italiano él, asoció los palafitos del lago de Maracaibo con las casas sobre el agua en Venecia, por esa razón llamó Venezuela a ese territorio que significa “pequeña Venecia”. Para concluir un razonamiento. Luego del descubrimiento de América, setenta años después, los españoles vencieron al Imperio Otomano en la batalla de Lepanto en octubre de 1571; cruenta lucha frente a un enemigo muy superior en naves y soldados en la cual cayeron batidos más de doce mil cristianos por defender el avance musulmán en el Mediterráneo, cuyo objetivo final era invadir Europa y ponerla bajo su dominio. Entonces, se deduce en ucronía pura que, si la vieja Europa hubiera sido invadida por el musulmán, la civilización occidental y cristiana habría desaparecido del mapa, y en el nuevo mundo se estaría hablando el bereber o el tuareg con la bandera de la media luna flameando como enseña patria. En el presente los historiadores no se ponen de acuerdo. Según algunos al descubrimiento de América existían 100 millones de aborígenes. Otros estimaron en 13 millones que hablaban 1.200 dialectos. Hoy, esos mismos historiadores, aseguran que en América habitan 550 millones de hispanos parlantes y 13 millones de aborígenes.

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