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  • Bicentenario de Juan Valera

    » Diario Cordoba

    Fecha: 12/10/2024 18:19

    Justo cuando escribo estas palabras está naciendo Juan Valera hace doscientos años. Se le celebra por todas sus vidas agitadas, por las que se conocen y también las que no, con fiebre de aventura. De todas las existencias azarosas que se llevó por delante Juan Valera, la más conocida es la de novelista: será el gran introductor, casi el creador, de la interioridad en los personajes, como organismos vivos que se levantan desde sus palabras para andar y decirnos que ahora forman parte de nosotros. Bien mirado, lo que hace Juan Valera en Pepita Jiménez y en Juanita La Larga es exactamente eso: hace del personaje un ser humano que de pronto nos mira, nos aturde, nos traspasa con su psicología. Esto lo consigue Juan Valera en las postrimerías del romanticismo, que coincide con su ardiente adolescencia: llega a conocer a su gran héroe, que es José de Espronceda. Pero mucho antes de llegar a ser presidente de la sección de Literatura del Ateneo de Madrid, ya habiendo dejado su Cabra natal atrás, Valera se da cuenta de que la verdad está en los clásicos. Él puede leer en varios idiomas europeos, pero existe un idioma universal que es el de Grecia y Roma: en Esquilo está todo, Homero es todo. Cuando llega al Madrid tardío de la Restauración, el naturalismo está que arde: se leen esas novelas que aquí son casi tenidas por la pornografía de las porteras, porque eso es Émile Zola para los jóvenes muchachos que leen con ardor las hazañas de Ángel de Saavedra, el Duque de Rivas, eso es el realismo que ahora mira de frente. Es lo que está de moda y es lo que imperará hasta que Galdós después lo modernice, aunque Juan Valera ha decidido estar en otra cosa, que es la verdad de sí mismo por encima de las corrientes de su época. Pero antes, aunque a veces parezca que el tiempo quema su rastro, deberá descubrirse de verdad ante el espejo. Es un proceso difícil que tiene su paralelismo con Cervantes, porque Juan Valera es un hombre que casi todo lo hace bien, pero espera una obra. Ha deseado entrar en la marina, como su padre, pero la oposición materna lo conduce a la diplomacia. Será precisamente el Duque de Rivas quien le enseñará no pocas cosas, esas claves mudas del galanteo a la alcoba. Juan Valera además de diplomático, tiene también su vértigo político, es ateneísta, publica tomos de versos, es crítico literario y hasta acierta a distinguir que el camino de la modernidad poética viene con Rubén Darío. Pero no está conforme, porque Valera es un escritor y no ha ubicado aún ni el proyecto ni el tono. Se lo dará al fin Pepita Jiménez, a los 50 años, que es una edad redonda para ser novelista con hondura. Suya será el alma femenina, con sus apetitos y su oscuro temblor. Suscríbete para seguir leyendo

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