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  • Los jóvenes son reaccionarios

    » Rio Negro

    Fecha: 16/06/2024 04:29

    Hemos tenido durante más de medio siglo una idea falsa de la juventud rebelde: creímos que los jóvenes son revolucionarios y que son de izquierda. Esa idea surgió junto con la juventud: en los 60 del siglo XX. Desde el origen de la historia hasta 1960 los jóvenes no existían. Se pasaba de niño a adulto casi sin transición. Entre los pobres los niños trabajaban y si llegaban a los 12 o 14 años eran muchachos rudos que sabían mantenerse solos y enfrentar los problemas graves. Recién en el siglo XX y con la masificación de la clase media en algunos países europeos y de América comenzaron los adolescentes a ser un sector con vida propia y características distintivas, muy diferentes tanto de los niños como de los adultos. El fin de la Segunda Guerra Mundial les dio por primera vez a los más jóvenes un poder que antes no tenían: la independencia económica (sobre todo a los varones) y la creación de una cultura propia, el rock. Cuando aparece en 1962 el grupo inglés The Beatles ya la juventud europea y americana está suficientemente madura como para no solo tener una cultura propia basada centralmente en la música (pero también en la vestimenta, el corte de pelo, las formas de relacionarse, la liberalidad sexual -después de 150 años de represión victoriana-) sino una influencia fortísima sobre toda la sociedad. En los 60 por primera vez los mayores quisieron comenzar a vestirse y parecerse a los jóvenes. Así fue que se impuso masivamente el uso del jean y las costumbres juveniles. Hasta los 50 los jóvenes se parecían a sus padres. Desde los 70 los padres tratan de parecerse a sus hijos. En los 60 se produce justamente la mayor revolución juvenil de la historia: el Mayo del 68. Si bien la rebelión de los jóvenes parisinos tuvo algunas motivaciones económicas y sociales, el levantamiento estudiantil fue esencialmente cultural: querían que el mundo -que hasta entonces estaba totalmente dominado por los adultos- les hiciera un lugar y aceptara sus formas de ser y de hacer. En ese aspecto el Mayo Francés triunfó. Durante los próximos 50 años todo Occidente adoptó la moda joven, la cultura pop y el punto de vista progresista. La rebelión de los 60 -la última gran ola juvenil anterior a la revolución de derecha que ahora está en marcha- era progresista porque reaccionaba contra un mundo ordenado según la mirada más conservadora de los adultos. Esa rebelión juvenil también fue reaccionaria, pero como reaccionaba contra un orden conservador enarboló banderas de izquierda y una cultura liberal en extremo, incluso en la experimentación de la propia vida. Fue esa rebelión la que creo la falsa idea de que los jóvenes siempre son revolucionarios y que sus ideales son progresistas, de izquierda y experimentales. No es así. Los jóvenes rebeldes se oponen a lo que está instituido y ahora lo instituido es justamente la idea progresista de que todos tenemos derechos y de que hay que ser tolerante con la diversidad. Por eso los jóvenes actuales -los que en la Argentina apoyan a Milei y en EEUU a Trump, en España a Vox y en Francia a Marie Le Pen- son reaccionarios de derecha. Los jóvenes no compran todo el programa de la derecha. Así como los jóvenes de los 60 no eran todos unánimemente izquierdistas. Incluso entre los progresistas de las décadas anteriores había muchas líneas distintas (algunos apoyaban las revoluciones socialistas y hasta la lucha armada; y otros se oponían totalmente a esos experimentos políticos). De la misma forma, los jóvenes reaccionarios que hoy apoyan a la derecha tienen muchas diferencias entre ellos. Todas las encuestas muestran que ese 60% de varones menores de 25 años que apoyan a Milei solo tienen eso en común: haber votado al actual presidente argentino. Luego, difieren en muchos aspectos. Hay jóvenes que apoyan casi cada palabra del presidente, pero son los menos. La mayoría no está de acuerdo con el ataque que Milei hizo contra las universidades nacionales. Tampoco apoyan que haya basado el recorte fiscal en destruir los ingresos de los jubilados. Los jóvenes que se identifican en la Argentina con el liderazgo de Javier Milei (y en Francia con Marie Le Pen) tienen una sola cosa en común: rechazan el pasado político y cultural representado por los partidos tradicionales (desde el kirchnerismo al macrismo). La rebeldía ahora es de derecha porque hasta hace poco los que gobernaban decían ser de izquierda. Es una simple cuestión de oposición a lo establecido. No es una militancia ideológica, aunque varios rasgos de la derecha cuentan con consenso masivo entre los jóvenes: el individualismo extremo (sálvese quien pueda) y el repudio a un Estado gigantesco que se entromete en todo. Estamos ante un cambio cultural gigantesco del que aun no sabemos qué nos deparará, pero al menos podemos ver que llegó para quedarse.

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