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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 31/12/2025 14:14
La vitamina C es un nutriente esencial para el ser humano y para casi todos los animales. Su función es clave en el correcto funcionamiento del sistema inmunológico. A diferencia de la mayoría de las especies, los humanos no pueden fabricar vitamina C en su cuerpo y dependen totalmente de su alimentación para obtenerla. Científicos de China y los Estados Unidos descubrieron que esa incapacidad para producir vitamina C puede ofrecer una defensa natural inesperada frente a infecciones parasitarias graves como la esquistosomiasis. Este hallazgo, que fue publicado en la revista PNAS, aporta una nueva mirada sobre cómo la evolución y la nutrición se entrelazan en la protección ante enfermedades. El trabajo fue liderado por Gongwen Chen, junto a Ji Hyung Jun, Tobias Wijshake, Michalis Agathocleous y otros investigadores. Pertenecen a la Universidad de Fudan, en China, y a instituciones estadounidenses como el Centro Médico de la Universidad Texas Southwestern. Qué pasa con la vitamina C Los investigadores partieron de una pregunta importante: ¿por qué algunas especies, como los humanos, no pueden sintetizar vitamina C? La mayoría de los animales sí lo consigue gracias a una enzima llamada L-gulonolactona oxidasa, conocida como GULO, que transforma la glucosa en vitamina C dentro del organismo. Durante la evolución, varias especies perdieron el gen que permite producir GULO, por lo que dependen solo de la vitamina C presente en los alimentos. Esta situación se asocia a riesgos, ya que la deficiencia de vitamina C puede causar enfermedades graves como el escorbuto. El objetivo de los científicos fue analizar si la falta de capacidad para fabricar vitamina C podía, en ciertas condiciones, proteger contra infecciones parasitarias. Para abordarlo, los investigadores eligieron como modelo la esquistosomiasis, una enfermedad causada por el parásito Schistosoma mansoni que afecta a millones de personas en todo el mundo. Cómo se realizó el experimento El equipo trabajó con ratones normales y con ratones modificados genéticamente para no poder producir vitamina C. Ambos grupos fueron infectados con Schistosoma mansoni para observar el desarrollo del parásito y su capacidad de reproducirse. Los científicos comprobaron que el parásito solo logra poner huevos y causar daño en ratones capaces de fabricar vitamina C. En los animales sin la enzima GULO, el parásito sobrevive, pero no puede completar su ciclo reproductivo. El experimento incluyó dietas con periodos alternos de abundancia y carencia de vitamina C. Descubrieron que los ratones sin GULO no desarrollaron escorbuto grave y los parásitos tampoco lograron reproducirse. El escorbuto es una enfermedad causada por la falta prolongada de vitamina C en el organismo. A nivel celular, el análisis reveló que el parásito necesita vitamina C para procesos que regulan la puesta de huevos. Herencia biológica Los investigadores plantearon que la pérdida de la capacidad para fabricar vitamina C pudo haber protegido a algunas especies de infecciones parasitarias graves, y no fue solo una desventaja evolutiva. En la naturaleza, las aparentes debilidades pueden convertirse en aliados cuando las condiciones ambientales cambian o surgen nuevas amenazas biológicas. La historia evolutiva está llena de ejemplos donde la pérdida de una función se transforma en una ventaja adaptativa inesperada. Tras los resultados, los investigadores aclararon que los resultados provienen de experimentos en ratones y con un solo tipo de parásito, por lo que no se puede asegurar que este mecanismo se repita en humanos o con otros agentes infecciosos. Sugirieron que se debería investigar si otras deficiencias vitamínicas pueden ofrecer protección frente a distintos parásitos y abren nuevas preguntas sobre la interacción entre nutrición, evolución y resistencia a enfermedades. En conclusión, la investigación demuestra que una carencia nutricional, bajo ciertas circunstancias, puede convertirse en una herramienta más de defensa biológica.
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