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  • Una mirada desde la alcantarilla. Escribir es algo que ayuda a respirar, Horacio Fiebelkorn y su último libro Falso testimonio. - 9 Digital - Mi 9

    Paraná » 9digital

    Fecha: 29/12/2025 14:40

    Como anudados por el tiempo, los poemas de Horacio Fiebelkorn se me aparecen mientras leo su último libro. Poemas contra el ventilador que tiene las ciudades y la orientación del sol sobre las casas, las cosas cotidianas entre la luz y las sombras. El humor como patente en su poética, sin jactancia de una voz en tono mayor, si no como la zona que hace posible tragar lo que se ve. Un poeta que parece caminar mucho mientras piensa y anota, aunque esto solo aparezca en la imaginación. Su último libro, Falso testimonio está compuesto por dos partes: Falso testimonio y La correntada y el murmullo. Fue publicado por Nebliplateada este año, hace apenas unos meses. Hace también no tanto tiempo, el poeta de La Plata estuvo leyendo en Paraná, en la Editorial Entre Ríos antes de la pandemia, y después de ese no-tiempo en Almacén los 33. Horacio Fiebelkorn puede tener una vasta trayectoria sin hacer aspavientos sobre ello. En las lecturas compartidas atiende a otros poetas, después comparte cuál le gustó más, conversa con quienes nos proponemos contactaclo con una amabilidad franca, sin pose, y más allá de la amistad que sostenemos, Horacio es uno de los grandes nombres de la poesía argentina que decide escribir siempre desde la ventana de los tilos, que se permite salir con coletazo de pez de las expectativas de artista. No existe eso, dirá, aludirá a categorías que sirven para quienes aspiran más a hacerse conocer que a escribir buenos poemas. Hace unos días conversamos sobre esta publicación y otras cosas. Una breve charla que transcribo, y que reivindica su múltiples estímulos para que la palabra común resplandezca en el poema. Influído por obras cinematográficas, no deja de lado hechos sociales que asoman, en diálogo con acuarelas, en su inquieta mirada de lector donde los sedimentos son siempre sólo un recurso, y su voz una pata fuerte en el muelle de la poesía. Los primeros poemas del libro parecen haber sido escritos hace unos años, quizás en pandemia. Aunque no haya alusiones tan precisas, el poema crece en la cornisa de una especie de tragedia colectiva (por ahí a la inundación de La Plata). ¿Te interesa situar tu escritura? - No sabría muy bien cómo situarla. Tiendo a pensar que mi escritura se va situando sola. Es cierto que no hay alusiones precisas a la pandemia. Si así hubiese sido, el libro sería completamente otra cosa, y demandaría otro tipo de lectura. La pandemia, en todo caso, fue el contexto que propició el diálogo que establecen los poemas de la primera parte del libro con la película Hiroshima mon amour. Pensando que se escribe pese a todo, en todas las condiciones de las épocas, ¿cómo pensás la tarea del poeta hoy? Con las políticas oficiales en contra, con la economía siempre a contracorriente. ¿Cómo escribís sin que eso te afecte o cómo te posicionás para decir desde lo literario? - Pienso estas cosas desde el punto de vista de una persona común, que tiene que lidiar con una catástrofe diaria en su economía o en cada rubro de la vida que se ve afectado por las políticas públicas. En un contexto así, escribir es algo que ayuda a respirar. Quien hace un poema salva a un ahogado, dice el poeta brasilero Mario Quintana. Dicho esto, no creo que un poeta tenga una tarea o misión singular, salvo la de hacer brillar en el poema las palabras comunes. Tenés una extensa trayectoria, no sólo por el tiempo en la poesía argentina, por lo significativo de estar en y con. Lugares y personas. ¿Qué momentos y con qué gente sentís como álgidos de tu devenir escribiendo y pensando en la escritura de poemas? - Estar en y con, para mí, siempre fue algo que asumí con naturalidad, fuera de cierta recarga simbólica que algunos nombres generan. De todas maneras destaco a los poetas de la revista 18 whiskys, a principios de los 90. Leerlos en ese momento, cuando esos autores recién se asomaban, me abrió a otros rumbos posibles. Por lo demás, tuve una relación personal, en sus últimos años, con Horacio Castillo, que fue el gran poeta de mi región. Tipo además muy generoso en su lectura, una persona encantadora, se lo extraña mucho. También tuve trato con Juana Bignozzi. Y ahora que la nombro, recuerdo una vez que le mencioné a Castillo, y los ojos le brillaron. Pero vuelvo a lo del principio: yo no busco, yo encuentro. Tengo amigos notables en el mundo de la plástica, como Ricardo Cohen (Rocambole) y en la música, como Manuel Moretti, Víctor Bertamoni, el Gato Sisti, Lucas Finocchi o Miguel Ward. En todos los casos, se trata de personas accesibles a la gran mayoría, y el vínculo es siempre estimulante y humano, de pares. Te hablan otras artes: cine, artes visuales, otras ramas de la literatura, música. ¿Qué te hubiese gustado hacer en la escena artística además de poeta, ensayista, periodista? - Me siento ajeno a lo que llamás escena artística. Me tocó ser lo que soy, o sea, un tomate que creció al lado de una zanja. ¿Sos inquieto? ¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Escribís siempre? ¿Pensás en escribir todo el tiempo? -Sí, soy inquieto. Y sólo escribo cuando me resulta inevitable. No estoy pensando todo el tiempo en escribir poemas. Les cedo esa preocupación a quienes procuran hacer alguna carrerita en el mundo de las letras, cosa que nunca fue lo mío. La correntada y el murmullo es la segunda parte del libro o es un libro más que está dentro de Falso testimonio. Tiene un especial interés en marcar la música. ¿Estudiaste música? - No estudié música, soy en todo caso un melómano más. Pero es curioso que menciones a esos poemas como tocados por lo musical. Porque en realidad surgieron de una serie de acuarelas de la artista paranaense Elena Salomón, en un proyecto inconcluso y que ojalá un día podamos concretar. Que esos textos generen una sensación musical, por llamarla de algún modo, no hace sino ratificar el origen compartido entre sonido e imagen desde el primer alfabeto que hubo sobre la tierra. Qué te sucede con la poesía contemporánea y con la difusión en redes, qué pensás sobre esos apuntes de cotidianidades que se suben cortados en verso, qué te divierte o te parece que ensucia lo que es poético. ¿Cómo vivís eso? ¿Con qué mirada? - No pensaría lo poético como algo a proteger de suciedad alguna. No creo en la pureza de los géneros literarios. Pero mencionás cierto tipo de textos que circulan en las redes, que consisten en enunciados con algún tipo de verdad empírica, que se sirven cortados en verso, con alguna conclusión entre obvia y tranquilizadora. Podemos concederles el carácter de poesía, pero es muy mala. Parecen surgir de la urgencia por salir del anonimato, y quizá sea necesario analizar la cuestión desde la sociología y no desde la estética. En cuanto a tu trabajo en talleres, qué enseñás, qué se aprende, qué se trae.- No diría que enseño. En todo caso colaboro en la búsqueda del mejor poema posible o el mejor libro posible. Mi tarea es la de facilitador, aportando lecturas, dando a conocer ciertos libros, ciertos autores o autoras que funcionan como vasodilatadores para la creación.

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