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» Agencia Nova
Fecha: 28/12/2025 21:33
La Junta Electoral del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires volvió a mostrar esta semana el funcionamiento aceitado de una maquinaria partidaria más preocupada por su rosca interna que por los problemas reales de los bonaerenses. En una reunión realizada el viernes 26 de diciembre a las 14 horas, el PJ aprobó el reglamento electoral que regirá su próximo proceso interno, dejando en claro que, aun en medio de la crisis económica y social, el peronismo y el kirchnerismo siguen mirando hacia adentro. El cronograma definido establece que el martes 3 de febrero vencerá el plazo para la presentación de avales, requisito que obliga a los distintos espacios a reunir el 2 por ciento del padrón de cada distrito, tomando como referencia el padrón anterior. Una exigencia que, lejos de fomentar la participación, suele transformarse en una barrera burocrática que beneficia a los sectores con mayor aparato y castiga a cualquier intento de renovación interna. La fecha límite para la presentación formal de listas será el domingo 8 de febrero, mientras que las elecciones internas quedaron fijadas para el domingo 15 de marzo. Un calendario ajustado que empuja a las tribus del peronismo bonaerense a una carrera contrarreloj, más enfocada en sellar acuerdos de cúpula que en debatir ideas o proyectos para una provincia que acumula déficits estructurales desde hace décadas de gestión peronista. Desde la propia Junta Electoral se informó además que las nuevas fichas de afiliación presentadas recientemente aún no fueron convalidadas por el Juzgado Federal con competencia electoral, trámite que recién se concretaría el 15 de enero. En consecuencia, la recolección de avales deberá realizarse exclusivamente sobre la base del padrón vigente anterior, dejando afuera a miles de afiliados recientes que, en los hechos, quedan marginados del proceso interno. La decisión expone una vez más las contradicciones del discurso kirchnerista sobre la ampliación de derechos y la participación democrática. Mientras en lo discursivo se habla de militancia y bases, en la práctica se imponen reglas que consolidan el control del aparato y reducen la competencia real. Así, el peronismo bonaerense se encamina a otro proceso interno atravesado por viejas prácticas, discusiones de poder y escasa autocrítica. Todo ocurre mientras la provincia de Buenos Aires sigue sumida en problemas de inseguridad, pobreza y falta de gestión, temas que parecen quedar siempre en segundo plano frente a la eterna interna del PJ y del kirchnerismo.
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