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» Informate Salta
Fecha: 28/12/2025 09:20
Esos sitios de ensueños. Con pinceladas de místicos e inolvidables. Con energías celestiales que te abrazan y te traen de regreso a los momentos felices. Hay recintos tan especiales que hacen de un simple lugar, un hogar. Dentro de un hombre elegido, de baja estatura, había un motor encendido que no cesaba de vibrar. El combustible se autoabastecía y de repente se convertía en tractor y al mismo tiempo en un camión con un millón de caballos de fuerza. El corazón ocupaba tanto espacio que suprimía el resto de sus órganos en un torax cocido de hilos italianos para la eternidad. Vestido de piel de seda pero con una mente de acero. Inoxidable. Indestructible. Estoico. También zapatero, ordenanza y empleado bancario de excepción. Pasan las horas del día y lo único que importa, es no detenerse. No hay lugar para los débiles, ni para las pausas. Ciudad de Salta, Argentina. Década del treinta, del siglo veinte, después de Cristo. Vicente Fili, es un joven adolescente inquieto, vivaz. Tiene sobrante de mercaderia. Ayuda a su padre en el reparto de leche. Hay que darle utilidad a la materia prima y en una olla revuelve a fuego lento el producto animal con azúcar y fruta, para evitar el desperdicio. Prueba saborea. Sigue mezclando. Agrega una vaina. Degusta olfatea. La mezcla es constante. Agrega crema. Esa espesa, de la buena, sana, nutritiva. Intenta con cacao. Del mejor posible. Hay prueba y error. Deleita, siente que acierta. Envasa, enfría, congela. Logra una crema helada sólida, a la vez suave, firme y a la vez uniforme. Tiene de nombre helado y de apellido, su firma. Empieza en una simple cocina de hogar. Luego en un carro, hasta que en el año 1949, la demanda hace que abra sus puertas en Avenida Sarmiento y General Guemes. Los sabores empiezan a sumarse de forma constante en paralelo con la gente. El dulce de leche toma una fuerza de ciclón. Es tan peculiar que pide patentamiento propio. Se guarda la receta en el último cofre con llave, candado y huella digital. Pasan los años, y los salteños somos testigo de la herencia. El hombre de familia, se propone emprender y heredar sus valores. Dejar un mundo mejor de lo que lo recibió. Ángel es su hijo y toma el testigo. Conserva. Retoca. Evoluciona. Pilar, su esposa lo acompaña. Los nietos duplican la apuesta. Francisco, Ángel (hijo) y Pilar. Hay nueva sucursal. Año 2021 y en el corazón de Tres Cerritos se instala una nueva casa. El mismo sabor. La misma calidad. Las mismas exigencias. Hay gente que viene al mundo a pisar tan fuerte que quedan huellas tan profundas como determinantes. Mucho más que un legado. Hay personas que tienen tal sabiduría adquirida que nos hacen dudar si son de carne y hueso. Una convicción, una visión proveniente de otra dimensión. Es que también tienen una bondad muy particular. Una generosidad tan natural y excelsa que no nos queda otra que perseguirlos. Imitarlos. Extrañarlos. Parece estar por aquí. Vicente deambula en cada trozo de cucurucho buscando sostener esa crema. Está en el aire del lugar, buscando ser cómplice de la sonrisa de cada niño. Lo encuentro en todas las piezas de ajedrez de un piso damero que invita a jugar a encontrarlo. A veces lo veo disfrazado de peón. Otras veces viste de rey. Aunque modestamente está en todas las piezas del tablero. Es la hora del postre y la familia Fili, como cada día de sus vidas brindan con granita de frutilla. De postre, lo que ya sabrán, a elección. La prioridad es dulce de leche. Por momentos, con baño de Chocolate, crema o frutas. Hay opción de tortas, de palitos. El helado de parte de sus átomos. Un átomo conectado al pasado que con ondas, electrifica. Un pasado planificado por un ser superior. Un ser que, invisiblemente, sigue latiendo en cada gota que se derrite y mágicamente se vuelve a congelar.
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