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» Clarin
Fecha: 28/12/2025 07:23
Es esa rara época del año en la que las diferencias, aunque sea por un momento, parecen diluirse. El espíritu de la Navidad, al margen de creencias y religiones, se adueña de los espíritus e imprime su sello al mes de diciembre. Para algunos prevalecerá lo religioso; otros pondrán el acento en lo festivo. Unos se sentirán más inclinados a la introspección; otros, a los regalos o la organización de encuentros, pero nadie permanecerá indiferente. En los días previos a la Nochebuena hay un clima especial en las calles; un cierto apuro que no tiene que ver con el trabajo o las rutinas. Hay compras de último momento, corridas, preparativos. Entre convenciones y rituales aparece el deseo genuino de una pausa y, aun en medio de la prisa algo parece aquietarse dentro nuestro. Seguiremos ajetreados pensando en la comida que falta preparar, en las bebidas para el brindis, en la mesa dulce. Esa suerte de calma de la que hablo va por otro carril. Es como si alcanzáramos, paradójicamente, una dimensión más humana en el fervor de las Fiestas. Quizá tenga que ver con un cierto carácter universal de las celebraciones; de un momento casi de comunión, de una situación que iguala y hermana, más allá de las circunstancias, en una buena parte del mundo: la cena del 24, las copas levantadas... Y algo similar ocurre en las vísperas del Año Nuevo. Más ceremonias comunes, más brindis, más deseos formulados, no importa en qué idioma, mientras las horas pasan, en pleno invierno, en el más tórrido de los veranos, solos o en familia, con presencias y ausencias, en las buenas o en las malas. Para todos y cada uno, un año termina y otro está por empezar. Y a despecho de cualquier razón, todos y cada uno renovaremos la esperanza. Sobre la firma Newsletter Clarín
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