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  • Bartolomé Castagnola, el heredero del polo

    » La Nacion

    Fecha: 28/12/2025 00:23

    Bartolomé Castagnola, el heredero del polo Bartolomé Barto Castagnola acaba de soplar 24 velitas cerca del mar, en Punta del Este, con su novia Chule como compañía especial, entre amigos, asado, algo de boliche y también de polo. Porque sí, incluso cuando se relaja, los tacos y los caballos siempre están presentes en su vida. Llama la atención su hablar pausado, con una serenidad que contrasta con la magnitud de todo lo logrado este año. Casi sin quererlo, usa el plural, como si fuera una forma de estar en el mundo. Ese nosotros tiene nombre propio: Camilo, su hermano, con quien compartió cuarto, colegio, caballos y ahora, también, la cima del polo mundial. Una especie de sociedad simbiótica que se traslada de la vida a la cancha, donde muchas veces no les hace falta ni siquiera hablar para saber lo que piensa el otro. La historia familiar ayuda a entenderlo todo. Por la rama paterna, Barto es hijo de Lolo Castagnola, siete veces campeón de Palermo. Por la materna, nieto de Adolfo Cambiaso y sobrino de Adolfito, considerado el mejor jugador del mundo en la actualidad, con más de 1000 goles en su haber. Así, Barto creció entre mimbres, bochas y caballos y, cuando alguna caída sembró el primer miedo, fue su madre quien lo volvió a subir al petiso, despacio y con la mirada atenta, casi como una anticipación temprana de la vorágine que vendría después. Hoy, de la mano del dream team La Natividad-La Dolfina, con la Triple Corona en el bolsillo, Barto habla con LA NACION de cómo lleva su apellido sin peso extra y de un futuro prometedor que, contra todo pronóstico, no le genera ningún vértigo. Recién terminó la Triple Corona. ¿Cómo se vive el día después? Es muy lindo, pero a veces no caés. Volvés al campo, a los amigos, a jugar torneítos, y un poco seguís en la tuya. Pero después te das cuenta de que lo disfrutás todo el año, justamente porque trabajamos todo el año para eso. Este año ganaron todo en familia. ¿Qué significa eso? Es increíble. Jugar con tu hermano, con tu familia, y a veces también contra la familia. Cuando arranca el partido te olvidás de la sangre: todos queremos ganar. Pero cuando termina, poder compartirlo es algo realmente único. ¿Te acordás de la primera vez que te subieron a un caballo? Me subí a los tres años, no tengo casi noción. Sí me acuerdo de una vez que me caí de un petiso y quedé asustado. La que me volvió a subir fue mamá. De a poco, primero con ella, después solo, hasta que le perdí el miedo. Estoy acá gracias a ella. Con tu hermano Camilo [conocido como Jeta] compartieron cuarto, colegio y ahora 10 de hándicap. Y cuando hablás de polo, lo hacés en plural. ¿También pasa adentro de la cancha? Sí, totalmente. Nos conocemos como la palma de la mano. Arrancamos a jugar juntos desde chicos, así que casi no necesitamos hablarnos. No hay códigos secretos ni señas raras: nos sale natural. Jugamos casi a ciegas. Y afuera de la cancha también compartimos mucho, vivimos cerca y tenemos el mismo grupo de amigos, eso suma mucho. ¿Te pesa el apellido? Puede estar la presión, pero nunca la viví como algo que me torture. Al contrario, está bueno, te exige hacer las cosas bien. Me gusta. No siento que tenga que ser igual a nadie. Tenés dos voces muy fuertes alrededor: tu padre Lolo y tu tío Adolfito. ¿Cómo son esos consejos? Los dos son súper intensos y piensan muy parecido. Están todo el día pensando en caballos, prácticas, detalles. A nosotros nos viene bien, porque somos más relajados. ¿A quién se le discute más? A papá, porque es papá [risas]. En general aceptás más rápido cuando viene de Adolfito. Nos vamos turnando. Papá se mata de risa: si le discutimos, manda a Adolfito o a Poroto a decirnos lo mismo. ¿Hay algún consejo que se repita siempre? Mi viejo siempre nos dice que no sos tan bueno cuando ganás ni tan malo cuando perdés. Que no te agrandes ni te deprimas. Eso ayuda a tener los pies sobre la tierra, ser humilde. Y Camila, tu mamá, ¿qué rol cumple hoy? Ella nos acompañó siempre. Nos llevaba a los torneos cuando éramos chicos y hasta hoy no se pierde ni un partido, ni una práctica. Es la más fanática de todos. Solo sufre cuando jugamos enfrentados. ¿Sos cabulero? Antes era más. Traté de soltar porque te volvés loco. Ahora tengo siempre mi ritual al cambiarme: me pongo primero la bota y la rodillera izquierda. Son tonterías, pero ya lo tengo automatizado. ¿Le hablás a los caballos? No, los miro. Nunca les hablo. La final perfecta y la polémica del MVP con Poroto [N.de R.: por una aparente confusión, le dieron el premio al MVP de la final de polo de Palermo a su primo, Poroto Cambiaso, en vez de a él]. ¿Qué sentiste? Nada, la verdad. No le doy bola a eso. Me dijeron que primero me lo habían dado a mí y se habían confundido, pero no me molestó para nada. Lo único que quería era ganar. Poroto jugó impresionante, estaba mi hermano también. Cero celos. ¿Te afectan las redes o lo que se dice en el ambiente? A veces lo ves porque te mencionan, pero cuando ponen algo malo me mato de risa. No le doy importancia. Tengo solo Instagram, TikTok no porque perdería demasiado tiempo y ya estoy bastante con el celu. Desde hace dos años estás de novio con Chule von Wernich, que es cantante. ¿Cómo se acompaña eso? Viajo muchísimo y muchas veces no la puedo acompañar tanto como me gustaría. Trato de hacerlo cuando estoy en la Argentina. Cuando me voy afuera Estados Unidos, Inglaterra, España a veces es ella la que me acompaña, me banca un montón. Viene de familia de polo, así que entiende esta vida, pero tiene su carrera muy fuerte en la música. No es fácil, pero tratamos. ¡Encima canto pésimo! [risas]. El otro día, cuando fuimos a festejar a un boliche de la Costanera, me subí al escenario y agarré el micrófono, cuando estaba la banda ¡fue tremendo! ¿De qué hablás cuando no hablás de polo? De deporte. Me gusta jugar al fútbol, aunque trato de cuidarme para no lesionarme, y al tenis. Me encanta la playa, el aire libre. El cine no me gusta mucho. Y cantar, no: ya dije que soy malísimo. ¿Qué sigue después de haber ganado tantos abiertos tan joven? Seguir trabajando. Esto llegó rápido, pero hay muchas generaciones buenas y no se puede bajar la guardia.

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