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» Mdzol
Fecha: 23/12/2025 12:09
La Navidad suele asociarse con la idea de paz, reconciliación y cierre de ciclos. Sin embargo, en algunas regiones de los Andes peruanos, ese cierre no se limita al brindis ni a los buenos deseos. En la provincia de Chumbivilcas, en Cusco, cada 25 de diciembre se practica un ritual tradicional que propone enfrentar los conflictos de manera directa y pública: el Takanakuy. El término proviene del quechua y puede traducirse como “golpearse mutuamente”. Lejos de lo que sugiere una lectura literal, no se trata de violencia descontrolada, sino de una práctica comunitaria con reglas precisas, culturalmente legitimada y orientada a restablecer la convivencia antes de iniciar un nuevo ciclo. La Navidad como momento de cierre comunitario La elección del 25 de diciembre no es casual. Para estas comunidades, la Navidad marca el final simbólico del año y funciona como un momento de limpieza social. Conflictos por tierras, deudas, ofensas personales o disputas familiares no deben trasladarse al ciclo siguiente. El Takanakuy obliga a enfrentar lo pendiente y a cerrarlo de manera visible, evitando que el resentimiento se acumule y fracture la convivencia. Desde una perspectiva criminológica, este ritual puede entenderse como una forma de control social informal. Allí donde la justicia estatal resulta lejana o poco accesible para los conflictos cotidianos, la comunidad desarrolla herramientas propias para evitar que las tensiones escalen y deriven en violencias más graves. Un ritual con reglas claras y límites estrictos El Takanakuy no es una pelea improvisada. Quien desea resolver un conflicto debe manifestarlo públicamente y aceptar un conjunto de normas estrictas. El combate es voluntario, se realiza a mano limpia, cuenta con árbitros reconocidos por la comunidad y prohíbe golpear a quien cae. El enfrentamiento termina cuando se da la señal acordada. Estas reglas cumplen una función central: contener la fuerza. El conflicto no se dispersa ni se prolonga en el tiempo, sino que se concentra en un espacio, un momento y un procedimiento aceptado por todos. El abrazo final como resolución del conflicto El momento decisivo llega después de los golpes. El ritual exige que las partes ofrezcan disculpas públicas y sellen el cierre con un abrazo ante la comunidad. No es un gesto simbólico ni opcional. Es la garantía de que el conflicto queda resuelto y no reaparece de forma latente. En términos de justicia restaurativa, el objetivo no es castigar indefinidamente, sino reparar el vínculo social dañado y permitir que la convivencia continúe sin cuentas abiertas. Una lección sobre convivencia El Takanakuy no pretende ser un modelo universal ni reemplazar al sistema judicial formal. Su valor está en mostrar que la paz no es la ausencia de conflicto, sino la capacidad de enfrentarlo y resolverlo. En estos pueblos andinos, la Navidad no marca solo una celebración religiosa, sino el momento en que los conflictos encuentran su cierre y la vida comunitaria puede recomenzar. * Lic. Eduardo Muñoz. Criminólogo. Divulgador en Medios. Análisis criminológico aplicado a temas sociales de actualidad y seguridad. IG: @educriminologo
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