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» Clarin
Fecha: 19/12/2025 16:38
Cuando una persona debe decidir algo importante en un momento límite, el cuerpo lo siente antes que la mente. El estrés se activa y reconfigura el modo en que el cerebro procesa la información disponible. Aunque solemos creer que decidimos siempre de forma racional, la ciencia viene mostrando que la presión altera esa lógica. Cuando hay poco tiempo o mucho en juego, el cerebro deja de lado los análisis extensos y pasa a priorizar la intuición, los hábitos y las respuestas automáticas. Esto no es una falla, es un mecanismo evolutivo diseñado para sobrevivir a situaciones de amenaza. En los últimos años, distintos estudios en neurociencia cognitiva confirmaron que el estrés no solo cambia cómo nos sentimos, sino también cómo evaluamos riesgos, qué opciones descartamos y qué tanto confiamos en nuestra primera impresión. Entender estos procesos ayuda a explicar por qué, bajo presión, personas experimentadas pueden errar en diagnósticos, invertir mal o tomar decisiones que después no reconocen como propias. Qué sucede en el cerebro cuando decidimos bajo estrés La primera reacción del cuerpo ante la presión es liberar cortisol, la hormona que prepara al organismo para actuar rápido. Este pico hormonal modifica la actividad de la corteza prefrontal, la región asociada al control ejecutivo y la planificación, y aumenta la influencia de áreas emocionales como la amígdala. Esto genera respuestas impulsivas. Experimentos con tareas de recompensa, riesgo y memoria mostraron que las personas estresadas ajustan menos sus decisiones cuando la información cambia. Es decir, corrigen menos, dudan menos y se apoyan más en la primera respuesta que les surge. Esto se debe a que la memoria de trabajo -la que permite evaluar alternativas- funciona peor bajo presión. La neurociencia es la disciplina que estudia el funcionamiento del cerebro. Foto: IA (ChatGPT) Otro hallazgo común en estudios de psicología cognitiva es que el estrés potencia el uso de conductas habituales. En lugar de analizar qué conviene hacer, el cerebro recupera patrones ya conocidos porque requieren menos energía y se ejecutan más rápido. Por eso profesiones como medicina de guardia, fuerzas de seguridad o actividades financieras muestran sesgos más marcados en situaciones cargadas de tensión. Las claves del proceso de actuar bajo presión El cortisol reduce la flexibilidad cognitiva y favorece decisiones automáticas. y favorece decisiones automáticas. La amígdala gana protagonismo frente a zonas racionales del cerebro. La memoria de trabajo se vuelve menos eficiente y limita el análisis profundo. Las personas confían más en hábitos y corazonadas que en evaluaciones detalladas. Por qué la presión cambia el rumbo de nuestras elecciones Cuando una persona está bajo presión, el cerebro tiende a cambiar de modo. En lugar de analizar con calma, recurre a respuestas rápidas, automáticas y basadas en la intuición. Ese “piloto automático” se impone sobre el pensamiento más reflexivo y racional, que necesita tiempo y energía para activarse. Diversos estudios publicados en revistas como Psychological Review y Nature Human Behaviour muestran que este mecanismo aparece tanto en adultos jóvenes como en personas entrenadas para tomar decisiones complejas, incluso en contextos profesionales o de alta exigencia. A partir de los 66 años, el cerebro experimenta un envejecimiento temprano. Foto Shutterstock. En estudios con simulaciones financieras, individuos estresados asumieron más riesgos aun cuando los datos sugerían lo contrario. En investigaciones sobre negociación y cooperación, la presión aumentó la impulsividad y redujo la capacidad de detectar señales sociales importantes. El resultado fue una mayor cantidad de errores, decisiones apresuradas o dificultades para corregir un mal rumbo.
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