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» AgenciaFe
Fecha: 19/12/2025 16:15
La frase fue tan cruda como reveladora. Nery Pumpido puso en debate la mentalidad del fútbol santafesino, cuestionó el conformismo instalado y utilizó a Unión como ejemplo de una deuda histórica. La comparación con Rosario, cargada de datos y memoria, marcó el eje central de un mensaje directo que buscó incomodar para generar reflexión. Unión, la historia y la obligación de creer Pumpido recordó que Unión supo pelear campeonatos, como en 1979, y se preguntó por qué hoy parece imposible imaginarlo nuevamente en esa discusión. Para el ex arquero, no se trata de una cuestión estructural sino cultural: “no es decir que vas a salir campeón, es creértelo”, insistió. En esa línea, subrayó que otros clubes con menos historia lograron títulos porque construyeron una mentalidad competitiva. “Si pudieron otros, ¿Por qué Unión no?”, planteó, dejando en claro que el techo deportivo muchas veces está más en la cabeza que en el presupuesto. Santa Fe y Rosario: una comparación incómoda El ex futbolista fue aún más directo al contrastar realidades. Señaló que Rosario acumula 17 campeonatos, mientras que Santa Fe apenas uno, y sostuvo que esa brecha no se explica solo por recursos. “Somos muy conformistas”, afirmó, y apuntó contra una cultura que naturalizó festejar poco y resignarse rápido. Incluso reveló una frase que, según dijo, él y muchos futbolistas extranjeros escucharon decir de sus propios compañeros: “Acá ganás el clásico y después todo el año estás tranquilo”. Para Pumpido, ese mensaje resume un problema profundo que condiciona el crecimiento deportivo de los clubes de la ciudad. Competir para crecer, no para acomodarse En otro tramo fuerte, Pumpido sostuvo que los clubes deben desear que sus jugadores se vayan, pero por una razón concreta: “para irse, primero tienen que rendir muchísimo acá”. La competitividad interna, la exigencia diaria y la ambición colectiva fueron señaladas como pilares para cambiar la lógica. También incluyó una autocrítica al entorno y al periodismo deportivo local, al que pidió elevar la vara del discurso. “Tenemos que cambiar el mensaje”, remarcó, convencido de que sin una narrativa ambiciosa no hay proyecto que se sostenga.
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