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  • “Llenar el campo de vacas”: es un apasionado de la ganadería, hace ciclo completo y aspira a duplicar la producción de carne por el contexto favorable

    » Clarin

    Fecha: 15/12/2025 00:49

    "Para hablar de ganadería, llamame cuando quieras". Hay un rasgo distintivo que caracteriza la historia de Fernando Briones: la pasión por la actividad ganadera. Ese rasgo, que combina una profunda dedicación con la capacidad de sostener esfuerzos durante décadas, explica en buena medida cómo logró construir un sistema productivo diverso, robusto y en expansión. Briones es quien comanda una empresa agrícola-ganadera que en total trabaja unas 13.000 hectáreas distribuidas en Tres Arroyos y en Lincoln y Pehuajó, de las cuales 11.000 se destinan a agricultura -cerca de 4.000 hectáreas en el oeste-, mientras que unas 2.000 hectáreas complementan el esquema ganadero. Producción agrícola La rotación agrícola es un pilar central. En Tres Arroyos, el esquema es 50% fina y 50% gruesa, con fuerte presencia de girasol, maíz y menor participación de soja, mientras que en el oeste bonaerense la soja tiene mayor importancia que el girasol. "La rotación que manejamos es la que funciona a largo plazo porque el corto plazo es para hoy y después pagás las consecuencias en los cultivos posteriores. Y más en los suelos como Tres Arroyos, que son bastante eh estables, pero cuando agregamos muchos cultivo de segunda, se vuelven inestables", apunta. Precisamente, el girasol tiene un rol destacado en el sur: al ajustar densidades, encontraron un cultivo estable y competitivo, muy favorecido por la cercanía a los puertos y capaz de encajar de manera impecable en la rotación ya que en marzo libera los lotes para la fina. En tanto, la cebada y el trigo completan un esquema que este año atraviesa una campaña excepcional, con rindes históricos, (al igual que en el resto del país). "Necesitamos estos kilos porque estamos produciendo con costos internacionales y tenemos mucha presión impostiiva", indica. Animales Aberdeen Angus, en un lote de festuca. Ahora, el objetivo de Briones es aumentar los kilos de cada vacuno para venderlo a la exportación. La mayoría de la producción sale como grano para exportación, pero se aseguran -a través de picado y de grano- el alimento para el feedlot, que se basa en el maíz y dependiendo el año, de la cebada forrajera. Dentro de la diversificación agrícola también sobresale el maíz pisingallo. La empresa produce unas 20.000 toneladas anuales y cuenta con Agroprimus, su propia planta de procesamiento y exportación en el Parque Industrial de Tres Arroyos. Allí combinan producción propia con el aporte de productores externos (entre el 30% y 40%) y abastecen principalmente a mercados de Oriente, además de México y países de América Latina. Por su parte, las pasturas que sostienen la producción ganadera también siguen un esquema específico: en Tres Arroyos se utilizan alfalfa y festuca, mientras que en Lincoln se suman trébol rojo y trébol blanco. La pasión ganadera como motor de crecimiento La ganadería ocupa un lugar central en la vida y en el proyecto de Fernando Briones. La empresa maneja dos rodeos, tanto en Tres Arroyos como en Pehuajó-Lincoln, cada uno con unas 1.000 vacas, bajo un sistema de ciclo completo: cría, recría y engorde. En el caso de los terneros de del oeste bonaerense se trasladan al sur, donde finalizan la etapa en el feedlot. Las terneras, en cambio, permanecen en Lincoln para agrandar el rodeo. Justamente, en el establecimiento “La María Luisa”, situado en Tres Arroyos, uno de los campos de Briones, se realizó la jornada el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), bajo el slogan “Tecnologías y manejo para una nueva ganadería”. La María Luisa, el establecimiento donde se realizó la jornada del IPCVA a fines de noviembre. La base genética del rodeo está compuesta en un 90% por Aberdeen Angus negro, con unas 250 vacas de Aberdeen Angus colorado. Pondera a docilidad y la facilidad de manejo de la raza, y se le suma la calidad genética disponible en la zona con varias cabañas de punta en Tres Arroyos. "Me gusta copiar a los que saben", sostuvo el productor. En la práctica, sus propios números muestran un camino consistente: índices de preñez de 93% a 94% y de destete, del 92%, y un trabajo fuerte en alimentación luego del destete para lograr entores de vaquillonas de 15 meses. Para eso sincronizan e inseminan todas las vaquillonas, con el objetivo de seguir aumentando los kilos producidos por hectárea. También adelantan destetes a diciembre o enero y adaptan estrategias según los requerimientos del mercado. "Estamos muy contentos de poder recuperar suelo que nos desplazó la agricultura a la ganadería por un tema de renta", enfatiza, más que entusiasmado por la actualidad de la actividad. "La renta de la ganadería hoy supera la agricultura. Es la vedette", agregó. Briones explica que el cambio de contexto está modificando de raíz la estrategia productiva. “Ahora va a cambiar la regla porque la exportación necesita novillo pesado”, señala, y por eso anticipa que los animales ya no irán directamente al feedlot. El nuevo manejo implica una recría más larga a campo, aprovechando verdeos hasta llegar a unos 350 kilos, y recién entonces pasar al encierre para completar el ciclo. En su visión, este rediseño responde a una demanda clara y orienta toda la planificación: “Nosotros vamos a hacer lo que demande el consumo”, resume. El índice de preñez en promedio es del 93%-94%, y el de destete, del 92%. Briones admite que esta situación es inédita para los productores. Sostiene que “nunca nos tocó que el novillo pesado valiera más que el novillito de consumo interno”, un cambio que altera incentivos históricos y obliga a repensar decisiones que antes parecían inamovibles. Esta nueva relación de precios, que favorece a los animales más pesados, se vuelve posible porque el mercado externo empieza a tener un peso decisivo y porque, por primera vez en mucho tiempo, la ganadería puede proyectarse más allá de la urgencia cotidiana. “Nunca tuvimos estas reglas y esta posibilidad a largo plazo”, afirma. En un lote pastoreado en Tres Arroyos, Fernando sonríe. Y no es para menos, está entre el rodeo vacuno y además la ganadería está pasando un momento muy bueno. El entusiasmo por la ganadería se refleja también en sus proyecciones: según Briones, con reglas de juego estables durante 6 0 7 años, el sector podría vivir un proceso de transformación profundo. Cree que la ganadería argentina tiene margen para multiplicar rodeos, atraer nuevos inversores y recuperar el terreno perdido frente a países vecinos, donde muchos productores argentinos desarrollaron sistemas altamente competitivos durante décadas. "La previsibilidad permitiría renovar aguadas, mangas y maquinaria, mejorar índices, capacitar al personal y reconstruir la estructura productiva hacia una escala más moderna y eficiente", remarca. Según Briones, los números actuales generan claridad: “Se merece invertir porque hay retorno”. A partir de esta percepción, proyecta la llegada de nuevos actores y capitales al negocio, como fueron los pooles de siembra en su momento. En su visión, ese movimiento puede trasladarse ahora a la ganadería y permitir construir un sistema distinto, superando el estancamiento histórico. “No puede ser que Argentina tenga desde hace 50 años la misma cantidad de cabezas”, señala, y recuerda que el país permanece fijo en los 50 millones, mientras que Uruguay, por ejemplo, desarrolló su ganadería moderna con productores argentinos que encontraron allí condiciones estables. La base de pasturas se basa en alfalfa y festuca en Tres Arroyos, y suman trébol blanco y trébol rojo en Pehuajó-Lincoln. Briones también marca el contraste con los países vecinos y lo resume con una comparación contundente: “Nosotros exportábamos cuatro veces más que Brasil y ahora Brasil exporta cuatro veces más que nosotros”. Para él, ese salto no se explica por una superioridad estructural, sino por el desplazamiento de productores argentinos hacia Brasil, Paraguay y Uruguay, donde pudieron desplegar inversiones y conocimiento. “Los vecinos nos sacaron una diferencia impresionante, pero nos la sacaron con nuestros productores”. Frente a ese panorama, Briones imagina un futuro radicalmente distinto si se logra estabilidad. Afirma que, con reglas claras, “Argentina va a explotar en cantidad de carne y cantidad de exportaciones”, generando incluso un remanente suficiente para abastecer el mercado interno a precios más bajos porque “el negocio está en la exportación, no en lo que queda en el mercado interno”. Con esa convicción, sostiene que el país podría vivir “una ganadería que no se vivió en ningún momento”, un escenario que resume su convicción de que el potencial existe y solo requiere previsibilidad para desplegarse. Jornada técnica del IPCVA en Tres Arroyos. El vínculo emocional con la actividad es también una parte central de su relato. “Me encantan las vacas”, dice, y lo grafica con una anécdota familiar: una pastura chica en un campo cercano a su casa, donde lleva a su hijo a verla una y otra vez, simplemente por el placer de observar cómo crece la alfalfa. Ese sentimiento, afirma, es común en los ganaderos: más allá de los negocios, hay un apego profundo por los animales. “Si al ganadero le dan margen, va a llenar el campo de vacas”, resume mirando las perspectivas para lo que viene. Y proyecta: en dos años que podría llegar a manejar 4.000 vientres, o sea, duplicar lo que tiene. De Tres Arroyos al norte La historia de Fernando en el campo comenzó en los años 80, cuando se involucró en una empresa familiar, aunque sus padres —ambos médicos— no se dedicaban a la actividad. Ellos habían comprado un campo en Tres Arroyos y, tras el servicio militar, él regresó para hacerse cargo de la gestión. Con apoyo de distintas generaciones y después de haberse enamorado del campo en los veranos de Lincoln, donde trabajaba con un amigo y ple pagaban con terneros, comenzó un camino de crecimiento sostenido que nunca se detuvo. Hace varios años Briones invirtió en ganadería. Con el tiempo, la empresa incorporó campos en otras provincias, como Formosa. La llegada a la provincia formoseña, admite, fue una decisión equivocada en su origen, pensada como alternativa a una inversión en Brasil. Sin embargo, tras años de dificultades y un contexto político adverso, ese campo hoy está en pleno desarrollo y con gran potencial. Allí realizan principalmente cría con razas cebuinas, muy sensibles a la mejora genética, aunque siguen enfrentando desafíos fuertes: falta de agua de calidad, clima extremo, langostas y la ausencia de infraestructura para reservas forrajeras. Aun así, Briones considera que Formosa será una de las próximas fronteras ganaderas del país. Su hijo Pedro hoy es parte activa del proyecto. Empezó trabajando en Formosa en los tiempos más difíciles y, pese a la dureza del clima, mantiene entusiasmo y compromiso. Para Fernando, verlo crecer en la actividad es una tranquilidad y una garantía de continuidad: la ganadería seguirá en la familia, igual que aquellos valores que él mismo incorporó de joven.

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