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  • De aquel título en Rosario al Top 50: el año del despegue para Camilo Ugo Carabelli

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 04/12/2025 06:45

    Camilo Ugo Carabelli besa el trofeo del Challenger 125 de Rosario, el título que marcó el inicio de su mejor temporada como profesional A los 26 años, Camilo Ugo Carabelli completó la mejor temporada de su carrera. Arrancó 2025 como número 95 del mundo y no sólo rompió su propio techo al trepar hasta el puesto 43, sino que además cerró el año consolidado entre los mejores cincuenta del ranking ATP, en el escalón 49. Más allá del salto estadístico, el porteño logró algo todavía más valioso: confirmó que pertenece al selecto grupo élite y que su crecimiento ya no es una promesa, sino una realidad. El título en el inicio de la temporada de la gira sudamericana en el Challenger 125 de Rosario fue el punto de partida de una etapa de madurez competitiva que se extendió durante todo el 2025. Ese impulso lo llevó a alcanzar sus primeras cuatro semifinales ATP en un solo año, un hito que hasta ahora no figuraba en su currículum. Río de Janeiro, Santiago, Umag y Bastad lo vieron competir de igual a igual con rivales de jerarquía, dejando claro que su techo está lejos de verse. Su mejor actuación en un torneo grande llegó en Miami, hasta ese entonces no conocía el triunfo en un cuadro principal de Masters 1000. Tras atravesar la clasificación, avanzó por primera vez a la tercera ronda de un certamen de este tipo, instancia en la que cayó ante Novak Djokovic. A ese paso adelante se sumó otro logro simbólico: por primera vez en su carrera disputó los cuatro Grand Slam en una misma temporada. Concentración total: Ugo Carabelli, en uno de los momentos clave de un 2025 que confirmó su lugar en la élite del tenis (Crédito: REUTERS/Go Nakamura) Meses atrás, cuando comenzaba a asomar su mejor versión, Ugo Carabelli explicaba que su evolución no era producto del azar. “La verdad que es increíble. Yo creo que vengo laburando muy bien desde el año pasado. Los resultados no llegan automáticamente, por eso creo que están llegando recién ahora”, decía entonces. Según contaba, el clic apareció cuando empezó a mirar el tenis desde otra óptica: “Empezar a verlo y tomarlo como un trabajo me hizo estar más enfocado y ser más profesional. Creo que eso fue lo que más me ayudó”. En aquella charla también reconocía que esa nueva mirada lo había ayudado a equilibrar una relación históricamente compleja con el deporte. “Es una relación de amor-odio. Si me lo preguntás hoy, hoy lo amo. Pero si los resultados no llegan o las cosas están peores, te voy a decir que lo odio”, admitía, consciente de que esa ambivalencia es compartida por la mayoría de los jugadores del circuito. Y sumaba una reflexión íntima: “A veces prefiero estar en mi casa, con el perro, mi familia, mis amigos, mi novia… todo eso que me hace feliz. Pero verlo como un trabajo te da otra responsabilidad y te hace tomártelo de otra manera”. Camilo Ugo Carabelli por primera vez en su carrera obtuvo la victoria en un cuadro principal de Masters 1000, cerrando el año con 6 triunfos (Crédito: REUTERS/Yves Herman) Su recorrido hacia la élite tampoco había sido sencillo. Recordaba que, de chico, viajar le costaba más que a otros: extrañaba, sufría las ausencias y sentía que se perdía etapas fundamentales. “Me encantaba estar con mis amigos, volver al colegio, sentirme un chico normal”, contaba. Más de una vez había dudado si valía la pena tanto sacrificio. “Cada vez que tenía que viajar o estar un mes y medio en Europa, con 16 o 17 años, me preguntaba si realmente iba a valer la pena. Porque si no salía bien, eso no lo iba a recuperar nunca”. Con el tiempo, la perspectiva cambió: “Hoy estoy recontra orgulloso de habérmela bancado”. Ese aprendizaje emocional era, según él, la base de su presente competitivo. Aseguraba que entendía que el tenis es una montaña rusa y que las malas rachas volverían, pero también que había aprendido a afrontarlas. “Si me empieza a ir mal no voy a tirar todo a la mierda. Son momentos. Me acostumbré. Voy a seguir luchando y todos los días trato de dejar lo mejor de mí, aunque no siempre me levante bien”. Esa forma de encarar el día a día, contaba, era parte del trabajo que venía realizando junto a su psicólogo, Pablo Pécora: “Nos pusimos el objetivo de dar lo máximo todos los días, de acá hasta que me retire. Que me sirva también para la vida”. Con esa mentalidad, un ranking que lo coloca entre los mejores 50 y un 2025 repleto de pasos adelante, el argentino cerró el año con una certeza: su mejor versión recién empieza a aparecer.

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