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» Elterritorio
Fecha: 03/12/2025 02:14
Gerson de Melo Machado, de 19 años, murió en el zoo de João Pessoa, Brasil, tras saltar las barreras y meterse en el recinto del animal. Su vida marcada por la esquizofrenia y el abandono expone una falla estructural en la atención a jóvenes vulnerables. martes 02 de diciembre de 2025 | 23:30hs. Foto: Captura de video. El domingo, bajo un mediodía abrasador en el Parque Zoobotánico de João Pessoa, Brasil, un episodio tan sorprendente como devastador sacudió al país. Gerson de Melo Machado, de 19 años, ingresó al recinto de una leona y perdió la vida en cuestión de segundos, en un hecho que expone grietas profundas en el sistema de salud mental y protección social. Machado, conocido como Vaqueirinho, trepó un muro de seis metros, superó barreras de seguridad y descendió con calma por una palmera hasta el centro del recinto. Visitantes atónitos registraron con sus celulares la escena que terminaría en tragedia: la leona, que descansaba al sol, se levantó de inmediato. El desenlace fue tan rápido como inevitable. Un joven entre voces, delirios y abandono El caso de Gerson no es solo un episodio de crónica policial. Es, como definieron quienes lo acompañaron durante años, una “tragedia anunciada”. Diagnosticado con esquizofrenia, la misma enfermedad que afectaba a su madre y sus abuelas, Gerson vivió desde niño en una sucesión de instituciones, diagnósticos tardíos y falta de contención. La consejera tutelar Verónica Oliveira lo conoció cuando él tenía apenas diez años y vagaba solo por una autopista. A esa altura, su madre había perdido la custodia de sus cinco hijos, pero Gerson no fue adoptado debido a la aparición temprana de síntomas psiquiátricos. Oía voces, tenía comportamientos erráticos y mostraba una fijación obsesiva por África y los leones. “Desde chico decía que iba a ir de safari para domarlos”, recordó Oliveira. Esa misma obsesión lo llevó alguna vez a colgarse del tren de aterrizaje de un avión, intentando viajar como polizón. Cumplir 18: la frontera del desamparo La situación se agravó cuando cumplió los 18 años y quedó fuera de la red pública de acogida. João Pessoa no contaba con un espacio para jóvenes con su nivel de vulnerabilidad, ni programas para su autonomía ni continuidad terapéutica. La calle fue su único destino; la cárcel, un refugio ocasional para recibir medicación. Cometía pequeños delitos para lograr una detención que le garantizara atención psiquiátrica. “Se comportaba como un niño de cinco años”, lamentó el funcionario penitenciario Ivison Lira. “Gerson necesitaba tratamiento, no estar preso”. Hace pocos días, Lira había denunciado públicamente que el joven estaba desamparado tras cometer dos delitos en la misma jornada, buscando volver a prisión. “Ahí está el resultado”, dijo tras conocerse su muerte. El caso reabre un debate urgente en Brasil: qué hacer con jóvenes en extrema vulnerabilidad psíquica que quedan atrapados entre la calle, la violencia y la falta de estructura estatal. Los cuidados para la leona Tras el ataque, el zoo cerró sus puertas y la leona fue retirada del recinto. El veterinario Thiago Nery explicó que el animal entró “en shock” y permanecerá bajo observación por varias semanas. A diferencia de la vida errante de Gerson, la leona ahora es atendida por un equipo completo de biólogos y veterinarios.
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