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» Santafeactual
Fecha: 01/12/2025 16:41
La frecuencia del baño depende del pelaje, el estilo de vida y la salud de la piel. Especialistas explican qué observar y cómo realizar una higiene segura. Bañar a un perro no tiene una regla fija: la necesidad surge del estado del pelaje, de las actividades diarias y de las señales que ofrece el propio animal. Ni la cantidad de pelo ni el tamaño determinan por sí solos el momento adecuado, sino lo que se observa en la rutina: suciedad acumulada, nudos, textura grasa, pérdida de brillo u olor persistente son algunos de los indicadores más claros de que llegó la hora del baño, según explican desde el Spencer Springs Animal Hospital. Las actividades al aire libre también influyen. Los perros que corren en el césped, se embarran o nadan requieren baños más frecuentes que aquellos que pasan la mayor parte del día dentro de casa. Además, el rascado excesivo, la presencia de parásitos, zonas irritadas, costras, uñas demasiado largas o secreciones en los oídos son señales que invitan a revisar la higiene general. Preparar un buen baño implica acondicionar el espacio y elegir productos adecuados. Los especialistas de PetMD recomiendan usar agua tibia —verificada en la parte interna del antebrazo— y champú específico para perros, ya que los productos humanos pueden alterar el equilibrio natural de la piel. Antes de mojar al animal, un cepillado previo ayuda a eliminar restos, nudos y suciedad. El champú debe masajearse durante varios minutos, evitando que entre en los ojos. El enjuague comienza por la cabeza y continúa hacia abajo, asegurando que el agua salga completamente clara. El secado con toalla suele ser la opción más cómoda, mientras que el uso de secadores profesionales queda reservado para quienes cuentan con experiencia. La periodicidad del baño depende del tipo de pelaje y del estilo de vida. El North Cobb Animal Hospital señala que los perros de pelo largo suelen necesitar baños mensuales, mientras que los de pelo corto pueden espaciar la higiene hasta tres meses si no muestran signos de suciedad o incomodidad. En perros de doble manto, la frecuencia recomendada es de seis a doce semanas, siempre acompañada de un cepillado regular, sobre todo en épocas de muda. Algunos animales requieren baños más frecuentes: aquellos que viven en zonas con barro, nadan seguido, tienen alergias o presentan problemas dermatológicos. En estos casos, es fundamental ajustar la rutina en consulta con un veterinario para no alterar los aceites naturales que protegen la piel. En cachorros, la higiene demanda cuidados especiales. Según la American Kennel Club (AKC), el primer baño debería realizarse recién a partir de las ocho semanas de vida, cuando ya pueden regular mejor su temperatura corporal. Debe hacerse en un ambiente cálido, con champú formulado para cachorros y un secado completo. Si el cachorro entra en contacto con sustancias peligrosas, el baño puede adelantarse siempre bajo indicación profesional. La elección del champú también es clave. Existen opciones hipoalergénicas, medicadas y líneas especiales para pieles sensibles. PetMD destaca que los productos a base de avena suelen ser bien tolerados por la mayoría de los perros. Para animales con alergias, se recomienda probar el producto en una pequeña zona antes de aplicarlo en todo el cuerpo. Consultar al veterinario es esencial cuando existen condiciones dermatológicas. Mantener una rutina de higiene adecuada no solo mejora el bienestar del animal, sino que permite detectar lesiones o parásitos de forma temprana y reforzar el vínculo en cada baño. Fuente: INFOBAE
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