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  • Mateo, un adolescente gualeguaychuense que sueña con llegar al TC

    Gualeguaychu » El Argentino

    Fecha: 01/12/2025 07:12

    Mateo Acosta Ortegoza combina estudio y karting con la ilusión de llegar al Turismo Carretera. La pasión, heredada de su padre y el esfuerzo familiar lo impulsan a competir en un deporte donde cada carrera exige tanto talento como recursos. Domingo, 30 de Noviembre de 2025, 14:41 Redacción EL ARGENTINO Con apenas 14 años, estudiante de la E.E.T. Nº 3, Mateo Acosta Ortegoza volvió a subirse a un karting y ya sabe lo que es salir campeón. Entre talleres locales, sponsors que sostienen lo básico y la pasión heredada de su padre, el joven piloto de Gualeguaychú compartió en diálogo con EL ARGENTINO sus sueños y desafíos en un deporte donde la velocidad y la economía corren a la par. El equipo técnico y el familiar que siempre acompaña a Mateo La pasión que nació en familia El automovilismo entrerriano tiene una larga tradición de pilotos que comenzaron en los circuitos de tierra. En Gualeguaychú, esa historia se renueva con Mateo Acosta Ortegoza, un adolescente que desde los seis años se vinculó al karting y que hoy, con 14, se proyecta hacia categorías mayores. “Yo hago karting desde los seis o siete años. Corrí hasta los diez, después dejé y ahora volví a los catorce”, contó Mateo a EL ARGENTINO. Su vínculo con el deporte nació de la mano de su padre: “Mi papá corría en moto, pero se dio cuenta que era peligroso para él. Entonces se pasó al karting y desde entonces corremos juntos. Él me acompañó desde el inicio”. La mecánica es parte inseparable del karting. En el taller, Mateo y su padre arman y ajustan el chasis, mientras profesionales se encargan de los motores. El aprendizaje fue paso a paso, con la ayuda de preparadores locales y el acompañamiento familiar. “En realidad mi papá no me enseñó todo -sonríe Mateo-, la parte técnica me la enseñó un preparador, Aníbal, qué me hace el motor. Pero lo demás lo fuimos aprendiendo juntos, esta disciplina también era nueva para él. En la actualidad el motor está a cargo de Iván Campostrini y el chasis Rodrigo Buzchiazzo”, mencionó el adolescente. El costo de competir El automovilismo juvenil enfrenta un desafío constante: el dinero. “Si no tenés recursos, no podés correr. Es mucha plata la que se maneja”, reconoció Mateo. Cada carrera implica gastos de inscripción, combustible, comida, alquiler de motor y posibles repuestos. “Aproximadamente, una carrera cuesta 350.000 pesos”, detalló Mateo. Los sponsors son fundamentales para sostener la actividad. “Tengo varios sponsors que me ayudan siempre. Algunos se van bajando de a poco, porque la plata es un tema. Pero gracias a ellos puedo seguir compitiendo”, explicó el corredor y manifestó la necesidad de siempre sumar nuevos auspiciantes. Los entrenamientos, como las carreras, también implican costos. “Para entrenar tenés que pagar. Pagás la inscripción y podés girar todo el fin de semana. Es parte del deporte”, describió el deportista adolescente. Mateo: “Salí campeón por cuatro o cinco puntos. Fue una sensación muy linda" Mateo ya sabe lo que es consagrarse campeón en su categoría. “Salí campeón por cuatro o cinco puntos. Fue una sensación muy linda, porque después de tanto esfuerzo, lograrlo es increíble”, recordó. Ese título le permitió subir de nivel y enfrentarse a rivales de distintas edades. “Ahora estoy en la mayor, porque no hay categoría intermedia. Compito con chicos de mi edad y también con rivales que son más grandes”, señaló. Más allá de la competencia, el karting también es un espacio de encuentro. “El ambiente es bueno. En general nos llevamos bien. En los entrenamientos giramos todos juntos y eso también te ayuda a mejorar entre todos”, manifestó Mateo Acosta Ortegoza. Trofeos: premio del Puesto 3 en la final del domingo y Puesto 4 de la final del sábado Sueños y objetivos El futuro inmediato lo encuentra preparando el salto a otra categoría. “Para el año que viene voy a correr con motores de 150 centímetros cúbicos. Estoy viendo cómo me puedo meter, porque es un motor diferente, más rápido. La diferencia con el 110 es grande”, explicó. El sueño mayor, sin embargo, está claro: “Si puedo llegar al TC, estoy feliz. Ese es mi objetivo. Y si algún día puedo correr afuera de Argentina, sería muchísimo, un gran sueño cumplido”, dijo a EL ARGENTINO. La historia de Mateo Acosta Ortegoza refleja la pasión juvenil por el automovilismo en Gualeguaychú. Entre motores armados en talleres locales, sponsors que sostienen lo básico y sueños que se proyectan hacia el Turismo Carretera, su testimonio muestra cómo el deporte motor sigue siendo una escuela de vida. “Yo llegando al TC estoy feliz”, resumió Mateo a EL ARGENTINO. Su frase condensa la ilusión de miles de jóvenes que, desde los circuitos de tierra entrerrianos, sueñan con acelerar hacia la historia grande del automovilismo argentino.

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