01/12/2025 10:20
01/12/2025 10:20
01/12/2025 10:19
01/12/2025 10:19
01/12/2025 10:18
01/12/2025 10:16
01/12/2025 10:16
01/12/2025 10:15
01/12/2025 10:14
01/12/2025 10:13
Paraná » Confirmado.ar
Fecha: 01/12/2025 09:47
Mientras el Gobierno celebra “ordenar la economía”, la realidad muestra otra cara: más de 19 mil empresas cerradas, 276 mil empleos formales destruidos y un mercado laboral que se precariza a un ritmo alarmante. La política económica de Javier Milei parece avanzar sin freno hacia una desindustrialización inédita, empujando a la Argentina a un modelo dependiente, precarizado y cada vez más desigual. La crisis industrial argentina dejó de ser un dato económico para convertirse en el sello más contundente del proyecto libertario. Bajo la gestión de Javier Milei, el país atraviesa uno de los períodos de mayor destrucción productiva de las últimas décadas, con cifras que desmienten el relato oficial del “rebote” y exponen una política económica que castiga al mercado interno, a las pymes y al empleo formal. Entre noviembre de 2023 y agosto de 2025, cerraron 19.164 empresas, lo que equivale a casi 30 firmas por día. La desaparición masiva de unidades productivas vino acompañada de un derrumbe laboral: 276.000 empleos registrados destruidos, según datos de la SRT analizados por CEPA. Un ajuste que, lejos de generar “eficiencia”, está licuando el tejido productivo que sostiene a la mayoría de las economías regionales. A la par de la caída del consumo, la apertura importadora y el desplome de la demanda interna, se profundiza un fenómeno silencioso y peligroso: la precarización laboral como válvula de escape. Los datos del SIPA muestran que solo en agosto se perdieron 33.000 empleos formales respecto del mismo mes del año anterior, mientras crecen las changas, el cuentapropismo y los trabajos ultra precarios que reemplazan puestos de calidad. Los especialistas coinciden: no hay posibilidad de recuperación mientras el Gobierno siga reduciendo poder adquisitivo, ajustando jubilaciones y congelando salarios. El consumo —que explica entre el 60% y 70% de la economía— está devastado, y con él, miles de pequeñas y medianas empresas que viven del mercado interno. Multinacionales que se van, pymes que caen: el mapa de la desolación La lista de cierres y despidos de los últimos meses compone un panorama desolador. Whirlpool abandonó la producción nacional y echó a 220 trabajadores; Mabe cerró su planta en Córdoba; Magnera dejó 100 familias en la calle; y las textiles de Pilar, Corrientes, Lanús, La Rioja y Mar del Plata viven una ola de despidos y suspensiones que recuerda los peores momentos de la década del ’90. El rubro textil perdió 333 empresas y 14.000 empleos, mientras que la industria metalúrgica recortó 60.000 puestos y opera con una capacidad instalada del 44%, niveles comparables a la pandemia. Incluso gigantes como Newsan o Essen están achicando personal en serie. El impacto también alcanza al comercio: cierres de locales de Cencosud en todo el país, despidos en Frávega, sucursales mayoristas que bajan la persiana y quiebras como la de La Suipachense, que dejó 540 familias sin ingresos entre sus dos plantas. Un país importador y sin horizonte productivo Cada cierre no solo significa empleos perdidos: implica más importaciones, menos producción local y un país cada vez más dependiente. Empresas como DBT-Cramaco directamente abandonan la fabricación para reconvertirse en simples distribuidoras de productos chinos, empujadas por una política que premia la importación y castiga la industria nacional. En Tierra del Fuego, el futuro inmediato es oscuro: la baja de aranceles a los celulares importados desde enero pone en riesgo miles de empleos. Mientras tanto, Milei insiste en que la destrucción industrial es un “proceso necesario”. Los “sectores del futuro” que no compensan el presente Si bien algunos sectores —minería, hidrocarburos, finanzas y servicios digitales— prometen crecimiento, los expertos advierten que su capacidad de absorción laboral es limitada. Lo que se destruye hoy en industria y pymes no se recuperará con empleos especializados o automatizados, mucho menos si avanza una reforma laboral que, según consultoras privadas, podría multiplicar la precarización. Julián Moreno, de APYME, lo resume sin rodeos: “El resultado de las urnas confirmó un camino de desindustrialización. No hay horizonte alternativo”. La pregunta es cuánto más podrá resistir el país mientras se ejecuta un modelo que parece decidido a apagar la producción nacional para siempre. #Confirmado Post Views: 18
Ver noticia original