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» Diario Cordoba
Fecha: 30/11/2025 22:30
La historia y el patrimonio de Córdoba están en peligro constante. El expolio de piezas arqueológicas sigue a la orden del día y, según la Guardia Civil, en los últimos cinco años se han recuperado más de 3.000 objetos sustraídos en la provincia. Detrás de estos delitos no solo hay particulares con detectores de metales, sino también redes especializadas con amplios conocimientos y un mercado difícil de investigar. En la lucha contra el expolio del patrimonio histórico juega un papel fundamental la Guardia Civil que, a través de distintas especialidades —no solo el Seprona, también la Policía Judicial, el Servicio Fiscal o las unidades de Seguridad Ciudadana—, trabaja para conservar la historia común. «El patrimonio cultural representa la historia y diversidad de nuestra nación», explica Marcos González, brigada jefe de la Unidad de Protección de la Naturaleza (Uprona). Según datos del cuerpo, en los últimos años se han recuperado más de 3.000 piezas en la provincia de Córdoba. Algunas de ellas son muy singulares, como cinco rocas fósiles de grandes dimensiones extraídas del yacimiento del Geoparque de la Sierra de la Subbética, o una columna del siglo XVII procedente de un edificio catalogado Bien de Interés Cultural en Lucena. También destacan más de 200 monedas de diversas épocas: romana, íbera y contemporánea. Además, en los últimos años se han esclarecido nueve delitos relacionados con el patrimonio histórico y se han investigado o detenido a catorce personas. . El delegado de Patrimonio Histórico Policía Nacional en Córdoba, Francisco Barcos, posa frente a la comisaría de Doctor Fleming. / A. J. González Es en Córdoba capital donde se ha detectado un mayor número de infracciones, aunque González señala que también son especialmente delicados los yacimientos y municipios «que tienen un gran patrimonio histórico». En cuanto al perfil de los expoliadores, tanto Guardia Civil como Francisco Barcos, delegado de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional en Córdoba, coinciden en que «no existe un patrón claro» y suelen ser personas «completamente normales». El delito más frecuente lo protagonizan quienes usan detectores de metales para localizar piezas -sobre todo monedas-, ya que son fáciles de encontrar, transportar y ocultar. En los últimos años, señalan desde el Uprona, se ha abierto expediente sancionador a 81 personas por asuntos relacionados con el patrimonio histórico, siendo la infracción más habitual el uso de detectores sin autorización. Desde la Policía Nacional recuerdan que quedarse con una pieza histórica no solo priva a la sociedad de un bien que le pertenece, sino que además descontextualiza los yacimientos. Los agentes vigilan con prismáticos el perímetro de un yacimiento arqueológico. / A. J. González Operaciones Entre las últimas operaciones, la Guardia Civil destaca Natrivi, desarrollada el pasado año. En ella se detectó que un coleccionista privado tenía en su domicilio de El Higuerón 350 piezas arqueológicas sustraídas en diferentes puntos de la provincia y en Ciudad Real. Dos años antes, en la llamada operación Plotina, realizada junto a la Policía Judicial de Sevilla, la Guardia Civil de Baena arrestó a dos personas dedicadas al mercado ilícito de obras de coleccionismo y arqueológicas. Se incautaron 119 piezas, algunas de gran valor: un busto femenino de mármol del siglo II, un capitel corintio del XVII —considerado una rareza— y una moneda de plata romana con el nombre de Brutus. Investigación La investigación de este tipo de delitos es especialmente compleja ya que, como recuerda González, «cualquiera puede encontrar una moneda y guardársela». La Policía centra gran parte de su labor en internet. Muchos expoliadores venden las piezas a través de páginas especializadas o incluso en plataformas generalistas. «Nos centramos mucho en el ciberpatrullaje; la globalización ha traído nuevos modelos delictivos», explican. «Antes algo expoliado acababa en anticuarios; ahora puede estar en cualquier parte del mundo en pocos días». Citan como ejemplo la Operación Bala, en la que, junto a la Guardia Civil, se localizaron 73 monedas del siglo IV en poder de un particular de La Rambla que las ofrecía en una popular web de compraventa. Dos agentes recorren el yacimiento de Ategua en moto asegurando que la zona esté libre de intrusos. / A. J. González Otra de las funciones de la Policía Nacional es el patrullaje y la infiltración en zonas sensibles como el entorno de la Mezquita-Catedral. Allí detectaron el caso de una mujer que exhibía en el bajo de su vivienda un «pequeño museo» con amuletos califales y otras piezas. «La identificamos porque denunció el robo de varias piezas», relata Barcos con ironía, ya que el resto fueron intervenidas por el cuerpo. Más allá de casos concretos, ambos cuerpos subrayan la existencia de redes profesionales de compraventa con presencia en todo el país, dedicadas al expolio y su posterior venta. «Son profesionales que saben lo que buscan», señala González, aunque recuerda que el delincuente más común es el casual: «El que va al monte con un detector» o «el albañil que se encuentra algo y se lo guarda». A veces, añaden, este delito está vinculado a otros como estafas o tráfico de drogas, lo que complica las investigaciones. La Guardia Civil apunta que muchos de estos expoliadores profesionales no operan siempre en internet: se mueven por contactos, experiencia y conocimiento de zonas arqueológicas, y suelen desplazarse por toda España porque «es un negocio muy rentable».
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