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» El Ciudadano
Fecha: 26/11/2025 21:38
«En una primera entrevista con él, me dijo que para ayudar a ‘sanar’ podía tener una sesión de sadomasoquismo con él. Año 2016. Luego hice un tratamiento con una de sus psicólogas (tiene psicos a cargo), yo tenía suma confianza en él porque desde los 16 años lo escuchaba en la radio. Me costó tiempo darme cuenta del nivel de manipulación. Si bien conmigo no llegó al abuso físico, sus insinuaciones y tratamientos me han afectado». El testimonio, difundido de forma anónima por Facebook, remite a una experiencia acoso por parte de un psicólogo en el ámbito de la terapia. En las últimas semanas, el caso del psicólogo Javier Pérez –también conocido como Dr. Chinaski– generó una nueva ola de denuncias de este tipo de situaciones. No todas están vinculadas a Pérez, pero alertan sobre lo que ocurre dentro de los consultorios, donde la relación saber-poder coloca en una situación desigual al profesional y a quien consulta. «Los relatos impactan, duelen; están plagados de aberraciones y violencias de todo tipo, falta absoluta de cuidado, humillaciones, ataques, agresiones, manipulaciones, crueldades, abusos, estragos», señalan desde la Red Federal de Psicólogas y Psicoanalistas contra los Abusos y Violencias Sexistas en el Ámbito Psi (RedPsi), que está recibiendo estos relatos. A principios de noviembre, Pérez había dicho en un canal de streaming que «ponerla es más fácil que pedir una pizza». Desde la Red cuestionaron: «El derecho a la salud mental y la lucha contra las violencias patriarcales es un asunto público que nos concierne a todxs. Pedimos responsabilidad a los medios de comunicación y a la comunidad toda en el tratamiento y abordaje de esta problemática». Julieta Mayor es psicóloga y psicoanalista, egresada en la Universidad de Buenos Aires. Se dedica al trabajo con infancias y adolescentes y lo hace con perspectiva de género. Forma parte de la Red desde el año 2022, cuando se creó. «El video que se difundió muestra muchas faltas al Código de Ética de la Federación de Psicólogos de la República Argentina«, señala, en diálogo con El Ciudadano. A partir de esa publicación, comenzaron a recibir múltiples denuncias por Instagram (@redfedpsi) y por correo electrónico (redfedpsi@gmail.com). “Este es un caso testigo, pero llegaron denuncias y testimonios sobre muchos otros trabajadores de la salud mental”, comenta Mayor. Agrega que reciben este tipo de denuncias desde 2022. La tarea que realizan es recibir los mensajes y tratar de orientar y contener a las personas que se comunican. La profesional asegura que la mayoría son mujeres, aunque no todas. «Hay situaciones que ocurren dentro del ámbito universitario, otras ocurren en institutos de formación, otras en de los consultorios», precisa. Pérez, matriculado en Rosario, brindaba clases en la Universidad Autónoma de Entre Ríos. Por sus dichos, la Fiscalía de Paraná inició una investigación de oficio acerca de lo sucedido. «Las manifestaciones de Chinaski se enmarcan en un discurso patriarcal que ridiculiza, estereotipa y manifiesta odio hacia las mujeres. Un discurso que resulta en definitiva en la legitimación y habilitación de violencias y abusos sexistas en dispositivos de atención en salud mental», marcan desde la Red. Y aluden al contexto actual, en el que el gobierno nacional es «abiertamente antifeminista y antiderechos» y eliminó el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades, además de desfinanciar las políticas de género. En ese marco, «un psicólogo y divulgador psicoanalista conocido mediáticamente como Dr.Chinaski realiza en un streaming comentarios y expresiones que entendemos podrían constituir formas graves de violencia de género», alertan. Una red para la contención La RedPsi está formada por psicólogas y psicoanalistas de diferentes puntos del país. Se agruparon para visibilizar las violencias y abusos que ocurren en el ejercicio de la profesión de la psicología y especialmente dentro del psicoanálisis. Su intención es «desnaturalizar y problematizar las violencias de diferente índole (sexual, simbólica, psicológica) que viven les consultantes al interior de los consultorios y que producen un enorme padecimiento psíquico como consecuencia del abuso de poder al cual son sometides por quienes deberían acompañarles en sus tratamientos». Agregan que esa violencia trasciende los consultorios y también es ejercida en el ámbito educativo. «Existen prácticas como el acoso sexual y el consecuente abuso de poder que ello conlleva. Les estudiantes están indefensos y terminan sometides a esa lógica patriarcal o abandonan los espacios», señalan. También subrayan que «la ética debe estar atravesada por una profunda mirada interseccional, de géneros y derechos humanos que abogue por el cuidado de quienes confían en lxs profesionales de la salud mental y acuden en busca de alivio de su malestar psíquico». Desde la Red no solo reciben denuncias. También realizan tareas de sensibilización hacia la población en general, acerca de qué prácticas son esperables o no dentro de un consultorio de salud mental, en espacios de formación y también en relación a la divulgación y la responsabilidad que debe tener un profesional en ese marco. «La primera vez que esto se había disparado tenía que ver con otro colega, Luciano Lutereau. Recibimos un flujo muy grande de testimonios en relación a conductas antiéticas de parte de esta persona», dice Mayor. Agrega: «Son casos de varones blancos, de mediana edad, que tuvieron acceso a la educación superior y eso les posiciona en un lugar de saber y de poder, pero a la vez un poco reniegan de eso en su forma de divulgar sobre temas como el amor, el rol del analista y lo que debiera pasar en un consultorio». Al respecto, subraya el rol de los medios de comunicación que contribuyen a la difusión de mensajes que contradicen la ética profesional del campo de la salud mental. Signos de alarma El Código de Ética de las y los profesionales de la salud mental es de acceso público. Allí explica, por ejemplo, que los psicólogos y psicólogas no deben entablar vínculos personales con sus consultantes, ni de índole amistosa, ni de índole sexual, ni de índole amorosa. “No pueden entablar vínculos afectivos ni comerciales, ni económicos, ni sexuales con sus consultantes, no pueden contactarte fuera de horario con pedidos de fotos, de acceso a tus redes sociales, no pueden agregarte a tus redes sociales ni que te invite a agregarlo a sus redes porque es una invasión a la privacidad”, añade. Otra señal de alarma, dice Mayor, es «que aluda a lo especial que sos como paciente, que acceda a contarte cuestiones vinculadas a su vida personal y privada dentro del espacio de terapia». Y comenta: «Muchas consultantes nos contaron que se les sugirió que abran plataformas de divulgación de contenido sexual como Only Fans. De más está decir que eso también es inapropiado, como también lo es solicitar fotos, videos o imágenes a nuestros consultantes». «Más allá de este caso testigo, hay un entramado que tiene que ver con las violencias machistas y patriarcales, con abusos de poder que permiten que esto se sostenga hace años. Lo que nos interesa es que las personas puedan hablar y puedan sentir que están en un espacio seguro», explica. Y recuerda que la salud mental es un derecho. Informar para prevenir —¿Qué acciones apropiadas puede esperar una persona que asiste a un consultorio de salud mental? —Que el profesional le explique de qué se va a tratar el espacio de terapia, que le brinde un encuadre, que le explique cuántas veces se van a ver por semana, cuánto tiempo van a durar esos encuentros, cuál es el valor de los honorarios, cada cuánto se van a ajustar esos honorarios que le explique los alcances del secreto profesional. Que el profesional no emita juicios de valor acerca de lo que se cuenta en el consultorio, porque nuestra función es acompañar, contener y tratar de ayudar para que quienes nos consultan puedan estar mejor. —¿De qué manera se puede empoderar a la persona que concurre al consultorio? —Lo importante es partir de que existe una relación asimétrica. Entonces es importante la información que mencioné, que debe brindarse al consultante al momento de iniciar un espacio de terapia. El consentimiento informado también está dentro del Código de Ética, de la Ley de Salud Mental y de la Ley de Derechos del Paciente. Es un documento que resguarda al consultante y le brinda un encuadre por escrito. La forma de ayudar a la comunidad a que esté menos expuesta a los abusos de poder y a las violencias dentro de los consultorios y dentro de los espacios de formación es a través de la sensibilización y de la información. —¿Cómo se puede identificar un juicio de valor por parte de un profesional, por ejemplo? —Un juicio de valor es decirle a alguien: «Creo que deberías hacer tal acción en esta plataforma para poder pagar la terapia». Eso es un juicio de valor acerca de cómo alguien tiene que ganarse la vida. O cuando aparecen cuestiones vinculadas a la orientación sexual y el profesional habla de confusión, de exploración, de que son etapas. También se produce cuando se patologiza la transición de género. Ese tipo de acciones son contrarias al Código de Ética y a la Ley Nacional de Salud Mental. —¿Qué pasa cuando estas personas utilizan las redes sociales para brindar elementos de la psicología o del psicoanálisis, en tiempos donde muchas personas no cuentan con recursos para pagar una terapia y toman esas herramientas? —La divulgación es parte del trabajo que podemos tener las y los psicólogos. Pero como todo trabajo, conlleva una responsabilidad. Ese trabajo debe ser hecho acorde a las normas éticas que nos rigen. No decir cuestiones falaces ni mentiras; no se puede contar cosas sobre nuestros consultantes en redes sociales, porque la persona puede reconocerse en esos dichos y sentirse muy angustiada ya que se vulnera su derecho a la privacidad. Toda difusión y divulgación sobre la disciplina, tiene que estar acorde a las normas éticas, tiene que respetarlas sin dejar de ser algo accesible para la gente. Esa es una responsabilidad que tenemos las y los psicólogos.
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