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  • El impacto de la dictadura militar brasileña en la actualidad: cine, política y memoria

    CABA » Plazademayo

    Fecha: 26/11/2025 10:00

    Las nuevas producciones del cine brasileño vuelven sobre la dictadura militar más larga de América Latina, evidenciando cómo aquel pasado continúa moldeando tensiones políticas, disputas sociales y la lucha por la democracia en el Brasil contemporáneo. Por Emir Sader Las dos películas brasileñas contemporáneas más relevantes, Aquí seguimos y El agente secreto, coinciden en un mismo escenario: la dictadura militar. Aunque Brasil logró recuperar la democracia tras una extensa lucha de resistencia popular, aquel pasado autoritario sigue filtrándose en la cultura, la política y la memoria colectiva del país. Ambas producciones, proyectadas en casi 100 países con gran reconocimiento internacional, vuelven a poner en primer plano el período dictatorial más prolongado de América Latina. Una vez más, el cine brasileño florece cuando el país experimenta un clima político más favorable, tal como ocurrió en los años de João Goulart con el movimiento Cinema Novo. Los personajes vinculados al 8 de enero de 2023 —cuando grupos bolsonaristas atacaron las sedes de los tres poderes en Brasilia— recuperan métodos y objetivos que remiten directamente al pasado oscuro del país. La tensión entre dictadura y democracia, lejos de ser un capítulo cerrado, sigue marcando el rumbo político brasileño. Tras la redemocratización de 1945, Brasil vivió un período de casi 20 años de democracia, interrumpido por el golpe militar de 1964. La dictadura se extendió durante 21 años, superando incluso el tiempo previo en que la población había ejercido la vida democrática. Entre 1945 y 1985, Brasil contabilizó 19 años de democracia y 21 de dictadura. En paralelo, la economía brasileña atravesaba un ciclo de expansión posguerra. La dictadura consolidó su poder en un contexto internacional de crecimiento, logrando algunos años de bonanza económica. Sin embargo, ese aparente “milagro” ocultaba un factor central: la superexplotación laboral, más intensa que en períodos anteriores y profundamente funcional al modelo autoritario. Ese entramado entre régimen militar y explotación, señala Sader, es precisamente lo que las acciones del 8 de enero intentaron reactivar. Para la derecha brasileña, el rechazo a la democracia actual va de la mano del rechazo a los derechos sociales, al fortalecimiento del Estado y a cualquier mejora en las condiciones de vida de la mayoría. La redistribución del ingreso y los intentos de gravar a los sectores más ricos han encendido resistencias en el Congreso, donde representantes de la derecha actúan en defensa de los superricos y sus financistas. El conflicto político brasileño sigue cruzado por esta disputa, que combina memoria histórica, intereses económicos y concepciones antagónicas de país. Mientras el cine expone las heridas abiertas del pasado, Brasil continúa debatiéndose entre las sombras de la dictadura y los desafíos de construir una democracia más sólida, inclusiva y participativa en la región.

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